En la primera jornada en la que llevar mascarilla no es obligatorio en espacios exteriores, los vallisoletanos se muestran divididos ante esta nueva medida. Muchos prefieren seguir llevándola por precaución mientras que otros respiran aliviados. La decisión, tomada hace unos días por el ejecutivo, ha ... entrado hoy en vigor y los ciudadanos pueden no llevarla cuando paseen por la calle o si asisten a eventos multitudinarios y estén sentados a una distancia de metro y medio de personas no convivientes.
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Por la calle Santiago pasaban esta mañana trabajadores con paso ligero y jubilados algo más tranquilos. La edad no es importante ante la decisión de portar o no la mascarilla y los argumentos para defender cada postura son de lo más variados. «Creo que durante unos días seguiré llevándola porque me siento más segura con ella», explicaba Luz Aguado, cuidadora de personas mayores. Al contrario, Claudia Pastor, estudiante de medicina china, confesaba no llevarla desde hace tiempo porque «un virus es más pequeño que el poro de la mascarilla y es contraproducente estar respirando el mismo dióxido de carbono todo el rato. Cuando fue obligatoria en plena pandemia la llevaba pero ahora ya no». Asegura que a partir de hoy solo la llevará en lugares cerrados.
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Otros, en cambio, aseguraban desconocer que esta medida entraba hoy en vigor. «Había oído algo pero no sabía que a partir de hoy podía ir sin ella por la calle. De todas formas, creo que seguiré llevándola porque es más seguro», cuenta Andrea Betancourt, estudiante de auxiliar de enfermería. También están los que sí lo saben pero prefieren mantener su uso «por precaución», como Yoel Sánchez, quien explica que, al ser deportista apuesta por cuidarse. «Yo me cuido y seguiré llevándola, creo que todavía estamos en una situación complicada, pero el que no quiera ponérsela es libre de hacerlo, allá cada cual», precisaba.
Con la mascarilla bien ajustada, caminaba por la plaza Zorrilla Dori Delgado, quien aseguraba llevarla puesta porque se acababa de bajar del autobús. «En espacios cerrados y en el bus laseguiré llevando, pero ahora mismo me la voy a quitar porque respiro muy mal con ella por la calle», explicaba. En el mismo sitio, Isabel de la Fuente, vallisoletana que no la lleva puesta, agradece la medida porque, según reconoce, «me gusta pintarme los labios y con la mascarilla no puedo hacerlo».
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Empujando un carrito de bebé, Noemí Bocos precisa que «el riesgo está en los interiores y en la calle si se mantiene la distancia no es necesario llevar la mascarilla. Estoy contenta con la decisión y la seguiré llevando en los sitios concurridos y cuando crea que hay riesgo».
El ir y venir de ciudadanos por el centro de Valladolid mostraba una imagen similar a la de las últimas semanas y dejaba ver que la decisión de permitir ir sin mascarilla por la calle pasaba inadvertida para muchos. Ángeles Martínez agradece que la hayan quitado pero «tampoco está mal que la gente la siga llevando puesta». Con ganas de ver las caras de la gente mientras pasea, Ángel Martínez, piensa que «es una medida correcta porque ya es hora de reconocernos por la calle, que hemos cambiado y no nos enteramos».
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