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Llegada de los niños saharauis al Ayuntamiento de Valladolid. Rodrigo Jiménez

Valladolid da una calurosa bienvenida a treinta niños saharauis

Los menores se alojarán hasta principios de septiembre con diecinueve familias de la capital y once provincia

Carolina Amo

Valladolid

Martes, 18 de julio 2023, 19:38

Risas, abrazos, caras de entusiasmo e incluso alguna que otra lágrima de emoción es la primera imagen que han recibido los niños saharauis en su llegada al Ayuntamiento de Valladolid. Como todos los años por estas fechas, niños saharauis llegan desde el desierto del Sahara ... para pasar unas «vacaciones en paz» de la mano de la Asociación Cultural de Amigos del Pueblo Saharaui. A principios de mayo había casi veinte niños en los campamentos de Tindouf que esperaban ser acogidos por una familia de Valladolid para escapar por unos meses de la sofocante ola de calor, con temperaturas de hasta 50 grados, que sufren.

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En ese momento, la asociación hizo un llamamiento para conseguir la mayor implicación posible por parte de los hogares de Valladolid y de toda Castilla y León. El verano de la covid había marcado un antes y un después para este proyecto, obligando a un parón de dos años del que la asociación «aún sigue recuperándose». Antes de 2019, eran cuarenta los niños saharauis que llegaban a la provincia para pasar un verano acompañados de sus familias de acogida. En 2022, los efectos de la postpandemia se tradujeron en un descenso considerable. Vinieron 24, casi la mitad respecto al inicio de la pandemia.

El objetivo del programa para este verano, era recuperar, en gran parte, ese acogimiento y para eso «la implicación de las familias es crucial«. El llamamiento ha surtido efecto. «Han llegado 30 niños saharauis a Valladolid, 11 en la provincia y 19 en la capital», ha explicado el alcalde de Valladolid, Jesús Julio Carnero, que ha recibido a los chavales acompañadado de miembros de su equipo. Carnero ha subrayado que siempre ha estado «comprometido» con la situación que atraviesa el pueblo saharaui. Uno de los objetivos principales del programa es que los niños puedan ser atendidos sanitariamente y reciban un aporte alimenticio complementario durante la acogida temporal, así como posibilitar el acercamiento intercultural y solidario entre familias vallisoletanas y saharauis.

Un verano de buenas noticias

En su intervención, la presidenta de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui, Blanca López, destacó que se trata de un grupo de niños «muy intrépidos y valientes, que han salido adelante a pesar de las condiciones de su pueblo». Además, subrayó, este año «son más y se nota». «Estamos muy contentos e ilusionados de que este número se haya acercado a lo que era hace unos años».

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Abdalahe Hamad, delegado saharaui en Castilla y León, hizi hincapié en la buena acogida que ha habido por parte de las familias este año «logrando así un mayor grado de comprensión y aceptación de las circunstancias de los pequeños».

«No sabes cuánto me he emocionado cuando le he visto por primera vez», comentaba una madre mientras agarraba la mano de uno de los niños. Sin las familias este proyecto no tendría cabida, ellos son el corazón que hace funcionar el resto del organismo de la asociación. Algunos estaban emocionados y nerviosos a partes iguales por ser la primera vez que participan en el proyecto como familia de acogida. Es el caso de Jose Luis Fernández y su familia, quienes compartirán el verano con la pequeña Fátima. «Siempre me ha llamado la atención poder ayudar a los niños y cuando vi a una niña saharaui en mi pueblo quise sumarme a la causa y participar», explica Fernández, padre de dos niños, «uno de cinco años y otro de dos. El pequeño está flipando, es el que más receptivo está».

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Ser padres en circunstancias complicadas

«Ser familia de acogida no siempre es una tarea sencilla. Todas tienen que pasar por una exhaustiva selección a través de un protocolo en el que son ellas las que se ponen en contacto con nosotros a través del portal web o por el correo electrónico de la asociación», señala López. «Buscamos a personas que tengan una solvencia económica normal, ya que estos niños no suponen un gasto a mayores que otros», afirma la presidenta, que hace alusión al popular dicho «donde comen dos comen tres».

Algunas familias se pueden considerar auténticas veteranas en el programa de acogida, ya que llevan más de una década. «Llevo desde el año 2009 acogiendo niños todos los veranos», explica Ana Sixto, quien indica que tras unos años de parón por problemas personales se ha vuelto a animar a acoger niños, en este caso a Galuha, procedente de la zona del Aaiún.

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Ana es una persona con «mucha experiencia», pues ya ha sido familia de acogida de tres niños durante varios años. La razones por las que lo hace son puramente vocacionales.«Me aporta riqueza, sé que estoy haciendo algo especial por ellos. Lo único que podemos hacer es darles unas vacaciones como se merecen, enseñarles el idioma, a nadar o llevarles a un campamento»

Comparte su ilusión Rosa del Olmo, quien abrirá las puertas de su casa por cuarto año consecutivo. Destaca que las sensaciones «no se pueden explicar» y señala que este mes y medio «se va a pasar volando». Rosa se involucró en el programa a través de su marido, presidente de la asociación durante muchos años. «Cuando él estaba llegaban unos 1.500 niños, ahora las cosas han cambiado».

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Aunque el número de niños no sea como el de antaño, es cierto que este año ha aumentado, y eso es un logro. «Las instituciones han dado mayor visibilidad con respecto a la sensibilización en los colegios de Valladolid, y eso ha ayudado mucho», argumenta Blanca López.

Gracias a estos apoyos, los más pequeños podrán gozar de un verano repleto de actividades que la asociación tiene preparada. Entre ellas, «visitas al Museo de la Ciencia, la invitación para ir un día a la piscina de Medina y estamos pendientes de una visita a Viloria», confirma la presidenta.

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En cuanto al planteamiento del programa, se mantiene igual que otros años, lo único que cambia es que ha habido una rebaja en la edad. «Los más pequeños tienen siete años y los repetidores, ochoi», añade la presidenta de la asociación, que explica que en la mayoría de los casos «son niños saludables y no vienen con enfermedades reconocidas. Son niños muy fuertes, viven en unas condiciones extremas y el que está hoy aquí es porque ha sabido tirar hacia delante», concluye.

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