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Los taxistas pasean gratis a los abuelos para que vean las luces navideñas¡Qué noche la de hoy en Valladolid! Impregnada de solidaridad y espíritu navideño. Una blanca y motorizada cabalgata ha recorrido las calles de la ciudad dejando tras de sí una estela de luces, sonrisas y lágrimas de emoción. Todo gracias a 63 generosos taxistas, ... que se han unido para convertir el trayecto nocturno en toda una experiencia para los 190 ancianos de 11 residencias de la capital y el alfoz.
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Los taxistas engalanaron sus vehículos con decoraciones navideñas para tan especial ocasión y los taxímetros se programaron solo para contabilizar las sonrisas de los ilusionados pasajeros. Papanoeles, renos, espumillones y muchas luces adornaban los capós y maleteros. Al son de los villancicos que salían del altavoz del coche-guía, la comitiva puso rumbo con alegría por el paseo de Zorrilla, desviándose por Filipinos, Gamazo, Duque de la Victoria hasta la Plaza Mayor, donde aguardaban muchísimos vallisoletanos a que llegaran los abuelos. Como novedad, este año el recorrido continuó por una iluminadísima calle Santiago, donde todo eran saludos y besos al aire, al ver la emoción y la gratitud en los rostros de los emocionados pasajeros. A partir de la calle Doctrinos, la cabalgata finalizó para devolver a los mayores a sus respectivas residencias.
Uno de los taxis lo conducía Cristina Luje (licencia 295). En él viajaban Salvador García, un veterano de 97 años de Ciguñuela, que amenizó el viaje con sus chistes y simpatía. Sus compañeras de trayecto eran Carmen Alonso de 57 años y natural de Zamora, quien se mostraba emocionada por poder disfrutar de las luces de la capital de Pisuerga; y María Pérez, de 76 años muy dispuesta a disfrutar de su ciudad natal desde otro punto de vista diferente. Los tres son usuarios de la residencia Riosol. «Yo me apunté hace 20 días y no veía el momento de montar en el taxi. Vine también el año pasado y me gustó tanto que no quería perdérmelo», comenta Salvador desde el asiento de copiloto.
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La complicidad de la taxista con estos especiales pasajeros quedó muy patente entre en las risas, gestos de cariño y la alegría de unos y otros. «Yo comparto el taxi con mi marido Gustavo. Otros años ha venido él a la cabalgata, porque le pilla en su turno y yo me conformaba con adornar el coche, pero este año, me apetecía participar conduciendo», explicaba Cristina. «Valladolid está impresionante en esta época del año, pero lo más bonito de todo es la alegría con la que nos lleváis en los taxis y lo preciosos que les habéis puesto para nosotros», replica Salvador a esta profesional del volante.
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Al llegar a Fuente Dorada, este abuelo con casi un siglo de vida y de historias por contar, no duda en bajar la ventanilla, abrumado por las numerosas muestras de cariño de los transeúntes. «¡Somos la juventud de España!», les grita mientras tira caramelos a los niños. «¡Qué concurrencia, Dios mío! ¡Qué tarde me estoy pasando!. Si parece Semana Santa…!», prosigue emocionado.
«¡Menudo ambiente hay en la Plaza Mayor», le interrumpe María bajando también el cristal para ver mejor a la gente que le saludaba desde la calle. «Está la ciudad animadísima. Luego dicen que los vallisoletanos somos antipáticos y mira cómo nos quieren todos», comenta. «Yo me lo estoy pasando divinamente. Me está encantando ver Valladolid así», apostilla Carmen. Al llegar a la calle Santiago, coincidiendo con el espectáculo musical, los paseantes dejan paso a la caravana de coches. «No me esperaba esta respuesta de la gente. Es una manera de acercar el sector del taxi a los ciudadanos. La gente aprecia mucho esta iniciativa. Cuando iba camino de la residencia, me han parado dos veces para darme las gracias y la enhorabuena», dice Cristina que atraviesa la calle peatonal a velocidad muy reducida.
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«Que los taxistas organicen esto para hacernos felices, es de agradecer. Más, cuando venimos de una pandemia tan horrorosa, que nos hizo caer a muchos, aunque yo logré engañarla», prosigue Salvador. «Cristina, muchas gracias por este fantástico viaje. Que tengas mucha suerte en tu profesión. Espero haber sido un buen copiloto», se despide Salvador agradecido. «Ha sido un placer llevaros. Yo también he disfrutado muchísimo. Al año que viene lo tendré que echar a suertes con mi marido para venir de nuevo a la cabalgata», responde la taxista.
Todo ha salido a la perfección y una vez que los abuelos regresan a la residencia, los taxistas vuelven a la faena. «Ésta ha sido mi última cabalgata, porque al año que viene me jubilo y voy a echar de menos traer a los abuelos a ver las luces de navidad», dice Chema Villagrá, del taxi 456, mientras se despide de todos con polvorones. «No es fácil organizar esta cabalgata. Son muchos taxis, muchas residencias, muchos abuelos y muchos días de estrés, pero al final todo el esfuerzo merece la pena. La cobertura de la Policía Municipal ha sido espectacular», comenta David Vian, dueño de la licencia 122 y organizador de la cita. Él encabezaba la comitiva. «Lo hago porque me encanta ver sus caras cuando venimos a buscarles a la residencia y sobre todo, porque veo en ellos a mis abuelos, a los que quería muchísimo. Para mí ha sido muy emocionante, sobre todo, cuando al principio de la calle Santiago he visto a mi familia. Pienso dejar el espumillón, el belén y los papanoeles, durante todas las navidades en el salpicadero del taxi», concluye feliz y orgulloso este taxista.
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