Una mejor universidad pública es posible. Eso es lo que piensan los miembros de La Facultad Invisible, una asociación apolítica y sin ánimo de lucro con socios en todo el país, todos ellos galardonados con el Premio Nacional de Excelencia Académica Fin de Carrera que ... concede el Ministerio de Educación, con el Premio Extraordinario fin de Carrera y/o el Premio Arquímedes. La razón de ser de esta asociación es promover y difundir el talento y la excelencia universitaria contribuyendo a la mejora del sistema educativo universitario desde la base. Hoy, esta asociación cuenta con cerca de 800 socios de todo el país. Muchos de ellos proceden, estudian o trabajan en Valladolid.
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Lo que distingue a esta asociación es su diversidad. Sus miembros son mentes brillantes que se dedican a la docencia o a la investigación. También hay profesionales del sector privado y líderes o mandos intermedios empresariales. Y todos comparten un denominador común: haber sido los mejores de sus promociones universitarias. Es esa amalgama de experiencias, conocimientos y talento la que hace que esta asociación sea tan heterogénea y multidisciplinar. Abrazan la visión de una Universidad para todos, una institución de excelencia, comprometida, solidaria y conectada con el mundo profesional. Opinan que «la Universidad pública es uno de los pilares del Estado del bienestar y una institución clave para el desarrollo económico y social».
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La Facultad Invisible tiene un decálogo que es el reflejo de sus preocupaciones y que incluye aspectos como la selección y retención con incentivos, del personal docente e investigador más cualificado, tanto nacional como extranjero; también el incremento de los presupuestos destinados a Educación para dotar de medios suficientes a una investigación y docencia de calidad, así como para financiar un sistema de becas garante de la igualdad de oportunidades, y también una mayor divulgación de la actividad científica o el reconocimiento de la misión social como la tercera función de la Universidad junto a docencia e investigación. La Facultad Invisible tiene abierto un canal permanente de mentoring, desde el cual, se asesora a jóvenes investigadores sobre su futuro laboral.
También tiene convenios de colaboración con distintas universidades para realizar jornadas, actividades conjuntas, congresos y facilitar las prácticas en empresas en los últimos cursos de carrera. «El 60% de los miembros de La Facultad Invisible trabajan en el mundo académico y eso es porque sabemos estudiar muy bien y queremos ayudar a que otros también lo hagan», explica Kata Sara Gyuricza, una de las últimas incorporaciones a La Facultad Invisible. Ella es de origen húngaro y se diplomó en Turismo en el 2006 con Premio Fin de Carrera por la Universidad de Oviedo. Algo de lo que se siente muy orgullosa, sobre todo, porque el castellano no es su lengua materna. Para esta vallisoletana de adopción, «formar parte de esta asociación nos ha permitido conocernos entre nosotros y compartir experiencias e inquietudes. Al ser todos de perfiles muy diferentes, resulta muy enriquecedor».
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El Norte ha querido reunir a Kata Sara y otros vallisoletanos miembros de La Facultad Invisible para que nos expliquen qué retos y oportunidades ven ellos en el sistema educativo español. Todos hacen referencia con preocupación al último informe PISA, en el que España ha obtenido los peores datos desde que esta prueba educativa, que es la más importante del mundo, empezara a publicarse en el año 2.000. Una evaluación que en el caso de las Matemáticas y la comprensión lectora ha caído estrepitosamente respecto al informe de 2018. «Nos preocupa hacia dónde va la Universidad. Nuestro objetivo es defender una Universidad de calidad y el conocimiento e intentar aportar desde nuestra perspectiva, para que la educación sea mejor, también en las etapas educativas preuniversitarias, que son fundamentales. Hay que eliminar cualquier tipo de barrera para que todo el mundo pueda acceder a la educación y nadie se quede atrás», subraya David Carvajal, Licenciado en Historia y Mención Nacional en 2008.
Estas mentes brillantes también hacen referencia a las evidencias que demuestran lo mucho que influye el entorno y la situación socioeconómica en el rendimiento académico de los alumnos. Se apoyan en el último informa PISA, que indica que a igualdad rendimiento, el 25% de los estudiantes de menor nivel socioeconómico tiene casi 4 veces más de probabilidad de repetir curso que el 25% de los alumnos de mayor nivel socioeconómico. «El entorno determina los resultados educativos. Es doloroso que una persona que pueda ser excelente se quede atrás por su situación socioeconómica. Eso, en la asociación, nos preocupa y mucho. Cualquier alumno debería poder ser reconocido como excelente», añade Carvajal, que actualmente como profesor en la UVa.
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Estos vallisoletanos quieren romper una lanza por la calidad de la enseñanza en la Universidad de Valladolid. En ese sentido, Delia Rodríguez, Ingeniera en Organización Industrial por la UVa y Premio Extraordinario 2014, tiene con qué comparar. Acaba de terminar el Master en Administración Pública en la Universidad de Harvard. «Después de trabajar y estudiar en el extranjero, me he dado cuenta de que la excelencia de la Universidad en España y particularmente la de Valladolid es muy alta. Eso es algo a valorar y que hay que seguir manteniendo», apunta esta vallisoletana residente en Boston.
Piensan que la Universidad forja profesionales pero, sobre todo, forja ciudadanos. Ciudadanos intelectualmente ricos, críticamente formados y preparados para afrontar los desafíos de la sociedad del mañana. Consideran que en general sí que se valoran los Premios Extraordinarios o de Fin de Carrera, pero lamentan el retraso con el que se entregan estos reconocimientos. «En general se valora bastante, sobre todo, en carreras más vinculadas a la empresa privada. Y no sólo se valora el esfuerzo personal, también el de los equipos y las Universidades a las que perteneces. El problema es que a veces el premio no se otorga en el momento clave para la persona. En mi caso, tardaron 5 años en reconocérmelo, por lo que no pude aportarlo como mérito a la hora de solicitar el contrato predoctoral», explica Álvaro Elices, graduado en Trabajo Social por la UVa y Premio Nacional. «Quizás sería bueno que desde las instituciones públicas se valoraran más a la hora de acceder a un trabajo a través de una oposición, por ejemplo», añade este investigador de la UVa, quien también destaca que el factor rural-urbano es determinante en la educación. «Las personas del medio rural no tienen las mismas oportunidades que el resto. Yo mismo, hasta 2º de bachillerato, me pasaba prácticamente dos horas diarias en el transporte escolar para cubrir un trayecto de 40 kilómetros. Además, estamos viendo el cierre progresivo de muchos centros educativos en los pueblos», concluye.
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Delia Rodríguez Lucas, Ingeniera en Organización Industrial y Premio Extraordinario 2014
Su carrera académica y profesional es meteórica, con amplia experiencia en los sectores privado y social. Delia Rodríguez estudió Ingeniería en Organización Industrial en la UVa siendo Premio Extraordinario en 2014. Ha trabajado para la ONG Ashoka y la corporación Procter&Gamble. El sueño de esta entusiasta de la tecnología es que las empresas se conviertan en agentes de cambio. Estudió el Master en Harvard en Gestión Pública y se especializó en Cambio Climático y Energía Renovable y continuó trabajando con una beca de MIT en Boston para poner en marcha su propia empresa de energías renovables en el medio rural. «Si que se me ha valorado el hecho de ser Premio Extraordinario, ya que para conseguir cualquier beca es importante la excelencia académica», explica esta vallisoletana, que entró a formar parte de La Facultad Invisible en sus inicios. «Quería conocer gente motivada de todas las carreras. Uno de los problemas que tiene la Universidad es interconectar las carreras entre sí», añade.
Álvaro Elices Acero, graduado en Trabajo Social y Premio Nacional 2017
Álvaro Elices es natural del Calzadilla de la Cueza (Palencia) y siempre mostró una gran sensibilidad con los valores sociales. Lo suyo era luchar contra las injusticias y ayudar a los colectivos más vulnerables, por eso se decantó por estudiar el grado en Trabajo Social en la UVa y fue Premio Nacional en 2017 aunque no se lo reconocieron hasta 2022. Es también Máster en Estado del Bienestar. Trabajó en el tercer sector en un centro de desarrollo rural y en una entidad de atención a personas con discapacidad. Posteriormente accedió a un contrato predoctoral en la UVa. Su tesis trata sobre la intervención del Trabajo Social en los cuidados de larga duración para personas mayores del medio rural. «Quise formar parte de La Facultad Invisible porque me parecía que podía ser muy enriquecedor buscar sinergias con el foco puesto en la mejora de la calidad de vida de la población», apunta.
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Kata Sara Gyuricza Toth, diplomada en Turismo y Premio Fin de Carrera 2006
Kata Sara Gyuricza Toth es de origen húngaro. Su primer contacto con la enseñanza española fue en su instituto bilingüe. Se diplomó en Turismo en el 2006 con Premio Fin de Carrera por la Universidad de Oviedo. Hace años que hizo de Valladolid su residencia definitiva. Cuenta con una larga trayectoria laboral y actualmente trabaja como técnico de viajes accesibles. Recientemente conoció La Facultad Invisible a través de un artículo en prensa. «El sistema español es maravilloso para los que van rezagados pero aquellos que destacan a veces no tienen herramientas suficientes ni programas personalizados», apunta. «Todos los que formamos parte de esta asociación nos interesa alcanzar la excelencia y hacer las cosas bien. Mi madre fue de las primeras de su clase, yo lo fui de la mía y ahora mi hija también lo es de la suya. Hay que lograr que al que es excelente se le deje de ver como si fuera un bicho raro», subraya.
David Carvajal de la Vega, licenciado en Historia, Premio Extraordinario y Mención del Ministerio en 2008
David Carvajal de la Vega es de Monzón de Campos (Palencia) y vive en Valladolid. Es licenciado en Historia, carrera por la que le otorgaron el Premio Extraordinario y la Mención del Ministerio en 2008. A la vez estudió Empresariales. Le concedieron una beca de Formación de Profesorado Universitario del Ministerio para hacer la tesis sobre Historia Económica, por la que también recibió el Premio Extraordinario del Doctorado y el Premio por la Real Academia de Doctores de España. «Tuve suerte, porque en ese momento salió una plaza en la UVa y entré como profesor ayudante doctor», comenta David con la humildad de los grandes. «Todos tenemos claro que la sanidad es fundamental pero es que el otro gran motor de cambio, de riqueza, de bienestar y que ayuda a crear una sociedad libre es la educación. A mis alumnos les trato de inculcar el valor del conocimiento, porque no se puede ser creativo sin conocimiento», subraya.
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