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Tortuga leprosa, autóctona del país, al sol en un tronco de la isla de El Palero del Pisuerga en una fotografía tomada hace una semana. Carlos Modrón
Valladolid

La tortuga autóctona resiste el asedio de las invasoras en el Pisuerga

El galápago leproso, una especie protegida, convive en un dramático equilibrio con las 'mascotas' de Florida en la isla de El Palero

J. Sanz

Valladolid

Miércoles, 3 de mayo 2023, 14:07

No son fáciles de ver y menos aún desde que viendo siendo sometidas al asedio de las 'mascotas' invasoras arrojadas al río desde los hogares vallisoletanos y que ahora reinan en su casa. Pero ahí sigue. La tortuga leprosa (mauremys leprosa), una especie autóctona del país, y del ecosistema de la capital, mantiene un dramático pulso por su supervivencia y convive, aunque en desventaja, con su principal competidora, la tortuga de Florida (trachemys scripta), una especie muy popular en los años noventa que hoy campa a sus anchas por el Pisuerga.

Un piragüista, y aficionado a la fauna fluvial, Carlos Modrón, acaba de fotografiar, en apariencia, a una posible superviviente al asedio. Y lo hizo en el mismo hábitat habitual de sus competidoras. «No es habitual verlas y menos aún poder fotografiarlas tan de cerca, pero estaba dormitando y puede sacar varias fotos de esta tortuga leprosa tomando el sol en un tronco seco de la isla del Palero (frente al Museo de la Ciencia)», apunta el autor de una instantánea que muestra que este galápago, aunque en un número muy reducido, sobrevive aún a la invasión de sus 'hermanas' americanas.

Tortuga leprosa

Imagen después - Una tortuga de Florida (izquierda) y una leprosa (derecha), fotografiadas en El Palero.

Tortuga de Florida

Imagen antes - Una tortuga de Florida (izquierda) y una leprosa (derecha), fotografiadas en El Palero.
Una tortuga de Florida (izquierda) y una leprosa (derecha), fotografiadas en El Palero. Carlos Modrón

«Desde hace años no se ven tortugas europeas ni galápagos leprosos en el Pisuerga», lamentaba hace tres años el biólogo de la Casa del Río del Museo de la Ciencia, José Antonio García, quien advertía entonces de que las tortugas de Florida, esas 'mascotas' llegadas a España en los años noventa procedentes del sur de Estados Unidos y México, reinaban ahora en el hábitat natural de su paisana 'vallisoletana'.

Sus competidores son más voraces y pueden llegar a comerse sus huevos y crías

Las invasoras mantienen costumbres similares a sus paisanas locales, pero con una diferencia fundamental, ya que son más voraces, compiten en el mismo hábitat con las especies autóctonas y pueden llegar a comerse, incluso, sus huevos y crías.

Pero la tortuga leprosa, pese a todo, resiste. La imagen tomada por el piragüista hace tan solo una semana demuestra que aún vive en su casa. Esta especie autóctona de la península (y de algunos países del entorno) se caracteriza por su menor tamaño, en relación a su competidora, al alcanzar unos veinte centímetros (de ese tamaño aproximado era el ejemplar fotografiado), frente a los cuarenta de media que miden los galápagos importados. Su caparazón es verdoso o marrón oscuro y su nombre proviene del aspecto que adquiere este con el paso de los años.

Arriba, la tortuga leprosa fotografiada en El Palero. Debajo, a la izquierda, una tortuga de Florida, en el mismo hábitat. A la derecha, tronco seco de la isla por el que ascendió la tortuga leprosa.
Imagen principal - Arriba, la tortuga leprosa fotografiada en El Palero. Debajo, a la izquierda, una tortuga de Florida, en el mismo hábitat. A la derecha, tronco seco de la isla por el que ascendió la tortuga leprosa.
Imagen secundaria 1 - Arriba, la tortuga leprosa fotografiada en El Palero. Debajo, a la izquierda, una tortuga de Florida, en el mismo hábitat. A la derecha, tronco seco de la isla por el que ascendió la tortuga leprosa.
Imagen secundaria 2 - Arriba, la tortuga leprosa fotografiada en El Palero. Debajo, a la izquierda, una tortuga de Florida, en el mismo hábitat. A la derecha, tronco seco de la isla por el que ascendió la tortuga leprosa.

El galápago local es carnívoro, aunque también puede alimentarse de la flora local, y solo sale puntualmente del agua para tomar el sol cuando concluye su periodo de hibernación. Su presencia ahora en su hábitat es casi testimonial. Tanto es así que en la misma isla de El Palero es frecuente ver, y en mucho mayor número, hileras de tortugas de Florida, que se distinguen por su mayor tamaño y por sus franjas amarillas más gruesas en el cuello y la cabeza y, en ocasiones, por manchas rojas en el cuello.

Capturar o vender un galápago leproso está castigado con penas de prisión

Un vídeo difundido esta misma semana por el alcalde, Óscar Puente, mostraba precisamente a media docena de tortugas de Florida tomando el sol en un tronco seco de la misma isla del río vallisoletano. «Estas tortugas se distinguen muy bien de las leprosas y sí suelen verse de manera habitual en este entorno», explica Carlos Modrón, en cuyo 'carrete' cuenta con numerosas imágenes, también de esta misma primavera, en la que se ve a esta especie invasora.

La tortuga leprosa está protegida y figura como tal tanto en el Atlas y libro sobre anfibios y reptiles del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico como en la Ley sobre Patrimonio Natural y Biodiversidad. Capturarlas o venderlas está castigado, incluso, con penas de prisión de entre cuatro meses y dos años o cuantiosas multas económicas, según recoge el artículo 333 del Código Penal.

La nueva Ley de Bienestar Animal castiga la tenencia de este tipo de tortuga protegida como una infracción leve y conlleva multas de entre 500 y 10.000 euros.

Cabe recordar, al margen de las posibles sanciones, que tanto la tortuga de casa como la importada suelen ser portadoras de la bacteria de la salmonela.

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