![El 'vallisoletano' Álvaro Pombo estudió en el San José y su familia vivió en el Palacio de Villena](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2024/11/13/pombo-kBHB-U2201819544029CJH-1200x840@El%20Norte.jpg)
![El 'vallisoletano' Álvaro Pombo estudió en el San José y su familia vivió en el Palacio de Villena](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2024/11/13/pombo-kBHB-U2201819544029CJH-1200x840@El%20Norte.jpg)
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«El 23 de abril tendremos nuestro corazón en Alcalá de Henares», aseguraban este miércoles desde el Colegio San José, apenas unas horas después de que Álvaro Pombo (Santander, 1939) haya sumado su nombre al listado de literatos merecedores del Premio Cervantes, el máximo ... galardón de las letras españolas, que le será entregado el próximo Día del Libro en la localidad madrileña. Pombo fue alumno de este colegio vallisoletano en los cursos 1954-55 y 1955-56. «No era buen deportista, era mal estudiante, pero tenía la habilidad de hablar, escribir y que me lo publicasen. Después de estudiar en el Colegio de los Padres Escolapios de Santander estuve interno en Valladolid y un maestro estaba convencido de que iba a ser escritor», recordaba en una entrevista en RTVE.
Con el paso de los años, en más de una ocasión, el literato ha visitado las aulas donde estudió de joven y el patio de columnas en el que tantas veces jugó. Su última vez por allí fue en 2023, como recuerda la dirección del centro, que exhibe con orgullo una fotografía de la promoción de Pombo. Es precisamente el catálogo de 1955 el primero que se conserva con fotos en los archivos del centro.
«Valladolid es uno de los sitios poéticos de mi juventud», ha declarado el más reciente Premio Cervantes, quien mantiene una estrecha relación no solo con la capital del Pisuerga, sino también con Palencia y Tierra de Campos. «Soy de Santander, pero mis padres tenían una finca entre Palencia y Valladolid, al lado de Ampudia de Campos. Yo bajaba a Valladolid mucho, en bici, en moto y a caballo. Y guardaba el caballo en las traseras de la catedral, que las gestionaba un sacristán que había estado trabajando para nosotros y me permitía dejar allí la bici o la yegua, que se llamaba Estrella. O, cuando había suerte, una moto Gucci que compartíamos varios», explicaba hace dos años en una entrevista para El Norte de Castilla.
En ella, reconocía que uno de sus recuerdos imborrables de Valladolid es la niebla. «Las nieblas, que son esenciales en mis novelas, se basan en la niebla de Valladolid, que no tiene comparación. Ni siquiera la de Londres. Ni en espesor ni en frío ni en espanto se puede comparar con la de Valladolid, que es la verdadera niebla».
De su etapa en el San José, Pombo recordaba su amistad con el filósofo José María Cagigal y de sus paseos por Valladolid, las visitas al Salón Ideal (en la calle Santiago) «donde tomábamos café y tortitas».
Pero su vinculación con estas tierras castellanas viene de muy lejos. De generaciones atrás. Lo recordó el propio Pombo en una entrevista para el programa 'El faro', de la Cadena Ser. «Mi tatarabuelo, don Juan Pombo Conejo, venía de Palencia. Era un harinero emprendedor que había hecho una especie de concentración parcelaria y llevado el trigo hasta Santander para luego venderlo en Venezuela y el Caribe. Llegó a ser muy rico. Uno de los nuevos ricos harineros de mediados del siglo XIX». Incluso, recuerda el escritor, se convirtió en personaje literario de la mano de Pérez Galdós, quien en uno de sus 'Episodios nacionales' incluyó una escena en la que Juan Pombo recibía en su casa de El Sardinero (Villa Piquío) a Amadeo de Saboya, quien le concedió el título de Marqués de Casa Pombo. El antepasado del escritor llegó a ser senador real por la provincia vallisoletana en 1872, 1876, 1877 y 1878-80. En 1881 fue designado por Palencia.
La Real Academia de la Historia traza la biografía de este tatarabuelo del nuevo Premio Cervantes. Juan Pombo Conejo nació en Villada (Palencia) el 29 de agosto de 1815 y falleció en Santander el 27 de mayo de 1889. Se casó en 1816 con una vecina de Frómista, Florentina Villameriel. El enlace tuvo lugar en la catedral de Santander, donde Juan había llegado muy joven, poco después de cumplir los 16 años, con un encargo familiar: dar allí salida al trigo y la harina que producían y comercializaban en Tierra de Campos. Con el tiempo, se convertiría «en uno de los personajes más representativos de la vida local», como recuerda su perfil en la Real Academia.
Y en ese mismo texto, se recuerda su importante vinculación con Valladolid, donde tenía varias propiedades. Y muy señeras para la ciudad. «Fue propietario del palacio del Marqués de Villena, sede del actual Museo Nacional de Escultura», de una casa en la plaza de Santa Ana («antiguo parador de diligencias) y de la casa palacio del marqués de Távara, en la calle Angustias, aposento de los reyes de Castilla en el siglo XV». Esa misma biografía recuerda que en 1865, en Valladolid, «realizó una de las más importantes inversiones del sector harinero en la fábrica de harinas 'El cabildo'». Llegó a ser «el primer productor del país» y en 1875 se convirtió en el primer contribuyente de Valladolid.
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Antonio Paniagua
En su libro 'Santander, 1936', publicado por Anagrama en enero de 2023, Álvaro Pombo evoca esta historia familiar dentro de una trama protagonizada por Álvaro Pombo Caller, tío carnal del nuevo Premio Cervantes. Y allí, hay un capítulo, el 18, en el que se presenta a un personaje, Luciano Malumbres, que sigue un camino similar al que emprendieron varios de sus antepasados. Cuenta Pombo que Malumbres llegó a Santander en 1916, procedente de Palencia. Y a continuación escribe: «Hay una continuidad espiritual entre Santander y Palencia. Que vuelve a Palencia especial para los santanderinos y, al revés, a Santander especial para los palentinos. En Santander se comía mejor que en Palencia, más filetes con patatas fritas, más huevos de gallinas rurales. Y se comía borona. En Palencia, en cambio, se comía mucho pan seco, la hogaza. Muy sabrosa los primeros tres o cuatro días, que se iba endureciendo poco a poco, pero que podía durar dos semanas bein administrada». Y añadía: «Los palentinos eran cetrinos, enjutos y más bajos. Los santanderinos eran más altos y con frecuencia rubios, rubiales».
Pombo regala un párrafo más de estas relaciones entre Cantabria y la meseta. «Santander era el puerto de Castilla. Y entre la provincia de Santander y la provincia de Palencia tenía lugar, nada más llegar a Mataporquera, un diferente aire al respirar. De Mataporquera para abajo, yendo en direccion a Santander por Reinosa, Torrelavega y Las Hoces, se respiraba un aire fresco y húmedo. Y al revés, de Mataporquera en adelante, ancha era Castilla, y se empezaba a respirar ya lo llano y lo seco. Los palentinos nos sentimos más hermanos de los santanderinos que de los leoneses y al revés».
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