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Valladolid, como ocurrió también en 2019, es el territorio de la comunidad que más asalariados congrega con 217.636 personas por las 222.826 registradas hace dos años, una bajada de casi el 2,4% con 5.190 trabajadores menos. En total, 201.704 ... trabajadores se quedaron, mientras que se produjeron 16.504 bajas según el último registro estadístico de la Agencia Tributaria.
En cuanto a los flujos de salida y entrada de asalariados, de los 18.899 castellanos y leoneses que dejaron la región para trabajar, 3.121 son vallisoletanos, y entre ellos, se encuentra Ana García-Marina, ejemplo de una jóven que, en este caso por voluntad, decidió emprender el rumbo hacia Santander para trabajar.
Ana García-Marina, a sus 23 años, recorrió el camino inverso al de Laura. Vallisoletana de cuna, trabaja ahora como enfermera en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla de Santander. De igual manera, al contrario que en el caso de la periodista, el traslado de Ana hacia tierras cántabras se produjo más por ilusión que por obligación.
«Me fui en abril, por lo que tan solo llevo ocho meses fuera. Decidí marcharme, no por huir, sino por valorar en la distancia todo lo que aquí he dejado -aunque también lo hacía antes- . Cambiar la perspectiva, el escenario y el ambiente, es uno de los objetivos que siempre he querido cumplir, a sabiendas de lo que esto podría suponer», explica Ana sobre su decisión. Además, su deseo de desenvolverse fuera de su «zona de confort» y de crecer como persona certificaron su intención de dejar Valladolid pese a las numerosas ofertas de trabajo que la covid ha dejado en su sector.
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«Por suerte o por desgracia, no es difícil encontrar trabajo como enfermera debido a la situación de pandemia en la que llevamos inmersos dos años. Por lo tanto, podría haber elegido quedarme en Valladolid si hubiera querido», aclara la joven vallisoletana.
Dice sentirse afortunada tanto por el apoyo familiar y de sus amistades como por su formación académica desde sus comienzos en el colegio Maristas hasta los últimos estudios en la Universidad de Valladolid. Es en su etapa universitaria donde Ana, como suele ser habitual, tuvo su primer contacto con el mundo laboral a través de unas prácticas.
«Hice un rotatorio de prácticas en la unidad de trasplante hepático del Hospital Universitario Río Hortega, donde aprendí muchas de las técnicas fundamentales para trabajar en atención especializada. El siguiente rotatorio lo hice en el servicio de Oncología del Hospital Clínico Universitario de Valladolid que, sin duda, marcó un antes y un después. Allí fue donde realmente comprendí que la parte humana de una enfermera es igual de importante, o más, que la parte técnica», comenta acerca de cómo le cambio esta última experiencia.
Fue en su último paso por Ancona, Italia, donde realizó diferentes servicios en maternidad, obstetricia, cuidados intensivos neonatales, urgencias y psiquiatría. Y también allí, en el país transalpino, le pilló el inicio de la pandemia. «Justo me pilló allí, por lo que tuvimos que confinarnos 3 meses y volver a España repatriados en barco», añade Ana.
Tras graduarse, preparó el examen EIR, y aunque no consiguió sacarlo adelante, se muestra agradecida por ello. «No saqué ninguna plaza pero, hoy en día, me alegro de que todo haya sucedido así porque de otra manera no estaría donde estoy ahora», apunta.
Pese a estar a gusto en Santander, Ana no descarta su regreso a la tierra que le vio nacer. «Me he ido con la idea de volver en algún momento. Es una pena que muchas personas se tengan que ir queriendo quedarse por el hecho de que la oferta laboral en su ámbito sea escasa o nula. Considero que Valladolid es una ciudad perfecta para vivir» concluye Ana.
Pero Valladolid también atrajo gente en el último ejercicio para encontrar aquí una oportunidad laboral. Fueron 4.945 los asalariados se decantaron por trabajar en la provincia vallisoletana de los cuáles 2.375 provinieron del resto de provincias de la región y 2.570 son de otras zonas de la geografía española.Laura Gómez es una de las que recorrió el camino desde su Cantabria natal para conseguir un empleo en la capital vallisoletana.
Laura Gómez es una de tantas jóvenes que tuvieron que emigrar desde sus hogares a otras partes de España para poder encontrar un trabajo. Su periplo de idas y venidas desde la localidad cántabra de Soba, su municipio natal, no ha cesado desde que salió con el birrete y la orla por las puertas de la Universidad de Valladolid en 2019 dispuesta a enfrentarse al mercado laboral. Con escala en Granada para completar su formación con el Máster de Nuevos Medios Interactivos y Periodismo Multimedia de la UGR, Laura regresó a su tierra con intención de lograr allí un empleo que le permitiese demostrar su valía con la pluma.
Ella es una de las más de 3.000 personas que salieron de Cantabria el pasado año para trabajar en otras CCAA. Del mismo modo, y este hecho es menos habitual, es también uno de los cerca de 15.000 trabajadores que ha llegado en este último año a Castilla y León según datos de la Agencia Tributaria.
«Tras finalizar el máster volví a Cantabria, pero regresé a Valladolid por la falta de ofertas de trabajo», comenta. A pesar de buscar de manera concienzuda, Laura no encontró empleo y fue entonces cuando pensó en emprender, como la mayoría de los jóvenes en la actualidad, el camino hacía las grandes ciudades donde pese a la alta demanda de empleo existe, normalmente en condiciones precarias, la opción de desarrollar las primeras experiencias laborales.
Sin embargo, la periodista es una de las 2.570 personas que terminó recalando en Valladolid, una ciudad que conoce y en la que mantiene contactos y amistades desde su etapa universitaria. «A pesar de los grandes esfuerzos que hacen los Ayuntamientos para fomentar e incentivar el trabajo juvenil en las zonas, sobre todo, rurales, no siempre se consigue dar trabajo a todos y, además, correspondiendo con el sector para el que han estudiado. Muchas veces se ven limitados por los medios y recursos de los que disponen. Esto al final nos perjudica a todos», asegura sobre el hecho de tener que buscarse la vida lejos de su hogar en Soba.
Fue en la capital del Pisuerga dónde consiguió unas prácticas laborales que le permitieron explorar la redacción de contenidos de diversa temática en una empresa local a través de la Fundación General de la UVA. «Aquí me siento muy cómoda y acogida, además, Valladolid es una ciudad muy entretenida», afirma Laura. Pese a sentirse bienvenida, Laura comprobó de primera mano la experiencia de muchos graduados que no logran asentarse en la empresa en la que practican al finalizar su relación contractual.
Finalmente, mientras sigue en su búsqueda de otra oportunidad en el oficio periodístico, Laura consiguió trabajar en una gran superficie de ropa y material deportivo afincada en Arroyo de la Encomienda para poder amortizar los gastos de la independencia. «Mi idea es continuar viviendo los próximos años aquí», aventura Laura mientras se reafirma en la dificultad tanto de crear empleo como de poder acceder a él.
«No encontré trabajo en Cantabria porque no hay demasiadas ofertas relacionadas con el periodismo. Las empresas no tienden a demandar puestos de trabajo como Community Manager, por ejemplo, porque no todas tienen presencia en Internet. Esto reduce las ofertas que, al contrario, sí se encuentran en otros lugares. Esto obliga a que los jóvenes tengamos que mudarnos a ciudades con mayores oportunidades laborales» confirma Laura con su experiencia personal
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