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Dormir es tan necesario para vivir como beber agua o alimentarse. Y perder calidad de sueño altera física y emocionalmente al ser humano y es, además, un indicador de otras dolencias o problemas emocionales de fondo. Más allá de las dificultades por causas objetivas y ... ajenas, como el calor, el ruido o el exceso de luz, el insomnio crónico o de largo recorrido hay que tratarlo. «Es un problema de salud, una enfermedad por lo tanto», indica el doctor Santiago Juarros Martínez, responsable de la Unidad de Sueño del Clínico de Valladolid.
Por ello «es algo a lo que no hay que restarle importancia y requiere intervención médica. El insomnio es el problema más frecuente del sueño, mucho más que la apnea o la narcolepsia. El 30% de la población lo padece. «Cuando llegamos a la cama y los problemas familiares, de trabajo, un duelo u otros nos impiden el descanso puede ser pasajero y justificado, pero también importante si se prolonga, a veces es casi un problema hereditario. Y no solo resta salud y calidad de vida sino que supone un riesgo para actividades laborales o la conducción».
Cuando el «insomnio se prolonga tres meses hay que consultar al médico sin duda», añade.
Advierte este experto en Medicina del Sueño que «los medicamentos que se venden sin receta tampoco se pueden tomar a la ligera, como si fueran gominolas inofensivas. Aunque no requieran prescripción médica, sí es recomendable su indicación por parte de un facultativo, el médico de cabecera o el farmacéutico; pero no hay que automedicarse porque tiene sus riesgos». Este especialista en Neumología repasa la composición de algunos de estos medicamentos especialmente conocidos y consumidos. La doxilamina es la más empleada, junto a algunos que se basan en la melatonina. Pues bien, «su empleo, considerando además que el usuario, al no precisar receta, interpreta que no puede generar problemas, puede provocar interacciones con otros medicamentos, como los antibióticos y los antidepresivos. Es un antihistamínico. También puede alterar las pruebas de la alergia o tomarse mal –si se toma con la comida no se absorbe igual– o tomar una sobredosis... en definitiva, precisa consejo facultativo y no tomarlo alegremente», describe.
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«Al ser un antihistamínico es un fármaco que induce al sueño, pero esa somnolencia también se prolonga durante el día, afectando a la concentración y sintiéndose adormilado, algo no deseable. La automedicación es, con y sin receta, poco recomendable».
La difenhidramina «es otro antihistamínico inductor de sueño que tiene las mismas implicaciones de la dormidina. Es un fármaco con potenciales efectos secundarios que debería estar supervisado también», señala el doctor.
En cuanto a la melatonina, «induce al cuerpo la necesidad de dormir controlando los ciclos de sueño; pero no tiene ningún efecto una vez que ya se ha conciliado el sueño. Es una hormona, en realidad, que anuncia al cuerpo que hay que dormirse. Se segrega en relación con la luz, cuando va llegando la noche y anuncia a los órganos, al hígado, al intestino, al sistema inmunitario... a todo que entra en modo sueño, es fisiológico. Y estos medicamentos hacen lo mismo de forma artificial, tienen un efecto metabólico. Pero la melotanina que se permite vender son uno o tres miligramos. Para que tenga efecto de verdad haría falta mucho más, es decir, que tiene un efecto realmente placebo en realidad», destaca este neumólogo.
Frecuente también es el empleo del triptófano, «un aminoácido precursor de neurotransmisores como la serotonina y la melatonina que forman parte de los reguladores naturales del sueño. Una dieta equilibrada proporciona la cantidad de triptófano necesaria para lo que requiere el organismo. Tomar suplementos del mismo no debería tener un efecto más allá del placebo y como complemento dietético. Las medidas higiénico dietéticas siempre son mejores que tomar suplementos», explica el doctor Juarros.
«El sistema que gestiona el sueño está en el centro de nuestro cerebro, donde está el control de la supervivencia, el hambre, la sed, y regular esto es muy complejo. El sueño es automático. Tenemos dos sistemas: el ritmo circadiano de 24 horas que marca cada día que el cuerpo tiene que dormir y la homeostasis, el proceso por el cual el cuerpo mantiene estables los sistemas, por ejemplo, la temperatura corporal interna. Y depende de lo que hacemos durante el día, si nos cansamos más o menos, si cenamos copiosamente, si hacemos ejercicio físico antes de ir a dormir... Cuando se trastorna el ritmo circadiano, nuestro reloj interno, necesitamos reprogramarlo. Es lo que ocurre con los cambios de hora que exigen adaptar el cuerpo a las nuevas horas de luz o el 'jet lag' que requiere tiempo para reprogramarnos. Es un mundo complejísimo el del sueño porque además cada persona, cada edad, los hábitos de alimentación, de trabajo, de vida... son un mundo», destaca este especialista.
Hay cuestiones, como la de la siesta, «que depende de circunstancias y personas. A veces puede ayudar a recolocar horarios y cambios, ayuda a adaptarse;pero si tenemos problemas para conciliar el sueño por la noche, la siesta 'roba' tiempo a la noche», aclara.
Y para las personas que tienen turnos cambiantes de trabajo de mañana, tarde y noche, el desorden de ese reloj interno es importante. «Deben ayudarse evitando al salir del trabajo conectar con la luz, las gafas de sol ayudan, si lo que les toca es dormir. Y al revés, se iluminan las zonas de trabajo de forma importante, mucho con luz azul, para mantener activo al cuerpo y la mente».
«El insominio no es ninguna broma y afecta a mucha gente, en torno al 30% de la población lo padece de forma prolongada alguna vez en su vida y la mitad de los problemas de sueño son de este tipo. Hasta los niños lo sufren por falta de higiene del sueño. Hay que seguir y respetar sus rutinas, que duerman a oscuras y en silencio e intentar no romper el ritmo incluso cuando llega le verano. La higiene del sueño es básica y es po donde hay que empezar antes de medicar«, añade.
Otra cuestión es el empleo de infusiones como la valeriana, la tila, la manzanilla, la camomila, la melisa, o la lavanda, entre muchas otras, pueden ser una ayuda ocasional que no genera problemas ni adicciones, más allá de la psicológicas «de sentir que hay que tomarla, algo así como el ritual de beber un vaso de leche caliente para ir a la cama».
«Más peligrosos, siempre con receta, son la diazepina o el Orfidal, ansiolíticos que sí generan dependencia y a los que el cuerpo se va acostumbrando y cada vez requiere más cantidad», añade el doctor Juarros.
Aunque toda medicación e infusiones y plantas medicinales tienen un importante uso entre la población, el Consejo Autonómico de Farmacéuticos indica que estas épocas de noches tropicales y las olas de calor no han aumentado la demanda de estas terapias ni de información, que fue el covid lo que lo disparó.
También oficinas de farmacia consultadas de diversos barrios vallisoletanos como Parquesol, la Rondilla, Covaresa o Pajarillos y Delicias comparten que la demanda no se ha incrementado ahora sino que se arrastra desde un incremento llamativo que provocó la pandemia y que no ha descendido. Este aumento lo han detectado también los servicios de Salud Mental en cuanto a un aumento del consumo de ansiolíticos y somníferos. Los últimos datos publicados por Sanidad alertaban acerca de un aumento del 0,7% en el consumo de ansiolíticos y somníferos entre adolescentes entre 2019 y 2021. Y los datos apuntan en esta dirección de forma general. Lo que sí detectan las farmacias, tanto la organización colegial como las consultadas individualmente, es que el aumento de la demanda con el covid no se ha frenado, se ha enquistado y esos mismos pacientes siguen siendo consumidores habituales de infusiones o medicamentos con o sin receta. Este fenómeno no ha remitido.
Los datos de consumo de hipnóticos y sedantes han crecido con la pandemia, un 6,7% desde 2019. Mientras en aquel año prepandémico fueron 984.978 los envases, todos prescritos por un médico y por receta, el primer año de la pandemia ascendieron a 1.029.859 y volvió a aumentar en 2021 con 1.051.326 y el primer semestre de 2022, con 526.296 psicofármacos de estas características. También los ansiolíticos y anridepresivos muestran con su amento la huella del covid. El sector farmacéutico explica que la pandemia disparó el consumo de medicamentos para conciliar el sueño, con y sin receta, y también de infusiones y similares y es algo que se ha mantenido, al menos hasta ahora.
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