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Vecinos del Cuatro de Marzo urgen ejecutar una obra ya aprobada: «Nos come la humedad»Retiran Paulino Bueno y su esposa Maricruz el cabecero de una de las camas para enseñar el desastre. Una mancha de moho negruzco asciende ya por la pared y amenaza con arruinar esa pintura rosa con la que está decorada la habitación. Otra vez. «Hicimos ... una obra de ocho millones de pesetas hace tiempo, hemos forrado con pladur, pero detrás ya está todo igual», asegura él, quien insiste en que ya no solo es una cuestión estética o de desembolso económico, sino de «salud». «Porque mi mujer está todo el día limpiando con lejía, pero vivir con ese olor y esa humedad no es bueno para nada», valora.
Los vecinos de los bajos de la acera de los pares de la calle Narciso Alonso Cortés, en el veterano barrio del Cuatro de Marzo, esperan desde el año pasado que el Ayuntamiento ejecute una intervención aprobada en el proceso de presupuestos participativos y dotada con 186.000 euros para que el deterioro de sus casas no vaya a más. «Es urgente», recalca Carlos Gutiérrez Vallelado, portavoz de la Asociación Virgen del Rosario, entidad que defiende los intereses de los residentes de la zona.
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El anterior equipo de Gobierno, tras el análisis de los técnicos municipales, dio vía libre a la obra para a atajar las filtraciones que se cuelan a sus viviendas -cinco portales- desde la zona ajardinada de la trasera de sus bloques, frente a la plaza del Doctor Quemada, pero de momento no saben nada. Solo que está confirmado que «llega de las redes de saneamiento y de riego», a lo que se suma una deficiente urbanización en superficie que lleva los excedentes del líquido hacia la edificación.
Pegotes de cemento y hormigón en el ángulo que forman fachada y acera intentan poner coto a la humedad externa, pero sirven de poco. «Aquí hay que excavar lo que haga falta y proteger bien la zona de viviendas», apuntan. Solo pasando la mano varias veces por esos parches se deshacen como azucarillos.
«Nos come la humedad», subraya Félix Renedo. Este veterano vecino ha invertido 33.000 euros en la reforma de su vivienda, pero teme que ese dinero, que ha ayudado a frenar los daños, se vaya diluyendo si nadie pone cerco al enemigo. «Si ves como estaba toda esta pared, te asustas: todo podrido», recalca mientras señala la parte de su casa que da al dichoso parterre. Y es que esta franja de bloques data de 1959 y su calidad constructiva no es la mejor, pero esas filtraciones agravan el estado de un caserío de mediados de siglo XX que sus ocupantes han mejorado a base de derramas comunes o de ahorros de economías obreras.
«En cuanto llueve toda esa zona se encharca y eso vuelve a llegar a la parte baja del edificio, se han ido poniendo remiendos, pero el agua es terca; incluso picaron ese bordillo de los jardines para que hiciera de desagüe y la llevara al césped, una chapuza», lamentan.
La joven Mencía Francisco ya no sabe qué hacer. «Tengo un deshumidificador y el depósito, que tiene dos litros y medio, lo tengo que vacíar cada día; los termómetros marcan un 78% de humedad dentro de casa y detrás de los muebles está todo lleno de moho, he usado todos los productos imaginables y nada», lamenta. Gutiérrez Vallelado considera que esa obra 186.000 euros bien ejecutada puede ayudar a paliar un problema que afecta principalmente a residentes de edad avanzada. El portavoz vecinal subraya que la reurbanización de la calle en la que se enclavan los inmuebles ha reducido los problemas considerablemente, pero la parte de atrás necesita una intervención «ya».
Los escritos de reclamación al Ayuntamiento son numerosos desde hace años y cuando el pasado en 2023, por fin, tuvieron respuesta en la selección de proyectos de los presupuestos participativos vieron la luz. «Insistiremos lo que haga falta para que se haga la obra porque está aprobada y tiene dotación económica», recalca el representante de la asociación.
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