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El gigante de cartón piedra de Valladolid está a punto de cumplir 80 añosEn muchas ciudades españolas la presencia de grandes atracciones con aspecto de gigantes o de muñecos es habitual en las fiestas patronales. Estas figuras entran ... dentro de una ya conocida tradición, la de los de gigantes y cabezudos. Es el caso dl Gargantúa de Bilbao, las Gigantillas de Burgos o el Caravinagre de Pamplona. Valladolid cuenta también con este tipo de grandes atracciones en forma de gigantes, ogros y otras figuras que salen a desfilar por el callejero de la ciudad con motivo de las Fiestas de la Virgen de San Lorenzo. Cuando se piensa en monstruos andantes, los vallisoletanos suelen asociarlo a la mítica pareja del Tío Tragaldabas y la Tía Melitona, con la que la mayoría de niños ha crecido.
Ya son casi 80 años los que esta pareja de gigantes hacen más amenas las tardes de fiesta. Las figuras representan a un enorme ogro que se traga todo y que ya se ha considerado uno de los iconos festivos por excelencia de la ciudad. Fue concretamente en el año 1946 cuando el consistorio vallisoletano decidió incorporar a los famosos gigantes y cabezudos a las fiestas como una figura lúdica más que pretendía seguir la misma línea que el mencionado Gargantúa de Bilbao. El objetivo era simular un muñeco de enormes dimensiones con la boca abierta que se traga a los niños y luego los expulsa por un tobogán que albergaba en su interior.
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La primera figura fue creada en 1854 por el bombero Echaniz y, desde entonces, el gigante ha sufrido varias transformaciones. La imagen sería reconvertida en 1896 por un taller fallero valenciano y completamente renovada años después por Juan Ignacio Urbieta, que se encargó de suavizar el aspecto monstruoso del gigante para que se pareciese lo máximo posible a un personaje caricaturesco de aspecto fallero. Sin embargo, la última versión con la que se cuenta está realizada al completo de cartón piedra y cubierta por una chapela. En sus manos, la figura sostiene una gran cuchara y un tenedor de madera, siendo, como desde su origen, arrastrado por una pareja de bueyes.
El proyecto vallisoletano llevado a cabo por Teodoro Rivera pretendía mantener la misma estructura que el Gargantúa de Bilbao. Esta vez se recurrió al folklore castellano para encontrar como modelo apropiado un gigante inspirado en el cuento infantil del Zamparrón» o la Zarrampla, una historia destinada a asustar a aquellos niños que no querían dormir cuya tradición se mantenía en muchas localidades de la comunidad. A la atracción se le atavió con el traje popular de los campesinos vallisoletanos recubierto por una gran capa castellana de paño real, como los gigantones, y tocado con un sombrero de copa cónica, siguiendo el mismo modelo que lleva el Gigantillo de Burgos. Fue bautizado como Tragaldabas y apareció por primera vez sentado delante de una mesa dispuesto a engullir un enorme pastel.
El modelado del gigante corrió a cargo del escultor González Pintado en colaboración de Julián Moreno, al mando de los trabajos de escayola. Del cartón piedra se encargó Luis González, que trabajó todos ellos en el denominado solar de San Ambrosio. La plataforma, que en un principio era arrastrada por una pareja de bueyes, fue realizada por Lucio Martín mientras que del tobogán interior se ocupó Tomás Ruiz.
La monstruosa figura estaba lista para salir a la luz. Fue el 15 de septiembre de 1946 cuando El Tragaldabas salió a la calle por primera vez con motivo de las fiestas de Valladolid. Y es que la primera impresión que causó fue un terror entre los niños, un miedo que después se transformaría en disfrute de este enorme juguete público, que resultaba una enorme atracción en una época sin parques y juegos para los más pequeños. Con el tiempo, la climatología de la ciudad provocaría desperfectos sobre un gigante de material vulnerable, lo que originó un lento deterioro que obligó a su restauración.
Es por ello que el Ayuntamiento, a principios de 1992, decidió hacer una réplica del gigante, en esta ocasión con forma femenina. La figura fue presentada al público en las fiestas de San Pedro Regalado de aquel año como la Tía Melitona, nombre inspirado en una popular jota castellana. Una vez estuvo restaurado el Tragaldabas, las dos figuras formaron una mítica y peculiar pareja que durante las fiestas han recorrido buena parte de las calles de la ciudad.
Desde Curioseando por Valladolid nos trasladamos hasta la infancia de muchos vallisoletanos que aún recuerdan los consejos del Pajarito Azulín, que tenía un gran protagonismo en un espacio radiofónico en directo de cada jueves.
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