En el último adiós, todavía más solos
Las funerarias suspenden los velatorios para evitar contagios entre los deudos y se preparan para acoger a las víctimas de la epidemia
Nunca como ahora se tiene que tener más miedo a los vivos que a los difuntos. Y estos, a su vez, van a estar doblemente solos ante la muerte por obra y gracia del coronavirus. «Nos indican los facultativos que en este caso no contagian los muertos, sino los vivos», señala Ignacio Morchón, responsable del Grupo Parque El Salvador, en cuyo tanatorio de Valladolid se ha puesto en marcha un protocolo por el que en sus salas, desde el decreto del estado de alarma, ya no se puede velar a los fallecidos, para que quienes van a darle el último adiós a su familiar o amigo no se vaya a casa con la infección y se la pase a otros. Así que se han activado los protocolos de crisis en esta y otras empresas funerarias de Valladolid y los tanatorios solo están abiertos al público prácticamente para realizar tramites de contratación del servicio. Se queda con los familiares más directos a la entrada de los cementerios donde se va a realizar el enterramiento o la cremación «y solo pueden permanecer unos minutos», explica el empresario.
Consejos y recomendaciones
En el caso de que se produzca sospecha de fallecimiento por el coronavirus, se utiliza para envolver al cadáver un doble sudario. Antes de decretarse el estado de alarma, se produjo una sospecha sobre uno de los fallecidos, un joven que había regresado de Italia un mes antes, en concreto, de Milán. Las muestras analizadas dieron negativo.
Toda prevención es poca, también para el personal que tiene que manipular los cuerpos. En el Hospital Río Hortega, explica, su empresa ha dejado este tipo de sudarios para, en el caso de que se registre alguna muerte por contagio, los sanitarios envuelvan con él al paciente. Después, los empleados de la funeraria que acudan llevan el féretro y una segunda funda hermética de traslado con la que se envuelve a la persona fallecida para su destino final, la incineración. «El cuerpo pasa por unos procesos de desinfección y cámaras en frío, de manera que lo que se pretende evitar es el problema de la gente que pueda venir a despedirse del fallecido». Por el momento, indica, «las familias se lo están tomando bastante bien y comprenden que tiene que hacerse así». Ayer, en el tanatorio de El Salvador había programados cuatro servicios fúnebres, pero sus instalaciones estaban vacías de dolientes.
Por lo general, las funerarias de la provincia han estado limitando el aforo a 15 personas en los espacios de recepción, salas y crematorios y marcando las distancias mínimas entre las personas desde el viernes 13, pero han suspendido los velatorios. El tanatorio de las Contiendas también está cerrado a este ritual del goteo de allegados que quieren honrar al finado y acompañar a la familia. Nevasa ha cerrado asimismo la recepción del cementerio de El Carmen y solo atiende al público por teléfono.
Señalaba Florencio Vázquez, el presidente de la Asociación Vallisoletana de Servicios Funerarios, a la que pertenecen una decena de empresas, que hasta ahora se habían seguido las recomendaciones de restringir el acceso a las salas. Pero en este momento, los propios ciudadanos son los que parecen más concienciados y se despiden de su ser querido a distancia. En Tordesillas, en el último servicio fúnebre contratado por el tanatorio, «no vino ni la familia, no había ni un coche», corroboraba el presidente de la asociación.
Los funerales se posponen 'sine die'
No solo las misas en las capillas de los tanatorios se suspenden. También los funerales exequiales. A partir de ahora, se recibe el féretro en el cementerio, donde exclusivamente asiste la familia directa. Se reza el responso y, directamente, los sepultureros entierran el cadáver. Se pide, además, que se respeten las medidas higiénicas y de seguridad. Así lo hizo el lunes Anselmo Matilla, el párroco de La Fuente de San Esteban (Salamanca). La familia lo entendió y agradeció las palabras de aliento del sacerdote.
Protección y sensibilidad
El primero de los tres casos de muerte por el Covid-19 que se contabilizan hasta la fecha en León, un octogenario, sirvió de ensayo general a Servicios Funerarios de León (Serfunle) para estar preparados ante la indeseada proliferación de casos que se avecina. Los profesionales de los servicios funerarios se han revelado como un equipo de contención para evitar que el virus prosiga con sus contagios.
«Estamos en un escenario en el que se aplican los procedimientos de riesgo laboral a un nivel máximo», aseguró Agustín Martínez, gerente de Serfunle. Ese nivel de riesgo se asume dotando a los trabajadores con un Equipo de Protección Individual (EPI) y con un procedimiento de seguridad (el grupo 2 de riesgo, el grupo 1 es para el ébola) que se aplica desde el momento del deceso.
El primer fallecido por coronavirus fue trasladado en bolsas estanco (tipo 'nozing') que impiden la emisión de gases. Fue recogido en una zona de aislamiento del complejo hospitalario leonés y fue trasladado directamente en un féretro cerrado hasta el lugar de incineración, sin servicios religiosos previos ni velatorios. Un proceso «que se realiza con la máxima sensibilidad, entendiendo el enorme sufrimiento que acompaña a esta situación», subraya Martínez.
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