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Los pasajeros del último vuelo de Ryanair desde Valladolid suben al avión este 28 de marzo. José C. Castillo

Último vuelo de Ryanair desde Valladolid entre la indignación, la resignación y la sorpresa

La compañía irlandesa dice adiós al aeropuerto de Villanubla con un avión a Barcelona con 178 plazas ocupadas de 189, que ha salido con veinte minutos de retraso por la indisposición de un pasajero

Viernes, 28 de marzo 2025, 16:00

«Es una lástima». «Es incomprensible». «Una faena». «¿De verdad? No lo sabía». «No sé cómo lo vamos a hacer a partir de ahora». «Sin palabras». «¿Qué han hecho para evitarlo? Ya te lo digo yo, nada de nada». «Esto se va a quedar muerto». «Una mierda». Pasaban las ocho y cuarto de la mañana y todo eso (y más) era lo que comentaban los pasajeros del vuelo FR 6321 con destino a Barcelona, el último de Ryanair desde el aeropuerto vallisoletano de Villanubla.

Familias con niños y matrimonios que iban a visitar a otros parientes o simplemente de turismo, trabajadores que usan la conexión por motivos laborales, jóvenes a los que esperaban allí sus parejas o sus amigos y padres que viajaban para pasar unos días con sus hijos asentados en la Ciudad Condal, entre otros, esperaban pacientemente en una terminal que a partir de este viernes estará más vacía. Y lo hacían con una mezcla de enfado, resignación y hasta asombro.

«Me parece muy mal que hagan esto. No lo entiendo. Me ha sorprendido muchísimo», reconocía Alan Diaz Andreu, cofundador de la empresa de ingeniería con sede en Martorell Resident 4Q Automotive, que da soporte en materia de calidad a las fábricas de Renault en Valladolid y Palencia y a sus proveedores. Usuario habitual de la ruta a Barcelona –«venimos los lunes y nos vamos los viernes», explicaba–, ya se vio perjudicado por el adiós de Vueling el 31 de mayo de 2024. Ahora será peor, porque no hay alternativa por vía aérea y en lugar de tardar «una hora y media, una comunicación muy rápida» a un precio de «entre 50 y 70 euros», tendrá que echar mano del ferrocarril o el automóvil.

El barcelonés Alan Diaz Andreu, que recala habitualmente en Valladoldi por trabajo.

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El barcelonés Alan Diaz Andreu, que recala habitualmente en Valladoldi por trabajo. J. C. C.

Esto le supondrá más dinero, en especial si opta por la carretera, pero sobre todo tendrá que emplear muchísimo más tiempo. Un análisis en el que coincidía Josep, otro barcelonés en idénticas circunstancias que esperaba su turno unos metros más allá y que resumía su opinión en dos palabras: «Indignación máxima». Este profesional, también perteneciente al sector de la automoción, no ocultaba su total incomprensión ante una decisión que nadie ha parado a tiempo. Un sentimiento compartido por su compañero Sergio, que se verá doblemente perjudicado. Como vallisoletano que es no solo viene a menudo a la ciudad por empleo, sino para visitar a los suyos, y ahora lo tendrá más difícil.

Lo mismo que la familia Castro Gavilanes. Seis personas entre los padres, Alfredo y Gladis, sus hijas Jenniffer y Tatiana y dos nietos, los pequeños de dos y cuatro años Alfredo (como el abuelo) y Luciana. En su caso estaban en ruta para pasar un fin de semana «relajado» con sus allegados, un plan de ocio perfecto con el aliciente de haber pagado «35 euros cada uno». Sin duda un precio más que asumible y que por su experiencia incluso ha llegado a ser inferior siempre que se reservara con tiempo. «Este vuelo es mucho más barato, cómodo y todo que ir a Madrid, porque pierdes tres o cuatro horas, ese es el chiste», resumían.

Los seis integrantes de la familia Castro Gavilanes en el aeropuerto. J. C. C.

Una opinión parecida compartía el matrimonio formado por Alfonso y Magdalena. Residentes en Zamora, habían salido a las siete de su domicilio para repetir un desplazamiento que hacen de vez en cuando y que hasta este momento les resultaba cómodo, porque lo completaban en poco más de una hora frente a las dos horas y media de coche que necesitan para volar desde el aeropuerto Adolfo Suárez de la capital de España. Como en ocasiones anteriores y al igual que los Castro Gavilanes, iban «a pasar unos días» con sus parientes. Esta vez, eso sí, con el inconveniente de que la vuelta tendrán que hacerla «en el AVE».

El matrimonio zque forman los zamoranos Alfonso y Magdalena. J. C. C.

En esa tesitura se encontraba otra zamorana pero de Benavente, Rosa Andrés. «Voy ocasionalmente a ver a mi hija», indicaba, y fue ésta la que le dio la noticia de que para regresar tenía que optar por «el tren, el bus o como pueda». La joven «estuvo buscando billete de ida y vuelta y es cuando se enteró de que era el último vuelo», relataba su madre, que llamaba la atención sobre la paradoja que supone que «se tarda tanto en venir aquí como en llegar a Barcelona». Justo en eso incidía otro benaventano, Jesús Fabián, que había llevado a su hija hasta Villanubla acompañado de su mujer María y de la abuela porque «no tenía manera de llegar a la hora en transporte público». «Lo que no se entiende es que pase esto en una ciudad tan grande», reflexionaba, y recordaba aquellos tiempos en que la oferta era amplia «gracias a las ayudas de la Junta».

La benaventana Rosa Andrés, en ruta para visitar a su hija en la Ciudad Condal. J. C. c.

En ese sentido se expresaba Francisco Javier Barrón, que al igual que Jesús estaba en el aeródromo de Villanubla como acompañante. «Otra vía de comunicación que nos cierran en Castilla y León. Luego que si la España vaciada», sentenciaba. Con la misma rotundidad, manifestaba que «no es comprensible que quiten el vuelo que hay en Valladolid. ¿Y la gente que va a Barcelona habitualmente, cómo va ir? ¿Y los trabajadores que están aquí?», se preguntaba. Empleados como la decena de operarios que integran la plantilla de Ryanair, que se quedan en la calle.

Francisco Javier Barrón, que había acudido a Villanubla como acompañante. J. C. C.

Entre ellos hay algunos como Javier Bartolomé, con veinte años de antigüedad en la aerolínea y «mucha tristeza porque he pasado aquí media vida», que a pesar de que descansaba se había acercado a saludar. O Marcelo Fernández, que empezó en 2005 con la leonesa Lagun Air, pasó en 2007 a la aerolínea irlandesa y hasta hoy. «Es una pena para la ciudad y es una pena para nosotros, que nos quedamos sin trabajo. Nos tendremos que buscar la vida para poder alimentar a nuestra familia y a nosotros mismos», decía apesadumbrado, al tiempo que recordaba que «no es que no sea rentable, porque el vuelo va lleno y funcionar funciona».

De hecho, 178 de las 189 plazas del Boeing 737 modelo 800 con bandera de Malta se habían cubierto. La salida estaba prevista para las 9:50 horas, pero finalmente ha partido con casi veinte minutos de retraso, a las 10:07, debido a la indisposición de un pasajero de edad avanzada del vuelo anterior al que han subido a atender los sanitarios. En el avión viajaba asimismo otro mayor, Francisco Azabal, salmantino de Ciudad Rodrigo «de 89 años y tres meses», al que había ido a recoger su hijo Alfredo. Entre los jóvenes, Lara de la Puente, que venía a ver a su pareja y calificaba de «terrible» la pérdida de la conexión.

La cafetería podría cerrar

El despegue de la aeronave con matrícula 9H-QCP se ha seguido con mucho interés desde las cristaleras de la cafetería, un negocio que se verá muy afectado por la menor actividad y que explota en régimen de concesión César Carreras. «Tenemos incertidumbre porque no sabemos qué va a pasar, si viene otro operador o no y en caso de que venga cuándo va a poder operar», confesaba, y no es para menos porque los únicos vuelos regulares que quedan en Villanubla son los dos que opera Binter a Canarias. «Se nos va la temporada de verano», la más fuerte, «con la que vivimos en invierno», relataba gráficamente. De ahí que no descarte lo peor. «Por causa mayor se cerraría. Si no hay una ayuda por parte de Aena o por parte del aeropuerto, no podríamos vivir», reconocía. Por más que le hayan trasladado que «las cosas cambiarían en noviembre o diciembre» es realista y apuntaba que «hay que llegar, no hay que morir en la orilla».

Unos minutos antes el personal de Ryanair, que se abrazaba y se despedía al poco de que el avión estuviera en el aire, había transmitido su gratitud y había lanzado un deseo por megafonía: «De parte de todos los compañeros de la operativa, por ser el último vuelo, un mensaje. Nos gustaría agradecerles por confiar en nosotros todos estos años. También queremos agradecérselo a todos los compañeros del aeropuerto. Esperemos volver a verles pronto. ¡Gracias!». Ojalá así sea.

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