![El vandalismo se ceba con las máquinas de 'vending' de un quiosco de Valladolid](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2023/08/16/5566-kzGF-U2001015993721bN-1200x840@El%20Norte.jpg)
![El vandalismo se ceba con las máquinas de 'vending' de un quiosco de Valladolid](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2023/08/16/5566-kzGF-U2001015993721bN-1200x840@El%20Norte.jpg)
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En el paseo Prado de la Magdalena se encuentra el quiosco Jumajo, con más de veinte años de historia en Valladolid. Situado en el entorno universitario y con varios colegios en las proximidades, parece el lugar ideal para la venta de caramelos y golosinas.
Pero ... sus propietarios consideraron que el modelo de negocio estaba algo anticuado, además de resultar muy sacrificado, por lo que decidieron transformar la forma de venta. «El quiosco tradicional siempre ha sido de ventas pequeñas. Para sacar beneficio tienes que estar muchas horas, en nuestro caso, desde las nueve de la mañana hasta las diez de la noche. Es una forma de vida que cuando ya llevas muchos años, es insostenible. Por eso decidimos invertir en máquinas de 'vending' veinticuatro horas», explica Julio Aguado
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Era un proyecto de cara a la jubilación que pronto se vió truncado. Las horas detrás de un mostrador se convirtieron en quebraderos de cabeza ante los continuos robos y destrozos que han sufrido las máquinas durante los últimos años. «En este 2023 llevamos ya tres robos», lamenta Aguado, quien señala que estos daños «no los cubre el seguro y somos nosotros quienes nos debemos hacer cargo».
Se trata de robos se asaltos en los que, según explica Julio Aguado, no se busca tanto el dinero como «entretenerse» y, de hecho, «normalmente los desperfectos están causados por menores de edad. A los últimos los han pillado y pertenecían al centro de menores». Los autores de los actos vandálicos se limitan a vaciar las máquinas de productos, «pero nunca se han llevado dinero». El establecimiento no cuenta con alarma, pero, según indica Aguado, «hay varios vecinos que son policías, y esa es la mejor alarma. Reaccionan rápido y eso ha permitido que siempre hayan sido localizados».
«A pesar de ser uno de los pocos quioscos de la zona, la venta iba a menos. Si le sumas todos los problemas y el aumento de los incidentes y altercados, es normal que cada vez cierren más compañeros», señala el propietario del negocio, que ve el futuro muy incierto.
«Lo único que nos queda es esperar a ver si cobramos, ya que saben quiénes han sido los autores del último robo. En este país los cobros son muy lentos. Si logramos cobrar los arreglos, se podrá volver a abrir; si no, será complicado, ya que las reparaciones son muy costosas y no las podemos hacer frente».
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