Secciones
Servicios
Destacamos
La crisis política, económica y social que vive Venezuela se ha acentuado tras los comicios presidenciales del pasado 28 de julio, marcados por la sospecha de pucherazo en favor de Nicolás Maduro, por más que el Consejo Nacional Electoral y hasta el Tribunal Supremo ... le hayan dado por ganador. Desde entonces la presión para que abandone el poder ha sido incesante, de momento sin éxito. De nada ha servido que EE UU reconociera la victoria de la oposición, como ha hecho implícitamente la UE, o que Colombia, Brasil y México le pidieran diálogo. La respuesta ha sido ordenar la captura de Edmundo González Urrutia, el discreto diplomático elegido para acabar con un cuarto de siglo de régimen chavista, que se ha exiliado en España ante la certeza de que iba a ser represaliado.
Noticia relacionada
E. García de Castro
Como él, muchos de sus compatriotas se han visto obligados a abandonar el país en los últimos años. «Casi ocho millones estamos fuera, de unos 38 que éramos. Estamos todos regados por el mundo», señala la presidenta de la Asociación de Venezolanos en Valladolid (Aveva), Julianny Duran. De ellos, «unos 3.000 estamos empadronados en la capital», a los que hay que sumar los que residen en la provincia y «los que a esta fecha ya han adquirido la doble nacionalidad, que en las estadísticas cuentan como españoles», explica.
Su número ha crecido exponencialmente en pocos años. De hecho, ahora son cinco veces más que hace una década, como consecuencia de un éxodo del que dan fe las cifras oficiales. Basta comprobar que a 1 de enero de 2014 Valladolid acogía a 606 personas nacidas en Venezuela, de acuerdo con la explotación del Padrón Continuo del INE (Instituto Nacional de Estadística) que lleva a cabo la Junta. En contraste con esto, a 1 de enero de 2022 (el último dato disponible) el organismo elevaba esa cifra hasta los 2.238 ciudadanos, cantidad que ha ido incrementándose y que ya superan ampliamente solo quienes residen en la ciudad del Pisuerga, sin tener en cuenta los que habitan en los pueblos.
«Venezuela jamás ha sido un país de emigrantes. Hemos sido un país de recibir», recuerda Julianny Duran, quien enumera a españoles, italianos, libaneses, alemanes o colombianos como algunos de los muchos que en su día encontraron un hogar al otro lado del Atlántico «cuando tenían sus crisis o sus dictaduras». Por eso asegura que «esta migración es algo novedoso e intranquilo para los venezolanos» y califica de «valientes tanto los que se quedan como los que han salido», los primeros por la situación que se vive allí y los segundos porque dejan atrás «toda una vida, una carrera, una casa» para empezar de cero en otro lugar.
Noticia relacionada
E. García de Castro
Aun así, mantienen la esperanza en un futuro democrático. «Tenemos la fe puesta primero en la calle, en nosotros, en la participación y en la presión que estamos haciendo a nivel mundial. Ahora mismo en España es verdad que todos los venezolanos estamos teniendo más presencia que en tiempos anteriores, y así como lo está haciendo España lo está haciendo Valladolid», indica, en referencia a concentraciones como la que les reunió el 18 de agosto en la Plaza Mayor. Y confían en que esas movilizaciones sirvan para forzar un cambio más allá de los discursos. «Queremos acciones, porque las palabras se las lleva el viento, y hasta ahora no hay acciones contundentes de ningún país del mundo», denuncia la presidenta de Aveva, que aboga por «una posición rotunda» de rechazo en lugar de «medias tintas» motivadas por intereses económicos.
Julyanni Duran
Presidenta de la Asociación de Venezolanos en Valladolid
«Están pisando al pueblo. Es la sangre del pueblo de Venezuela la que está corriendo», lamenta, y por eso pide «que pase algo, porque este Gobierno no va a dejarlo por sí solo. Esta gente está atornillada a Miraflores», zanja en referencia al palacio que es su sede. La prueba es que «el 28 de julio se cumplió la voluntad del venezolano, que era salir a elegir un cambio. Salió electo Edmundo González Urrutia, pero ahí siguen». Por eso desde la asociación no se duda en calificar de «dictadura, rotundamente» el régimen de Maduro y en insistir en que «el tema político nos influye a todos los venezolanos, no solamente a los que están dentro del país, porque nosotros somos las voces de las personas que están allí dentro y no pueden expresar siquiera un acuerdo o un desacuerdo».
Julyanni es muy gráfica a la hora de expresar lo que ocurre en su tierra, y pone un ejemplo. «Ahora mismo cualquier Cuerpo de Seguridad del Estado se acerca en la calle a una persona, a un ciudadano común, y le quita su móvil. Registran tus redes y si ven algo mínimo en contra del Gobierno te detienen y te procesan», relata, y añade que «el Foro Penal maneja más de 1.200 niños todavía secuestrados por el régimen». De ahí que se pregunte «dónde está la libertad de expresión». Una prueba más de cómo se las gasta Maduro, que ha acusado de terrorismo a los dos españoles capturados porque «vienen a poner bombas».
Otro tipo de represión es que «Venezuela tiene bloqueados los trámites para obtención de apostillas, antecedentes penales y trámites de pasaporte», lo que impide viajar a los que quieren salir del país y a la vez dificulta que obtengan la nacionalidad los que se encuentran fuera. De ahí que la directiva de Aveva reclame a España «que el pasaporte caducado tenga mayor validez, específicamente para los que estamos en proceso de espera de jura para la nacionalidad, porque se exige que ese documento esté en vigor.»
El caso de la presidenta de la Asociación de Venezolanos en Valladolid, Julyanni Duran, es paradigmático de lo que viven otros exiliados. Su madre y dos de sus hermanos viven en Chile, mientras que su padre, su hermano menor y ella residen en España. «Estamos divididos, como muchísimas familias de allí», dice. Licenciada en Administración de Empresas, con maestría en Gerencia de Recursos Humanos, «era funcionaria del Estado y gozaba de ciertos privilegios, como muchas otras personas», pero eso era algo que no se extendía a sus hijos. De ahí que decidiera marcharse. «Salí por seguridad», cuenta, «cuando vi la delincuencia y el nivel de inseguridad que había en la ciudad, a pesar de ser una de las más seguras del país, y vi la vida de mi hijo mayor en peligro». Viuda de un jugador de baloncesto profesional, que había fallecido en un accidente de tráfico un año antes, pensó que era «ahora o nunca». Hizo las maletas y se vino «con un grupo de amigos» y con su niña de tres años, que ahora tiene 11. Seis meses más tarde pudo traerse a su hijo, que entonces tenía 14 años, y más tarde al resto de sus allegados. Aquí Julyanni trabaja como personal de almacén en un centro logístico, y agradece la acogida que siempre le ha brindado Valladolid: «Nunca me he sentido una extraña».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.