Nacho Llorente junto a una de las planchas de la tienda. Alberto mingueza
Decreto de ahorro energético

«En la tienda tengo dos planchas a 140 grados, es inviable poner el aire a 27»

Quejas de clientes y comerciantes en las primeras jornadas de aplicación del decreto de ahorro energético, aunque también hay opiniones favorables

mario azcona

Jueves, 11 de agosto 2022, 20:33

Dos días después de la entrada en vigor de las medidas de ahorro energético, que contemplan el ajuste de termostatos del aire acondicionado a 27 grados en el interior de los comercios, arrecian las quejas de clientes y trabajadores que consideran que el nuevo ... decreto no se ajusta a las necesidades reales de cada tienda. Dificultades para trabajar está encontrando, por ejemplo, Nacho Llorente, empleado del establecimiento Fútbol Emotion, quien asegura que poner el aire acondicionado a más de 22 grados «sería mortal». En la tienda «tenemos dos planchas para serigrafiar camisetas que están a 140 grados, algo que provoca que la temperatura de toda la tienda ascienda. De hecho, en este momento, con el aire a 22 grados en la tienda hay 27; si lo dejo en lo que marca el decreto se me dispara hasta los 35 grados», declara Llorente a media mañana. Precisamente, con el comienzo de las ligas, agosto es uno de los meses de más trabajo. «Tengo en la tienda fácil 25 personas», señala. Desde el establecimiento no descartan trasladar al Ayuntamiento su situación para intentar encontrar otra solución.

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También preocupada y disconforme con algunos aspectos del decreto, especialmente con el cierre de puertas, se muestra Laura Tapias, propietaria de la tienda Lauwood y vicepresidenta de la Asociación de la Industrial Textil y Moda de Castilla y León (Texmocyl), quien asegura que en un comercio, una puerta cerrada supone una barrera psicológica para los cliente. «Está demostrado que cuando está cerrada no entra nadie». No obstante, Tapias recalca que son una empresa concienciada con el medioambiente y que no van a gastar «más de lo necesario porque queramos». En verano no hay inconveniente «porque es una tienda fresca y no hay problemas de calor», pero le preocupa la situación en invierno: «Diecinueve grados en una tienda de ropa, donde los clientes se tienen que probar las prendas, puede provocar que estos no se la prueben y se pierdan ventas».

Argumentos similares se escuchan en otros comercios de la ciudad. Patricia Bernardo, trabajadora de El Ganso, explica que con 27 grados «los clientes se quejan» y, de hecho, ya nota que el número de personas que entran en la tienda «ha bajado». A nivel personal, comenta que trabajar a esa temperatura y moverse por la tienda durante horas se hace difícil. Mariam Pérez, empleada de Pablo Ochoa, asegura que los clientes se quejan del calor, aunque a pesar de ello la tienda no ha perdido afluencia.

De forma distinta ha acogido la medida Marisa Conde, dueña del Café Victoria. «Es un temperatura viable para mi local, los clientes lo aceptan, no he tenido quejas». Conchi García, dueña del Bar H-J, se muestra en desacuerdo con el decreto, pero sí cree que «es cierto que se pierde mucha energía con la puerta abierta». Unas puertas que ella misma mantiene abiertas para generar corriente y así ahorrarse el aire acondicionado. «En cuanto a los clientes no hay problemas, prefieren la terraza».

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Entre los compradores también hay variedad de opiniones. Al entrar en una librería, Patricia Sánchez, asegura que en los primeros segundos sí nota el «fresquito», pero que a los minutos ya hace calor. En términos parecidos se expresa Paula de Castro, quien dice que al hacer la compra en el supermercado ha echado de menos «sentir el frío en los brazos». Por contra, Mar Fernandez señala que «después de entrar en varias tiendas para buscar un pantalón, pues sí agradezco esa diferencia de temperatura. Quizá en las tiendas pequeñas se nota menos el contraste respecto a la calle, pero se está a gusto igual».

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