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Un pavo real se pasea ante el busto de Nuñez de Arce en el Campo Grande.

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Un pavo real se pasea ante el busto de Nuñez de Arce en el Campo Grande. A.Mingueza

Los vecinos eternos del Campo Grande: ruta por las esculturas del mejor jardín de Valladolid

La reciente instalación del busto de Tagore enriquece la oferta monumental del parque

Lunes, 19 de agosto 2024, 07:15

El rostro barbado de Rabindranath Tagore recibe, desde el pasado 7 de mayo, a los paseantes que se acercan al Campo Grande desde el acceso lateral de la Acera de Recoletos, a la altura de la biblioteca de verano. El busto en bronce, obra de Matu Ram, un regalo a Valladolid del Gobierno de la India (a través de su Ministerio de Asuntos Exteriores), es la última incorporación al listado de estatuas que adornan y embellecen el Campo Grande. El parque más importante de la ciudad atesora una colección de esculturas al aire libre, muchas casi escondidas entre los retorcidos caminos de jardín romántico, que proponen una excusa para visitar y perderse por el céntrico pulmón de la capital. La historia nos dice que no todas estuvieron pensadas para su ubicación aquí.

La ruta

Plaza de

Zorrilla

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Acera de Recoletos

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Paseo del Príncipe

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Paseo de Filipinos

Plaza

de Colón

1. Tagore

2. Muchacha y caracol

3. Miguel Íscar

4. Niño y libro

5. Leopoldo Cano

6. Fotógrafo

7. Miguel Delibes

8. José Zorrilla

9. Rosa Chacel

10. Fuente del Cisne

11. Neptuno

12. Plaza del Catarro

13. Fuente de la Fama

14. Copa de bronce

15. Concha con tritones

16. Núñez de Arce

17. Bailador

18. Oso

19. Monumento a Colón

La ruta

Plaza de

Zorrilla

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Acera de Recoletos

Paseo de Zorrilla

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1. Tagore

2. Muchacha y caracol

3. Miguel Íscar

4. Niño y libro

5. Leopoldo Cano

6. Fotógrafo

7. Miguel Delibes

8. José Zorrilla

9. Rosa Chacel

10. Fuente del Cisne

11. Neptuno

12. Plaza del Catarro

13. Fuente de la Fama

14. Copa de bronce

15. Concha con tritones

16. Núñez de Arce

17. Bailador

18. Oso

19. Monumento a Colón

La ruta

Plaza de

Zorrilla

1. Tagore

2. Muchacha y caracol

3. Miguel Íscar

4. Niño y libro

5. Leopoldo Cano

6. Fotógrafo

7. Miguel Delibes

8. José Zorrilla

9. Rosa Chacel

10. Fuente del Cisne

11. Neptuno

12. Plaza del Catarro

13. Fuente de la Fama

14. Copa de bronce

15. Concha con tritones

16. Núñez de Arce

17. Bailador

18. Oso

19. Monumento a Colón

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1. Tagore

2. Muchacha y caracol

3. Miguel Íscar

4. Niño y libro

5. Leopoldo Cano

6. Fotógrafo

7. Miguel Delibes

8. José Zorrilla

9. Rosa Chacel

10. Fuente del Cisne

11. Neptuno

12. Plaza del Catarro

13. Fuente de la Fama

14. Copa de bronce

15. Concha con tritones

16. Núñez de Arce

17. Bailador

18. Oso

19. Monumento a Colón

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Rabindranath Tagore, recientemente inaugurada. A. Mingueza

La hemeroteca de El Norte de Castilla, el archivo municipal y el libro 'La escultura pública en la ciudad de Valladolid', de José Luis Cano de Gardoqui, Carlos Sáez y Pedro Javier Salado (historiadores del arte), sirven para ilustrar esta ruta, llena de curiosidades, por las estatuas del Campo Grande.

Para conocer estas esculturas, proponemos un paseo que ha comenzado aquí, junto a la biblioteca de verano (en el acceso lateral al parque desde la Acera de Recoletos). Si avanzamos por el camino anexo a esta biblioteca (la dejamos a la izquierda) llegamos hasta 'Muchacha sentada mirando a un caracol' (1969).

Muchacha sentada mirando a un caracol, escultura de cemento. A. M.

Ver esta talla en el Campo Grande es un milagro, porque formaba parte de una serie de doce esculturas de las que solo quedan dos. El resto han desaparecido, casi siempre por culpa del vandalismo. En 1968, el escultor salmantino Agustín Casillas entregó seis esculturas en cemento (con distintas imprimaciones) para el Paseo Central del Campo Grande. Al año siguiente llegaron seis más (aunque en la página web del escultor dice que fueron cinco).

Detalle del caracol. A.Mingueza

En la primera remesa había dos figuras femeninas (que tocaban un arpa y un laúd), dos infantiles (un niño que mira una rana y una niña con un pájaro en las manos) y dos animales (un canguro y un pato). En la segunda entrega llegaron más animales. Un zorro, un pelícano y un oso. El oso polar todavía se conserva y puede verse en el Paseo Central del Campo Grande (fuera del área enrejada, frente a la Acera de Recoletos). La otra figura es esta, una niña que mira a un diminuto caracol.

Oso Polar, obra de Agustín Casillas. A.Mingueza

Y sí, es un milagro poder ver a esta niña y al oso porque el resto de las estatuas se han perdido parece que para siempre. El autor destruyó los moldes que podrían haber servido para hacer una reproducción.

Si giramos a la izquierda, llegaremos hasta el busto de Miguel Íscar que el riosecano Aurelio Rodríguez Vicente Carretero esculpió en 1907. Su idea inicial era preparar varias esculturas que rindieran homenaje a ilustres vallisoletanos, muchos de ellos del siglo XIX. Comenzó el listado con Miguel Íscar, un alcalde fugaz (apenas estuvo tres años y medio en el cargo, de 1887 a 1880), pero trascendental para el futuro de la ciudad. Bajo su mandato se cubrió el Esgueva en varios tramos del centro o se construyeron los mercados de Portugalete y El Campillo (hoy desaparecidos) y el del Val. Antes de llegar a su ubicación actual (en 1932), el busto estuvo colocado cerca de la pajarera.

Busto de Miguel Íscar. A. M.

Muy cerquita de aquí están 'El niño y el libro', un monumento a la lectura (en bronce, piedra y ladrillo) que salió de la imaginación y las manos de Manuel García Vázquez 'Buciños'. El artista gallego contribuyó con esta figura a la séptima edición del Congreso Nacional de Libreros que acogió Valladolid. La organización le encargó un montaje que rindiera homenaje al acto de leer y lo representó con un niño que, de pie, extiende su brazo derecho para sujetar un libro abierto. La figura está ubicada sobre una fuente de la que no brota agua. Fue inaugurada el domingo 29 de junio de 1980, a las 11:00 horas.

'El niño y el libro' de Manuel García Vazquez 'Buciños' A.Mingueza

Si salimos al Paseo del Príncipe, el eje pavimentado que atraviesa por su interior el Campo Grande, veremos el busto (en cobre galvánico) de Leopoldo Cano que Juan José Moreno Llebra 'Cheché' concluyó en 1936. La historia de esta escultura es muy curiosa, ya que esta no fue la figura de Leopoldo Cano prevista en un primer momento para Valladolid. El Ayuntamiento abrió en 1934 un concurso nacional que sirviera para recibir ideas para un monumento dedicado al poeta y dramaturgo vallisoletano. En principio, no era tanto una talla sobre su figura como una escultura inspirada en su poesía 'La frontera', que se colocaría en la plaza de la Libertad.

Allí se instaló la pieza ganadora, obra de Emiliano Barral, el 9 de abril de 1935. Pero el ambiente complicado previo a la Guerra Civil convirtió esta estatua en chivo expiatorio. Hubo ataques a la escultura, que sufrió varios traslados (al Campo Grande y finalmente a la plaza de la Trinidad). Allí se derribó el monumento, pero quedan vestigios. Un fragmento se conserva en el Museo Nacional de Escultura. Y, atención, la base de piedra se utilizó para construir algunos de los bancos que hoy están en esa plaza de la biblioteca y San Nicolás. Como no hubo consenso en torno a esta escultura dedicada a Leopoldo Cano, el Ayuntamiento convocó otro concurso (en diciembre de 1935) que limitaba el alcance de la figura: un sencillo busto del escritor. Esta obra (primero estuvo en la plaza de la Libertad hasta su traslado aquí, al Campo Grande) lleva la firma de Juan José Moreno Llebra, un artista e ilustrador que firmaba como 'Cheché' y que otorgó a la obra un cierto tono caricaturesco.

Busto de Leopoldo Cano de Juan José Moreno Llebra 'Cheché' A.Mingueza

Sin salir de este Paseo Central, unos pasos hacia la plaza de Zorrilla, está el Fotógrafo del Campo Grande, una escultura que rinde homenaje a la saga de los Muñoz, una conocida familia de fotógrafos callejeros que solía ocupar este rincón del parque para retratar a quienes por ahí paseaban. La periodista Maribel Rodicio recordaba en El Norte a ese fotógrafo «de blusón gris, con cámara de madera con manga de tela negra, trípode y un calderito con agua para lavar las instantáneas del recuerdo». El último de esa estirpe familiar fue Vicente Muñoz, fallecido en 1990. La Diputación encargó esta escultura en 1994, obra de Eduardo Cuadrado García, y fue inaugurada el sábado 26 de noviembre de ese año.

El fotografo del Campo Grande de Eduardo Cuadrado García A.Mingueza

Este escultor es también el autor del Miguel Delibes que, a tan solo unos metros, pasea por las inmediaciones del parque, en la plaza de Zorrilla. El 17 de octubre de 2020 se desvelaba el resultado de un trabajo encargado por la Fundación Delibes, con el apoyo de la Junta, con motivo del centenario del nacimiento del escritor. Se trata de una imagen en tamaño real fundida en el taller que Cuadrado tenía en Fuensaldaña. La familia de Delibes, a través de su hija Elisa, destacó un detalle que, aseguró, habría encantado a su padre. La escultura carece de pedestal. Delibes está a pie de calle, a la altura de sus vecinos, y se le puede ver pasear por una zona que recorrió a menudo, con abrigo, boina, bufanda, paraguas y su eterno periódico. El escultor donó el trabajo a la ciudad.

Escultura de Miguel Delibes. A. Mingueza

De regreso al interior del parque, por el Paseo del Príncipe, volvemos hasta el busto de Leopoldo Cano y cogemos el camino que sale a izquierda de la franja adoquinada. Allí nos encontramos con el rostro de otra ilustre de las letras vallisoletanas, Rosa Chacel. El 24 de abril de 1996, un banco de la plaza de Poniente estrenó la escultura que Luis Santiago Pardo hizo de la autora de 'Memorias de Leticia Valle'. No era la primera que la escritora tenía en su ciudad natal. El domingo 6 de junio de 1988, Rosa Chacel asistía a un homenaje en Valladolid, que le nombró hija predilecta, con un acto en el Teatro Calderón y la inauguración de este busto en el Campo Grande, obra de Francisco Barón. El escultor madrileño había ganado años antes, de 1983, el Premio Valladolid de Escultura. El Ayuntamiento le encargó después la escultura de Rosa Chacel, que talló en bronce (60 centímetros) sobre un gran pedestal de piedra granítica. La escritora dijo aquellos días ante estos homenajes: «Mi respuesta obligada es gracias, pero una palabra tan usual se ha hecho muy normal, por lo que en vez de decir gracias respondo con el silencio, que expresa claramente mi firmeza y mi ser en seguir siendo la mujer que los demás creen que soy».

Busto de Rosa Chacel obra de Francisco Barón. A.Mingueza

Encaminamos ahora los pasos hacia la fuente del Cisne (1887), ubicada en la plazoleta que dibuja la pérgola. Merece la pena hacer un esfuerzo de imaginación y proyectar la imagen de esta fuente en Poniente, ya que fue donde estuvo emplazada durante cinco años. Gonzalo Bayón, dueño de una de las funciones más importantes de Valladolid, proyectó esta fuente, de cuyo centro surgen seis ninfas acuáticas que sujetan con las manos unos peces. En la cúspide se sitúa el cisne que le da nombre, con las alas desplegadas. La formación se completa con tritones.

La plazoleta de la pérgola se encuentra la fuente del Cisne. A.Mingueza

El mundo acuático es también protagonista de la siguiente parada, que habrá que buscar en la zona del jardín denominada 'de los Países Bajos'. Allí, en una de las isletas del riachuelo, está la escultura pública más antigua que se conserva en las calles de Valladolid. Es Neptuno, el dios romano del mar. La escultura anónima, de piedra y procedencia italiana, está fechada en 1835 y adorna el Campo Grande desde 1932. Esta talla era una de las tres que decoraban el trío de fuentes que hubo en Recoletos. Junto a esta estaban las de Venus-La Abundancia y Mercurio (que no han llegado hasta hoy). De hecho, esta de Neptuno también estuvo desaparecida durante casi medio siglo, hasta que la encontraron, en los años 30 del siglo XX, en unos depósitos municipales y se decidió ubicarla en el Campo Grande.

La talla de Neptuno, escultura anónima de procedencia italiana. A.Mingueza

Si se sigue el cauce de este riachuelo, se llega hasta el estanque. Allí hay una placa que recuerda, desde el 30 de octubre de 2012, a Luis Gallego Martín 'El catarro'. Luis Santiago Pardo diseñó un bajorrelieve con el rostro (y el gorro marinero) de quien durante los años 70 del siglo XX y hasta su muerte paseaba a los niños con su barca 'La paloma'.

La placa que recuerda, desde el 30 de octubre de 2012, a Luis Gallego Martín 'El catarro' A.Mingueza

La ruta busca en su próxima etapa la Fuente de la Fama para fijarse en la escultura de Mariano Chicote Recio. La fundición de esta imagen se hizo en marzo de 1883 y hubo disputas en los cafés y tertulias de la época ya que para unos era una talla irreprochable mientras que otros no terminaban de apreciar sus formas «duras y angulares». Los autores de 'La escultura pública en la ciudad de Valladolid' subrayan la «herencia romántica» de la figura, aunque reconocen que la anatomía «parece en exceso pesada y falta de gracia».

Y eso que la imagen pesa menos hoy que entonces, ya que en 2008 se tuvo que sustituir uno de los brazos (en mal estado) con una réplica exacta (pero hueca) de bronce. Por cierto, que tampoco este fue el lugar pensando inicialmente para esta fuente. La primera intención era que se ubicara en la actual plaza de Zorrilla o en la entrada lateral (desde Recoletos) al Campo Grande. La Fuente de la Fama (de Antonio Iturralde) y la imagen que la corona fueron impulsadas por Sebastián Díez Salcedo, director de El Norte, quien propició una suscripción pública para financiar un monumento con el que rendir homenaje al fallecido alcalde Miguel Íscar. Al lado de esta Fuente de la Fama pueden verse una concha con tritones y una copa de bronce de la que se desconoce procedencia y autor.

La Fuente de la Fama junto con la concha con tritones y la copa de bronce. A. Mingueza
Imagen principal - La Fuente de la Fama junto con la concha con tritones y la copa de bronce.
Imagen secundaria 1 - La Fuente de la Fama junto con la concha con tritones y la copa de bronce.
Imagen secundaria 2 - La Fuente de la Fama junto con la concha con tritones y la copa de bronce.

A tan solo dos pasos está la escultura dedicada a Núñez de Arce, en granito rojo de Ávila y piedra de Sepúlveda. Emiliano Barral introdujo una mirada vanguardista al encargo municipal de realizar una escultura en recuerdo del poeta Gaspar Núñez de Arce en el centenario de su nacimiento. Inaugurada el 20 de septiembre de 1932, era en su origen una fuente en forma de lira monumental de la que surgía el busto del poeta.

'Baile en bronce', la estatua de Zorrilla y la de Colón. A.Mingueza
Imagen principal - 'Baile en bronce', la estatua de Zorrilla y la de Colón.
Imagen secundaria 1 - 'Baile en bronce', la estatua de Zorrilla y la de Colón.
Imagen secundaria 2 - 'Baile en bronce', la estatua de Zorrilla y la de Colón.

Para terminar el recorrido, podemos volver a la biblioteca de verano y salir a la Acera de Recoletos. Allí, en un estanque, está 'Baile en bronce', el homenaje de Belén González al bailarín Vicente Escudero, con el que ganó el Premio Nacional Valladolid de Escultura en 1995. Como ocurre con muchas de las esculturas del Campo Grande, esta tampoco estaba pensada para su ubicación aquí. La idea inicial era colocarla en la plaza de San Juan. En diciembre de 1995 se instaló aquí, en Recoletos, esta escultura que muestra a Vicente Escudero, concentrado, justo en los instantes previos a arrancarse a bailar. Y no se puede terminar el recorrido sin mirar a ambos extremos de Recoletos y fijarse en los monumentos a Zorrilla (Aurelio Rodríguez y Vicente Carretero, 1900) y Colón (Antonio Susillo, 1905).

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