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Tiene patinete desde hace unos cuatro años y en principio fue una compra pensada para uso esporádico, pero meses después se dio cuenta que lo mejor era usarlo a diario. «Sobre todo para no tener que pasar con el coche por la zona centro para ... ir al trabajo», dice Tamara de Haro.
Echa de menos el uso diario y el ahorro que le suponía el patinete hasta hace un par de semanas, cuando acudía a su anterior empleo como administrativa en una empresa situada junto a la plaza Mayor. «Me ahorraba coger el coche, pasar por el centro y hacer cuatro trayectos al día», explica.
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Tardaba apenas unos 15 minutos y hacía una gran trayecto. «Primero cruzaba toda la Victoria, atravesaba el puente Conde Ribadeo, luego iba por el carril bici y cruzaba por el Puente Mayor, Isabel la Católica y luego por Poniente hasta llegar a la oficina», señala Haro.
Tiene claras las ventajas, «no contaminas porque no usas el coche, no gastas gasolina y en muchas ocasiones ahorras tiempo porque no tienes que buscar dónde aparcar». Decidió comprar casco por seguridad, aunque sostiene que según en qué trayectos, como los de ir al trabajo se lo ponía. «Si va a ser algo corto y de poco tráfico, como no es obligatorio a veces no lo uso», reconoce.
«Hay que tener cuidado en exceso cuando compartes el carril bici y sobre todo, cuando vas por el carril donde van los coches, a mí me parece lo más peligroso del patinete porque Valladolid no es una ciudad que esté acostumbrada todavía al uso masivo de este medio de transporte», asegura la joven.
Más testimonios
De Haro no ha tenido ningún accidente en estos cuatro años de uso casi cotidiano del patinete, aunque recuerda que estuvo a punto. «En uno de esos trayectos que hacía todos los días casi me llevo por delante a una mujer que invadió andando, sin mirar y sin previo aviso el carril bici a la altura del puente de Poniente. Tuve que pegar un frenazo muy brusco para evitar arrollarla, menos mal que al final todo quedó en un pequeño susto», recuerda.
Con el reciente cambio de trabajo no puede usar el patinete y es algo que echa de menos. «Ahora lo usa mi hermano para llegar hasta Michelín y le es muy cómodo en los trayectos diarios. Mi pareja también lo usa ocasionalmente para ir al trabajo. Al final es una opción muy cómoda para el día a día», finaliza.
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