Valladolid registra 47 muertes por suicidio al año: 1.066 en lo que va de siglo

La Policía Local, consultada por este periódico, ha confirmado que se han incrementado en los últimos meses el número de intervenciones en sucesos de este tipo. Y la alarma social tras los últimos acontecimientos ha llevado a que el Ayuntamiento ponga en marcha un plan municipal de prevención del suicidio. La explicación de estos recientes sucesos, muy seguidos en el tiempo, no es sencilla.

«Nos da la sensación de que hay un 'boom' de los suicidios y no es cierto. Es un tema que puede aparecer en cualquier momento y no parece que haya una temporalidad», explica Jesús de Blas, vicedecano del Colegio de Psicólogos de Castilla y León. El experto apunta a que «no se conocen todos los suicidios que se producen», desde los que tienen lugar en la privacidad de un domicilio a los que «se enmascaran como un accidente».

Los datos recabados por el Instituto de Medicina Legal (IMLCF) revelan que en los últimos 22 años se han suicidio 1.045 personas en Valladolid. A esta cifra hay que sumar 21 casos registrados durante el primer semestre de 2023, recogidos en la estadística provisional del INE sobre causas de defunción durante el pasado año. De las 21 personas que decidieron quitarse la vida, 13 fueron hombres y 8 mujeres.

El patrón se repetía en 2022, según los mismos datos del IMLCF, con 55 fallecidos por suicidio y lesiones autoinfligidas, de los cuales 37 fueron hombres y 18 mujeres. Esto se traduce en que cerca de un 70% de las personas que se suicidan, son hombres. Aunque la situación se invierte si hablamos de tentativas: «En los intentos de suicidio, por cada hombre hay tres mujeres y en los suicidios reales que han llevado a términos es al revés».

Entre la casuística, el experto apunta al empleo de «procedimientos más letales» por parte de los hombres y a una mayor exigencia en cuanto al cumplimiento de un «programa de vida». Esto último también explicaría, en parte, que los datos arrojen que el mayor número de suicidios se de en las edades comprendidas entre los 30 y los 50 años, sitúa De Blas: «Lo que hay de fondo es una desesperanza, una falta de objetivos vitales. Por eso quizás es un momento delicado para los jóvenes que están intentando hacer un plan de vida y no lo consiguen». Aunque matiza que no se puede hablar de casuísticas cuando hablamos del suicidio, ya que «no hay una razón causa efecto que establezca el suicidio y si algunos elementos que lo facilitan».

De las 55 personas que se quitaron la vida en Valladolid en 2022, diez eran menores de 30 años. Otros tenían edades comprendidas entre los 31 y los 70 años. Y 16 personas más se suicidaron con más de 71 años, lo que supone que un 30% de las muertes autolíticas en la provincia las protagonizan personas de avanzada edad. A nivel nacional, las tasas más altas de suicidios por cada 100.000 habitantes se concentran a partir de los 75 años, especialmente en la franja entre los 85 y los 89 años, con 19,4 suicidios por cada 100.000 habitantes, frente a la media 8,8.

«Frases como qué hago aquí o no hago más que estorbar indican que hay un sufrimiento de fondo, pero para la familia es muy difícil asumir que hay un riesgo suicida», explica el psicólogo, que apunta a las enfermedades terminales y a las situaciones de dependencia como dos de los facilitadores que puede llevar al suicidio a las personas mayores.

«Lo mismo que puede serlo la depresión o algún otro trastorno psicológico, pero no son causantes», prosigue el representante del órgano colegiado, que explica que el suicidio a cualquier edad es «una circunstancia vital que está rodeada de componentes sociales, psicológicos y personales» y que no hay un patrón específico: «Lo que sí que hay es un sufrimiento personal, porque el suicida no quiere morir, lo que quiere es dejar de sufrir».

Tampoco existe un perfil de los pacientes que acuden a las consultas de psicología, que han experimentado un incremento tras la pandemia: «Se ha entendido que la salud mental es una parte importante del bienestar personal y ha habido un 'boom' de las consultas de psicología, pero han sido de todas las edades y patologías».

La necesidad de atención psicológica y de apoyo también se ha trasladado a las líneas de atención telefónica para personas en situaciones de vulnerabilidad personal o con ideaciones suicidas. Así lo confirma Asunción González, al frente del Teléfono de la Esperanza en Valladolid, que atiende 5.000 llamadas al año. «Suelen llamar más mujeres que hombres y lo hacen por temáticas muy dispares como una situación de soledad, enfermedades mentales y malas interrelaciones».

De Blas advierten de que la atención a través de esta y otras líneas de teléfono, como el 024, es insuficiente. «Una persona que esté en esas condiciones lo que necesita es ir a terapia. Y o tiene 70 euros para las consultas psicológicas o que Dios le pille confesado, ya que no está cubierto por la Seguridad Social». Desde el Colegio piden que se ponga en marcha un Plan Nacional de Prevención del Suicidio, que permita dotar de medios a la Atención Primaria y estudiar los elementos preventinos para la detección de las personas en riesgo.