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El vallisoletano que restaura de forma voluntaria los tesoros de Tierra SantaExperiencia personal, espiritual y profesional esquivando la intranquilidad diaria en medio de un conflicto armado. Este es el verano de Pedro Escudero, un joven que está pasando el verano en Tierra Santa en un momento de soledad y guerra ante el descenso de turistas a ... los santos lugares en un momento de hostilidades entre Israel y Hamás «aún con una vivencia única». Una contienda donde la vida cotidiana no hace la vida precisamente confortable, según puntualiza, pero donde las oportunidades surgen. Y éste vallisoletano, de 35 años, la aprovechó prestándose voluntario como restaurador de arte en el Terra Sancta Museum, un proyecto de la Custodia de Tierra Santa con dos sedes que abarca un complejo expositivo con restos arqueológicos de Jerusalén, Belén o Nazaret inaugurado en 2017 en el Convento de la Flagelación así como un museo en el Convento de San Salvador que está en pleno desarrollo para albergará diferentes tesoros de los franciscanos en Tierra Santa y que previsiblemente se estrenará en el año 2026.
Precisamente en este tiempo de preparación y desarrollo de la nueva instalación aceptaron la solicitud de Pedro, previo currículum y entrevista por internet, y desde el 16 de julio ha estado «disfrutando, viviendo, aprendiendo y trabajando de una situación inimaginable». «Me aceptaron porque lo que más les interesó eran mis trabajos de restauración de orfebrería dado que hay pocos restauradores de orfebrería y en Israel ninguno» explica este joven al contar sobre su situación que es un centro museístico que funciona de manera habitual con voluntarios «pero desde que comenzó la guerra -el 7 de octubre de 2024- apenas hay voluntarios aunque he coincidido con tres –dos franceses y un italiano- pero hacían trabajo de oficina».
El contrato de voluntario consiste en que se paga el transporte y el seguro médico obligatorio. A cambio, comida y cama en el convento de la Flagelación que es sede del Studium Biblicum Franciscanum, la Facultad de Ciencias Bíblicas y Arqueología de la Pontificia Universita Antonianum de Roma. A partir de aquí, Pedro está restaurando en Jerusalén pintura, escultura, orfebrería, armas y bienes inmuebles habiendo intervenido en medio centenar de piezas de especial historia y trascendencia dado que el museo custodia los regalos que han hecho papas, reyes, religiosos, nobles o peregrinos a lo largo de la historia a la Custodia de Tierra Santa: «Ha sido un trabajo casi indescriptible, consciente de la riqueza histórica y material de lo que tenía entre manos» detalla este restaurador al reconocer también que, en plena Tierra Santa, «he tenido que hacer algún milagro porque aquí no había productos específicos de restauración y traerlos de fuera es caro y difícil» con lo que, añade entre risas, «he estado haciendo piruetas para sacar muchos trabajos adelante».
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Haciendo balance de su etapa tiene en su haber la mítica espada de Godofredo de Bouillón, primer cruzado y primer rey de Jerusalén durante la primera cruzada -año aproximado de 1100- con la que se nombraba caballeros con su imposición. También su cruz y sus espuelas. Otras de las labores de más entrega y dedicación ha sido la diadema de diamantes hecha en España regalo de Pablo VI a la Virgen de la Anunciación de Nazaret, un atril de taracea de las indias de Joao VI de Portugal, una custodia de plata regalo del papa Benedicto XIII (1725 aprox), un incensario de 1500 veneciano o un juego de candelabros con ángeles de plata regalo de la María Teresa de Habsburgo, emperatriz del Sacro Imperio Romano Germánico. Asimismo destacan distintos cálices de Felipe II «que como paisanos que somos me hacía especial ilusión» junto con la cruz de marfil que se usaba en el Santo Sepulcro el Viernes Santo o el retrato del emperador Francisco José, el marido de Sisí Emperatriz.
«Todo esto es obra de los mejores artistas de cada país ya que se trataban, en su mayor parte, de encargos reales y las donaciones representaban lo mejor de cada país para la Custodia de Tierra Santa» indica este vallisoletano que en sus últimos días en Jerusalén se muestra radiante «ante la gran responsabilidad que significa restaurar piezas con una gran carga histórica y simbólica» recordando en este punto el trabajo más minucioso, recuperar una custodia de estilo neogótico de mediados del siglo XIX, alemana, «que tuve que desmontar completamente con más de un centenar de tornillos y tuercas diminutos».
Días complicados en Tierra Santa
Y esta intensidad laboral, aún voluntariosa, todos los días tenía una gran recompensa: recorrer las calles de la vieja ciudad, las mismas vías por donde transcurrieron los últimos momentos de la vida de Jesucristo, compartiendo con la acogida de los frailes franciscanos aún en la tristeza e inquietud de pasear por un territorio herido por la guerra: «Prácticamente todos los días de mi estancia aquí -menos dos- recorría el camino al Santo Sepulcro. Algunos días compartía espacio y tiempo con peregrinos pero otros muchos estaba yo solo». Él trabaja en San Salvador pero vive en el barrio musulmán, en el Convento de la Flagelación, junto a la explanada de la Cúpula de la Roca y la Mezquita de Al Aqsa, y jornadas como cuando asesinaron al líder de Hamas en Irán «daba un poco de miedo».
Es más, continúa Escudero, «el viernes siguiente hubo mucho jaleo con lo que en el convento me dijeron que saliera antes de trabajar para llegar antes de encontrarme a todos los musulmanes camino a la oración ya que podría haber altercados con el ejército. También Irán juró venganza, entonces estábamos preparados de que en cualquier momento podrían atacar, pero pasaban los días y no atacaban». «Es una forma de erosionar la moral de la población, porque vives en alerta continuamente, y eso termina pasando factura» explica este vallisoletano con cierta angustia en la conversación al recordar también las instrucciones que recibió en caso de que sonasen las alarmas antimisiles: «En teoría tenemos un minuto y pico para ir al refugio más cercano pero en la ciudad vieja no tenemos ningún refugio así que lo único era alejarse de las ventanas e intentar bajar a los sótanos». «Gracias a Dios no las he oído», concluye.
Su vida se hizo «muy interesante», considera este también cofrade vallisoletano de la Orden Franciscana Seglar-La Santa Cruz Desnuda, al enumerar todas las personas con las que ha compartido, al menos, ciudad, durante este verano como son los judíos, judíos ortodoxos, judíos asquenazis, musulmanes, católicos, greco ortodoxos, ortodoxos rusos, etíopes, coptos, armenios, greco-católicos, armenios católicos, protestantes… «y hay problemas entre todos y los cristianos en el medio». Es una radiografía de un Jerusalén «desconocido» que le impactó por la ausencia de peregrinos «porque la mayoría no había y entonces te das cuenta de la suerte que tienes de andar por esas calles».
Y en esta línea aporta un dato: en condiciones normales al Santo Sepulcro suelen entrar una media de 30.000 personas mientras que en la actualidad no llegan a 500 personas con lo que, como también detalla, el 90% de las tiendas de la ciudad vieja que están enfocadas al turismo: souvenirs, artesanía, cremas del mar muerto, objetos religiosos, refrescos… «no tienen clientela y muchos tan siquiera abren por lo que hablando con ellos reconocen que la situación es insostenible». Se trata de una situación que se repite en otros muchos santuarios como Getsemaní, La Flagelación, San Pedro Gallicanto, la Dormición, Ain Karen o Betfagé «donde ahora visitas la iglesia tú solo cuando de normal hay colas y bullicio de gente».
Reliquia de San Pedro Regalado
Así las cosas, ante la experiencia «única» de la labor de restauración de objetos preciados se añade, por ejemplo, que una noche se pudo quedar en el Santo Sepulcro a puerta cerrada y presenciar el cierre y la apertura de la puerta o desayunar y comer en el convento franciscano existente en las dependencias del Santo Sepulcro hasta el punto, «incluso», que ha participado todos los días en la solemne procesión franciscana que hacen por el Santo Sepulcro pasando por todos los altares. Y, entre otros muchos recuerdos imborrables, destaca haber podido participar en el Vía Crucis por la Vía Dolorosa. «Estoy eternamente agradecido por la acogida y el tratamiento recibido», se emociona Pedro Escudero ante El Norte de Castilla a la vez que revela con un orgullo especial que el día 1 de agosto entregó una reliquia de San Pedro Regalado.
Se trata de un regalo del Cabildo de la Catedral de Valladolid al Santo Sepulcro de Jerusalén. En la misa de las 7:30 de la mañana celebró misa el guardián del convento del Santo Sepulcro, Fray Stephan Milovitch, en el Edículo aunque se celebra dentro, sobre la tumba de Cristo. Encima del altar, la reliquia, rezando por el Cabildo, la ciudad y la diócesis de Valladolid. Después, se dio la bendición con la reliquia y, a continuación, se dio a venerar a los fieles que asistieron a la misa. La reliquia pasa a formar parte del relicario del Santo Sepulcro y su relicario contiene la siguiente inscripción: «Esta reliquia de San Pedro Regalado, Patrón de la ciudad y Diócesis de Valladolid, primer santo franciscano español, es un presente a la custodia de Tierra Santa de parte del Cabildo de Valladolid, España. Agosto 2024».
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