Valladolid afrontará a final de verano otra gran obra: 19 meses de tajo en la ronda interior

A partir de ese momento, algo más de año y medio de obras, 19 meses en los que ese trayecto sufrirá una reconversión total. Costará, con IVA, en torno a 12,75 millones de euros, por debajo de los 16 millones que se estimaban en un principio y que irán a cargo de los fondos europeos Next Generation EU. Será Ferrovial, de entre las 25 empresas aspirantes, la que se haga cargo de las tareas de ejecución.

Unas tareas que serán visibles desde muy pronto, porque después de un primer mes que servirá para replantear y preparar los trabajos comenzarán los movimientos de tierras, las demoliciones en calzadas y aceras y los desvíos provisionales. Tarea simultánea a la de colocación de nuevos bordillos y aceras y construcción de la vía ciclista de 10 kilómetros que enlazará el carril bici de La Cistérniga -que será modificado a su vez por el Ayuntamiento- con el que desemboca en la carretera de La Overuela. Los últimos dos meses son para remates, señalizaciones y limpieza. Es decir, que si no se sufre ningún retraso la nueva VA-20 'humanizada' estaría lista en torno a la primavera de 2026.

La cuestión es que todo este maremoto en la ronda interior coincidirá en el tiempo con la obra de demolición del viaducto de Arco de Ladrillo, que tendría que comenzar a tirarse a primeros de 2025. Y la ronda interior, junto a la ronda exterior y el eje Daniel del Olmo-Juan Carlos I y el paso de Labradores, hoy cerrado, es uno de los 'aliviaderos' del tráfico aledaños a esa zona de obras. El tráfico en Valladolid, como es obvio, se va a complicar en los próximos tiempos, como ya se está viendo con la coincidencia de obras de integración ferroviaria, calderas de biomasa y mantenimiento.

Cuando la ronda esté transformada, su titularidad pasará a ser municipal. Desde el acceso a la A-60 pasada la rotonda de la carretera de Burgos, en las estribaciones de Puente Jardín y La Overuela, hasta la intersección con la avenida de Zamora y el polígono de San Cristóbal y el tramo desde ahí hasta enganchar con la VA-30 en la salida hacia Segovia. Allí precisamente comienza la avenida de Zamora y arranca un tramo de carril bici que llega a enlazar con el de salida hacia La Cistérniga, frente a Pinar de Jalón, acera de la antigua Uralita, rotonda de San Agustín y polígono de Argales.

Ahí, en el viaducto de la avenida de Zamora sobre las vías, morirá entonces la conexión ciclista, prácticamente una circunvalación desde el puente de Hispanoamérica hasta La Overuela salvo por ese tramo. Hay que recordar que el ministro de Transportes, Óscar Puente, ofreció al alcalde, Jesús Julio Carnero, incorporar un nuevo paso bajo las vías en la avenida de Zamora para permitir, entre otras cosas, esa conexión ciclista y peatonal mucho más sencilla entre ambos lados.

La actuación es más compleja de lo que puede parecer. Por ejemplo, la reducción de los carriles a 6,50 metros por sentido obligará a recolocar las conexiones con el colector y los sumideros. Además, calcula el proyecto que hay a lo largo del trazado «unos 46.000 m2 de aceras de loseta hidráulica» que hay que reparar. Algo similar ocurre con las zonas verdes que nacerán con el nuevo diseño de esta zona. «En todas ellas es preciso el acondicionamiento del terreno con aportación de tierra vegetal», explican, y se aprovechará para instalar «una tubería para futura instalación de sistema de riego, así como otra canalización para futura instalación de sistema de alumbrado público».

Además, coincide con otras actuaciones ya previstas por el Ayuntamiento en algunos puntos, como la glorieta de acceso a Mercaolid, por lo que el proyecto detalla pequeñas zonas que quedan al margen de la reurbanización.

El carril bici tendrá 2,3 metros de anchura, de doble dirección, y se ubicará en «la margen derecha de la calzada izquierda». Y añade el proyecto: «También se contempla la iluminación de la vía ciclista en toda su longitud».