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Hay, por lo menos, veinte niños en los campamentos de refugiados del Sahara que, a estas alturas del año, esperan el gesto solidario de una familia de Valladolid para pasar el verano lejos del desierto y sus abrasadoras temperaturas. Son chavales de ocho años que ... confían en fomar parte de Vacaciones en Paz, el programa que organiza la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui.
El colectivo acaba de lanzar un SOS para conseguir que hogares de Valladolid y de Castilla y León se impliquen en un proyecto duramente golpeado por la pandemia. El último verano previo a la covid, el de 2019, llegó a la provincia una expedición formada por 40 niños saharauis.
Después de dos estíos sin convocarse, la iniciativa regresó en 2022, pero lejos del éxito prepandémico. Se quedaron en 24 niños en Valladolid. El objetivo para este 2023 es conseguir de nuevo esa acogimiento de 40 chavales. Y para eso hacen faltas familias, explica Blanca López, la presidenta de la asociación.
«La situación en los campamentos es hoy mucho peor que hace un par de años», cuenta López. La pandemia y la posterior crisis derivada de la guerra de Ucrania ha impactado de lleno en los campos de refugiados de Argelia. «No se recibe tanta ayuda internacional como antes. La pasada SemanaSanta viajaron hasta allí varias familias de Valladolid y vieron que la situación está bastante mal, mucho más precaria», indica López, confiada en conseguir familias que acojan, durante los meses de julio y agosto, a estos niños.
«Ahora que hablamos tanto del calor de los últimos días, imagínate pasar el verano en el desierto, con temperaturas que alcanzan los 50 grados en una continua ola de calor», dice López. Viajar aEspaña durante julio y agosto es un modo de escapar de las altas temperaturas y ofrecer a los pequeños «nuevas experiencias, el conocimiento de otra cultura y, además, una revisión médica integral. El español es la segunda lengua del pueblo saharaui, por lo que muchos de los niños lo entienden e incluso hablan algunas palabras (a esas edades comienzan a estudiarlo en las escuelas).
Los niños viven de forma habitual en las cinco wilayas en las que se administran los campos de refugiados, donde viven 190.000 personas en el exilio desde hace 47 años, una vez que fueron expulsados por Marruecos de su tierra.
La campaña de este 2023 está pensada para acoger a niños de 8 años. Si los pequeños y sus familias de acogida en Valladolid congenian, pueden repetir hasta que los menores cumplen 12 años.«Se crea un vínculo muy especial que puede durar toda la vida», cuenta Blanca, quien cada verano, desde hace 17, acoge a dos niñas. Siempre niñas.
«Mantengo el contacto con todas ellas. La primera que vino a mi casa, Hisa, ha sido madre el año pasado.Soy abuela en el desierto», dice la presidenta de la asociaciónAmigos del Pueblo Saharaui, que este verano recibirá de nuevo la visita de Dua y Sabaa. Las familias de acogida se encargan de la manutención de los menores y hacen además un donativo («en función del número de niños que vengan»). El programa cuenta con subvenciones de la Diputación y los Ayuntamientos de Valladolid yMedina de Rioseco. Para colaborar, se puede enviar un correo electrónico a saharacyl@gmail.com.
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