Las médicos de Familia Laura Pérez Rubio y Verónica Casado, en la Facultad de Medicina. Carlos Espeso

Valladolid

La UVA detecta que formar a adolescentes en salud logra prevenir los malos tratos

Una investigación de médicos de Familia detecta que los varones tienen mayor influencia de los amigos y las chicas, menor bienestar emocional y físico

Ana Santiago

Valladolid

Domingo, 24 de marzo 2024, 00:01

Una edad tan vulnerable a las influencias externas y a las modas, llena de inseguridades, como es la adolescencia, el periodo de la vida durante el que se desarrolla una persona, marcará –según experiencias– grandes diferencias entre un adulto sano y equilibrado cuando o una ... persona inestable emocionalmente, con carencias afectivas y problemas físicos. Por ello, la infancia y la adolescencia son momentos claves de intervención para un futuro ponderado y este es el papel que ha desarrollado el centro de salud de Parquesol en un ensayo comunitario que se lleva realizando 20 años en este barrio de Valladolid, uno de los que más población de entre 10 y 19 años tiene en la capital.

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'Educación para la salud en la adolescencia' es el nombre de este programa cuya vocación, una vez demostrada su efectividad, es la de seguir en este barrio y extenderse a otras áreas de salud y a otras provincias.

Así que la tesis doctoral de Laura Pérez Rubio, médico de Familia y coordinadora del centro de salud de Parquesol, ha demostrado, con su Sobresaliente cum laude, una clara eficacia de la formación de estos menores en salud, autocuidados y sexualidad y afectos, en etapa tan crítica para frenar, reducir o prevenir conductas de salud física y psicológicas conflictivas.

El trabajo ha analizado los años 2015 a 2019 y lo ha hecho con el seguimiento de un grupo que recibió tal educación para la salud y otro ajeno a esta intervención. Ha estudiado una población estudiantil basal, su evolución y las diferencias si las hay, o no, con este tiplo de aprendizaje. Todos del mismo barrio y con la colaboración de la Consejería de Educación, jefes de estudios y profesores de los institutos dado que se ha llevado a afecto en las aulas. Los centros Julián Marías y Parquesol implantaron el programa y el de Jiménez Lozano aportó los alumnos del grupo de control.

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«Los resultados no dejan lugar a dudas sobre las aportaciones positivas para estos adolescentes, especialmente en aspectos como la Salud Mental que nos preocupa especialmente y que es a estas edades cuando más avisos dan y los que necesitarían claramente intervención», señala la doctora Verónica Casado, médico de Familia de este centro de salud y directora de la tesis doctoral.

Explica la autora, Laura Pérez, que «hemos analizado el impacto durante cuatro años, con menores desde los 12 a los 16, de primero a cuarto de laESO de una muestra total de 407 alumnos. Como objetivos específicos nos planteamos determinar si la intervención fue efectiva y si el cambio provocado por ella sería mayor que el de la evolución por razón de edad de los adolescentes».

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Destaca así este estudio que, en el grupo que no hubo intervención sanitaria, es decir, que siguieron su proceso natural, los varones mejoran y obtienen mejores resultados en la mayoría de las variables mientras que las mujeres empeoran con los años en cuanto a su satisfacción, salud y bienestar físico y emocional. Sin embargo, tras pasar por el programa son las chicas las que más se benefician de esta educación para la salud donde en cuentran instrumentos y respuestas para la resiliencia.

Diferencias por sexo

El trabajo percibe diferencias significativas entre ambos sexos por lo que se realizó un análisis por separado de hombres y mujeres para aportar tal perspectiva al estudio. Al comparar los grupos de alumnos que participaron en el programa y el resto, en los varones no se encontraron diversidades estadísticamente significativas ni efecto suficiente como para poder hablar de diferencias en la mayoría de las variables; con la excepción, y aquí sí de forma significativa, de las variables de influencia de los amigos y compañeros y limitaciones de la actividad.

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El trabajo analiza el impacto de formación sexual y afectiva y de bienestar físico y emocional en los menores

En cambio, en las mujeres se encontraron disparidades importantes en la dimensión resistencia –estados y conductas que reducen la probabilidad de subsiguientes problemas de salud– con un efecto moderado y más favorable entre las adolescentes que habían participado en el programa que en las ajenas al mismo y también en salud y seguridad en el hogar, actividades físicas y autoestima, en las que puntuaron más alto entre ellas que entre las del grupo de control que no había tenido tal experiencia formativa. En el resto de las variables no se hallaron diferencias significativas.

La tesis doctoral revela que cuatro años de intervención dejan mucha más huella en las mujeres que en los varones

Y si hay algún dato de peso en cuanto a la eficacia del programa, tanto Casado como Pérez Rubio, señalan que la intervención comunitaria corrige el empeoramiento de la autoestima que provoca el paso de los años. «Algo que hay que relacionar con el ser víctima de acoso escolar, laboral, de malos tratos... y de enfermedades de Salud Mental como la depresión, trastornos alimentarios, conductuales...», añaden.

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  • Muestra: Se recogieron 407 encuestas de un total de 551 alumnos entre 13 y 17 anos ˜ (tasa de respuesta del 74%). El grupo de intervención lo formaron 151 alumnos matriculados en cuarto de ESO en los IES Parquesol y Julián Marías (Valladolid) en el curso académico 2018-2019. Recibieron la intervención desde que cursaban primero◦ de ESO en el curso académico 2015- 2016 y respondieron la encuesta al finalizar la intervención en 2019. El grupo control lo formaron 43 alumnos que en el curso 2018-2019 se encontraban en cuarto de la ESO en el IES José Jiménez Lozano (Valladolid). Este grupo respondió al cuestionario sin recibir la intervención..

  • Método: Ensayo comunitario de intervención cuasi experimental analítico pre y postest con grupo control. Se utilizó el test CHIP-AE validado para Espana. Seanalizaron los resultados pre y postest y se compararon con el grupo control.

  • Dimensiones que se analizan: Satisfacción salud general, autoestima, bienestar físico y emocional, limitaciones de actividad, resistencia, participación familiar, resolución de problemas, actividad física, salud y seguridad en el hogar, riesgos, amenazas a logros, influencia de pares, enfermedades agudas y crónicas, accidentes y problemas de salud mental,, rendimiento laboral y académicos, entre otros.

«Hay pocos estudios que abarquen todas las dimensiones de la salud percibida y suelen ser intervenciones a corto plazo. Nuestro estudio demuestra la efectividad de una intervención realizada a largo plazo (durante varios cursos académicos) en adolescentes, con una metodología constructivista y analizando las diferencias por sexo». Hay consonancia con otros trabajos en algunos factores como en una peor percepción de la salud general, física y emocional de las mujeres frente a los hombres. Y coinciden también en que los chicos tienen una puntuación previa a la intervención mayor en todas las variables en que se encuentran diferencias. De base, «estos presentan mejor satisfacción en general y también con su salud; mejor bienestar en general, tanto emocional como físico; mayor resistencia; mejor autoestima, y mejor puntuación en actividades físicas». Sin embargo, presentan también mayor puntuación en influencia de pares; lo que significa que «se dejan influenciar más por las companías en cuanto a consumo de alcohol, tabaco y otras drogas e inicio de relaciones sexuales». En ellos, estos talleres y debates formativos parecen tener un impacto mucho menor que en las féminas. Por lo tanto, concluye «no podemos afirmar que la intervención haya sido efectiva en el grupo masculino». Y, por el contrario, sí marcadamente en el femenino, sobre todo en su capacidad para resolver problemas y autoestima. De así su potencial.

EL DATO

407 alumnos

adolescentes de Parquesol han participado en la investigación.

El método de aprendizaje de salud, sexualidad, respeto... «no es el de una charla suelta en todo un curso... es mucho más completo con un programa que incluye talleres, juegos, audiovisuales, proyecciones, se analizan canciones de contenido machista de esas que uno ni se ha parado a escuchar y reflexionar, se habla de acoso, de respeto a las diferencias y se abren debates entre ellos. Los realizan médicos de Familia, residentes de Medicina y de Enfermería, matronas... y cuenta con los profesores. es muy completo», rapasa Laura Pérez Rubio. Después realizamos encuestas paar evaluar los cambios.

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«Creemos que frenar vulnerabilidades es atajar, prevenir, problemas futuros psicológicos y psiquiátricos más graves, se puede revertir una tendencia y no solamente a ser víctima de acoso, por ejemplo, sino también de ser el agresor. A partir de aquí, habría mucho más que hacer, por ejemplo con las nuevas tecnologías, internet, redes sociales...», apunta la doctora Casado.

Largo plazo

«Realizar intervenciones de este tipo es importante para mejorar la salud percibida de los adolescentes. Deben ser parte, preferiblemente, de programas prolongados en el tiempo, ya que las intervenciones breves tienen poca evidencia de efectividad. Esto permite realizar estudios longitudinales con mayor validez, además de poder contar con la evaluación a largo plazo de los conocimientos, las actitudes y los comportamientos adquiridos». Añade asimismo la autora que «ante las diferencias encontradas en función del sexo, sería interesante continuar la línea de investigación en este sentido para analizar las causas y mejorar los programas de intervención con perspectiva de género para aumentar su efectividad».

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La investigación propone incluir este tipo de prevención en los programas MIR y EIR

El estudio, publicado también en Gaceta Sanitaria (2023) bajo el título de 'Impacto en la salud del programa de intervención comunitaria 'Educación para la salud en la adolescencia' ha trabajado con 407 encuestas de un total de 551 alumnos entre 13 y 17 años de tres institutos de Parquesol, con una tasa de respuesta del 74%. Dicho programa lleva 20 años de desarrollo en Parquesol como experiencia piloto. Considera el mismo que «el estudio de la adolescencia es importante porque en esta etapa de la vid culminan los procesos de crecimiento y desarrollo físico, se produce la maduración sexual y el sujeto adquiere características de iniciativa y autonomía propias del adulto. Todos estos fenómenos tienen una fuerte relación con su salud presente y futura. En esta etapa de la vida se manifiestan rápidas modificaciones bioquímicas, anatómicas y fisiológicas en el organismo, como consecuencia de estas modificaciones, se producen cambios en la personalidad y en la relación social, fundamentalmente en la relativa a la familia».Tras los resultados favorables de este estudio, la autora, Laura Pérez Rubio, propone «que se fomenten las intervenciones comunitarias, no solo desde la cartera de servicios de Atención Primaria en colaboración con los activos comunitarios, sino también desde los programas formativos MIR y EIR, para mejorar sus competencias en salud comunitaria y abordar la educación en la adolescencia desde un enfoque multidisciplinario».

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