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El edificio residencial más bello de Valladolid volverá a lucir en todo su esplendor. La prensa de la época, a finales del siglo XIX, bautizó así el inmueble (el más bonito) y se rindió ante la rica decoración de la Casa Resines, el bloque ... que desde 1891 ocupa los números 8 y 9 de la Acera de Recoletos y que ahora vivirá la completa restauración de su fachada.
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Los andamios anuncian ya el inminente inicio de unos trabajos que permitirán concluir la restauración que comenzó en 2015, cuando se llevó a cabo la rehabilitación de la mitad del inmueble, vinculado con el número 8. En aquel momento, no hubo acuerdo para extender el proyecto al portal del 9 y es ahora, con una nueva propiedad, cuando se ha decidido emprender la restauración. El reto es mayúsculo, ya habrá que replicar aquí, diez años después, los resultados obtenidos en el número 8 para que ambos tramos gemelos de la fachada luzcan con unidad.
Por eso, se ha confiado el proyecto al mismo arquitecto que llevó a cabo la rehabilitación del año 2015, Mariano Benito, quien confía en contar también con el aparejador con el que trabajó entonces, Juan Carlos Ortega. Ya tienen, de aquella intervención anterior, muy estudiada la fachada. Benito recurrió para ello a los planos originales, y consultó fotografías antiguas y expedientes históricos, procedentes del Archivo Municipal, para documentar su labor. «Es verdad que ya han pasado diez años y se podría pensar que por ese paso del tiempo este portal estaría en peores condiciones, pero siempre he defendido que el estado del número 8 era peor. Allí se habían hecho varias reparaciones anteriores (la más importante en 1975) a base de siliconas y resinas, lo que había dañado mucho más el mortero original», cuenta Benito, quien subraya que el compromiso («tanto del Ayuntamiento, como de la propiedad y nuestro») es alcanzar una réplica exacta de los resultados obtenidos entonces.
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El reto es que no haya diferencias entre las dos partes del edificio, que no se note que hay diez años de desfase entre las dos obras. «Ahí está la dificultad. Los colores los podemos igualar, pero hay que tener en cuenta que durante esta década, el sol también ha hecho su trabajo», cuenta Benito, quien destaca una ventaja con respecto a la obra del número 8 (el de la izquierda según se mira el bloque con el Campo Grande a la espalda). En aquel portal, los propietarios eran muy variopintos y, por ejemplo, no se hizo una intervención unitaria en carpintería (unos emplearon aluminio, otros madera…). «Desde la acera apenas se aprecia, pero ahora, al ser un único propietario, se podrá dar más unidad en ese aspecto».
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Víctor Vela
El proyecto contempla la restauración, uno por uno, de todos los capiteles. El principal material aquí es la escayola, por lo que habrá que buscar especialistas para un trabajo tan delicado. Será necesario recuperar también la cornisa ornamental y las balaustradas de los balcones, donde «no servirá con poner una tirita». «Estas estructuras cuentan en su interior con una armadura de hierro que habrá que reponer. No basta con recuperar la piedra exterior. El agua hace su trabajo, oxida el hierro y acaba reventándolo todo. Si solo curamos la herida superficial (la decorativa) no se acabará con el problema. Hay que resolver por completo esos problemas en la armadura de hierro», indica el arquitecto responsable del proyecto.
También está prevista la recuperación de la columna de piedra que se eliminó en su día para hacer más grande el escaparate de uno de los locales comerciales. Y se intervendrá en los miradores, con el objetivo de hacerlos simétricos con los del número 8. Otro aspecto que se tendrá en cuenta durante la obra es la conservación de los nidos de golondrinas en la cornisa. «Se mantendrán, como ya hicimos hace diez años. Los nidos no se tocan. Necesitaremos para ello andamios con lonas abiertas». Pero sí que habrá que hacer frente al poder destructor de las palomas, que no solo han ensuciado la fachada, sino que también han hecho de las suyas en el interior del inmueble.
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De momento, el proyecto no incluye la restauración de las viviendas. El edificio gemelo, el del número 8, dispone de cinco plantas, dos viviendas en cada, con superficies de 312 metros cuadrados en los pisos de la derecha y 276 en los de la izquierda (de acuerdo con los datos del catastro). En la última planta, los pisos son más pequeños (no superan los cien metros cuadrados) y en los bajos hay dos locales comerciales de 209 y 221 metros, respectivamente).
Hoy esas viviendas están completamente abandonadas, como se aprecia sin dificultad desde el exterior. Los cristales de las ventanas están rotos y los marcos, en muchos casos, destrozados. Hay paredes con los papeles decorativos levantados. Muchos de estos pisos estuvieron ocupados por oficinas y empresas. Por ejemplo, durante la década de los 90, en la tercera planta, estuvo el Instituto de Enseñanzas Técnicas (donde se impartían cursos de estética o informática. Aquí, a principios de los 80 tuvo su sede de Unión de Centro Democrático (UCD) y más tarde Airtel. Entre sus últimos ocupantes, una residencia de ancianos que ocupó los dos pisos del tercero y uno de la segunda planta desde 1997 hasta su cierre en 2005. Los contratos de alquiler ya no se renovaron en 2008, el inmueble quedó abandonado y salió a subasta en marzo de 2019. En los bajos comerciales estuvo la empresa de jardinería y maquinaria agrícola Sanz.
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El edificio Casa Resines recibe su nombre de Francisco Resines Trocóniz, un comerciante y «acaudalado propietario» famoso en la ciudad por regentar el Gran Bazar de F. Resines, en el número 15 de la misma Acera de Recoletos. El empresario encargó al arquitecto Julio Saracíbar (autor también de la Casa Mantilla) la construcción de una vivienda, que se empezó a levantar en 1891.
«La fachada ofrece un aspecto grandilocuente», recoge el libro 'Guía de la arquitectura de Valladolid'. «Para ello, recurre a una inspiración lingüística renacentista florentina pasada por una evidente revisión de los temas característicos de la arquitectura de la escuela de Chicago». Decorado con atlantes, capiteles vegetales y numerosa ornamentación en la fachada, se le definió como el edificio residencial más bello de Valladolid.
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