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El calor extremo registrado durante el verano pasado en Valladolid (con el mes de julio más sofocante desde que existen registros y máximas por encima de la media desde junio a septiembre) es el principal motivo atribuido al fallecimiento de 167 personas durante el año 2022 en la provincia.
La revista 'Nature medicine' ha publicado el primer informe europeo que calcula la mortalidad prematura atribuible al calor, con un análisis de los datos de temperaturas y defunciones de 823 regiones (35 países) durante el periodo 2015-2022. A partir de este cruce de cifras, los investigadores concluyeron que entre el 30 de mayo y el 4 de septiembre de 2022 se produjeron 61.672 muertes atribuibles al calor en estos países.
En el caso de Valladolid, fueron 167. Estas cifras la sitúan como la provincia número 18 con una mayor tasa de mortalidad (calculada en función del número de muertes por millón de habitantes). Esta tasa en Valladolid fue de 315 (por encima de la media nacional, de 237). La provincia donde el calor tuvo un mayor impacto en la salud de sus vecinos fue Zamora, con una tasa de 587 (109 fallecimientos en términos absolutos), seguida por Orense (una tasa de 466) y Cáceres (460).
Uno de los factores más importantes que hay que tener en cuenta a partir de estos resultados no es solo el de las temperaturas máximas alcanzadas en cada territorio, sino también el envejecimiento de la población de cada una de estas provincias, lo que hace que Castilla y León se sitúe en cifras de mortalidad atribuible al calor por encima de otros lugares que registran temperaturas más sofocantes, como Córdoba o Jaén, pero con una población más joven y, por lo tanto, con menos patologías previas que se pueden ver agravadas por el calor.
De hecho, de las 11.324 muertes atribuidas a las temperaturas disparadas en España, la mayoría (9.436) son de personas mayores de 80 años (son el 83,3%). El 13% tenían entre 65 y 79 años y el 7% aún no habían cumplido los 65.
Además, no hay que perder de vista otro factor: el umbral del calor extremo no es el mismo en todas las provincias. El Ministerio de Sanidad ha publicado recientemente un informe que establece cuál es la temperatura a partir de la cual hay que activar protocolos especiales para evitar los golpes de calor. Y esta frontera no es igual en todo el país. También los cuerpos «se hacen» al entorno. En Valladolid, por ejemplo, esos valores que empiezan a ser preocupantes se sitúan en los 36 grados. En Córdoba, la frontera se ha fijado en los 41,5 grados. En Badajoz, a partir de los 41. En Asturias hay que extremar las precauciones cuando se superan los 26.
En el caso de Valladolid, las estaciones medidoras de la capital han contabilizado 180 jornadas en las que, a lo largo de este siglo, se han superado esos 36 grados de temperatura. De ellas, 29 tuvieron lugar durante el verano pasado, en el año 2022.
Si nos fijamos en el periodo de referencia del informe del Instituto de Salud Global (publicado en la revista 'Nature medicine') vemos que durante ese periodo de referencia (del 30 de mayo al 4 de junio) hubo varios periodos en los que se superaron esos 36 grados de umbral durante varias jornadas consecutivas. Ocurrió durante seis días seguidos del 12 al 17 de junio y durante nueve tórridas jornadas del 10 al 18 de julio, cuando la provincia alcanzó además su pico máximo histórico de temperaturas (41,1 grados el 15 de julio).
También se superaron los 36 grados los días 21, 23 y 24 de julio. Hubo un nuevo episodio de cuatro días a principios de agosto (del 1 al 4) y otro más de seis jornadas apenas unos días después (del 7 al 12), con fechas aisladas a partir de ese momento, como el 24 de agosto. Esta sucesión de varias jornadas con calor extremo es importante ya que, como explica el Ministerio de Sanidad, «el exceso de mortalidad se asocia a periodos de tres o más días» con temperaturas altas y no habituales.
El Ministerio de Sanidad, en su Plan Nacional de Actuaciones Preventivas de los efectos del exceso de temperaturas sobre la salud, explica que unos valores muy elevados «producen pérdida de agua y electrolitos que son necesarios para el normal funcionamiento de los distintos órganos». Y esto se agrava en «algunas personas con determinadas enfermedades crónicas, sometidas a ciertos tratamientos médicos y con discapacidades que limitan su autonomía», ya que «los mecanismos de termorregulación pueden verse descompensados».
«La exposición a temperaturas excesivas puede provocar problemas de salud como calambres, deshidratación, insolación, golpes de calor (con problemas multiorgánicos que pueden incluir síntomas como inestabilidad en la marcha, convulsiones e incluso el coma», alertan desde el Ministerio.
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Recuerdan además que las personas mayores y los menores son «más sensibles» a estos cambios de temperatura. «Los primeros tienen reducida la sensación de calor y por lo tanto la capacidad de protegerse (existe un paralelismo entre la disminución de la percepción de sed y la del calor). A ello se suma la termólisis reducida del anciano (numerosas glándulas sudoríparas están fibrosadas y la capacidad de vasodilatación capilar disminuida)».
Cruz Roja ha recordado esta semana varias acciones para evitar los efectos del calor sobre la salud. El más importante, mantenerse bien hidratado. Una acción tan sencilla como beber agua (adelantarse a la sensación de sed) es clave. Se debe evitar además el consumo de bebidas que contienen cafeína y alcohol. La ONG recuerda que los signos de un golpe de calor incluyen vómitos, confusión, desorientación, piel seca y caliente o pérdida de conocimiento
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Diego Fernández
Carmen Barreiro
El Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó el 27 de junio la estadística de defunciones del año 2022 según la causa de fallecimiento. Y allí, constata un incremento de la mortalidad entre los meses de mayo y agosto de 2022. Fue el 20,5% más que el año anterior, sobre todo entre las personas de 75 y más años.
Hubo 355 muertes relacionadas directamente con el calor (122 casos de golpes de calor en toda España, frente a los 47 de 2019, y 233 de deshidratación). Pero la mayoría fueron atribuibles a patologías crónicas previas «consideradas de riesgo ante situaciones de altas temperaturas». Así, las muertes por enfermedades hipertensivas aumentaron el 36,9%, las de diabetes subieron el 31,2% y las de trastorno senil y presenil crecieron el 19,8%, en gran parte por ese exceso de calor.
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Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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