Libasse y Ameth, junto al árbol de los deseos de los refugiados, en el centro cívico Delicias. Alberto Mingueza
Día Mundial del Refugiado

Las sueños de las personas refugiadas en Valladolid: paz, menos fronteras, familias unidas… y Lola Índigo

Casi 1.800 personas solicitaron el año pasado protección internacional en la provincia, que ha celebrado la jornada con exposiciones, marchas y comidas de hermandad

Víctor Vela

Valladolid

Jueves, 20 de junio 2024, 19:41

«Necesito conocer más gente», escribe Libasse Diop, 25 años, natural de Senegal, apenas seis meses en España, en una hoja que a continuación cuelga de un árbol de los deseos plantado en el centro cívico Delicias. Allí, en sus ramas, crecen las aspiraciones, preocupaciones ... y anhelos de decenas de refugiados o solicitantes de protección internacional que residen en Valladolid. Unos deseos tan universales que cualquiera podría firmar.

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«Salud, bienestar y prosperidad familiar».

«Tener mucho dinero en este país».

«Acabar con la ignorancia del racismo y vivir en un mundo en plena igualdad».

«Reencontrarme con mi familia de nuevo».

«Paz en el mundo entero».

«Unión familiar, menos fronteras».

«Un piso en Valladolid».

«Que toda meta y sueño de este año se haga realidad».

Varios de los mensajes incluidos en el árbol de los deseos. El Norte

Y junto a estos, en el árbol, germina el deseo de Libasse: «Necesito conocer más gente». Lo ha escrito, con letra redonda, acolchada, en bolígrafo negro, después de retirarse unos auriculares en los que escucha su música preferida. «Lola Índigo», dice resuelto. «Me encanta». Ojalá ir a un concierto suyo. Ojalá concerla. Lo que Libasse no ha puesto es una idea fundamental que le empujó a salir de Senegal: «Buscar una vida mejor».

Cuenta que, cuando estaba en su país, recibía a menudo los mensajes de amigos que habían emigrado a Francia, a Alemania, en los que le explicaban que en Europa había posibilidad de prosperar lejos del hambre y la violencia. Libasse se embarcó en una lancha que le llevó hasta Tenerife. El viaje duró cinco días. Con sus cinco noches. Más largas aún porque apenas les dejaban beber agua dos veces por jornada, para evitar que el líquido potable se agotara.

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«Éramos 45 personas, una de ellas menor», rememora Libasse, quien después de ocho días en Tenerife fue trasladado a la Península, en un realojamiento impulsado por el Gobierno para afrontar la emergencia migratoria vivida en el otoño de 2023, ante la mayor llegada registrada en las Canarias desde el año 2006. Durante meses, Libasse fue atendido en el centro de acogida habilitado en el balneario de Medina del Campo, junto a otros 395 jóvenes de entre 18 y 30 años. Hoy, intenta abrirse un futuro en Valladolid: «Como cocinero, en un almacén… Lo que quiero es trabajar».

En Medina, Libasse compartió alojamiento con Ameth Diop, senegalés como él, 23 años. Su viaje hasta Canarias también duró cinco días, aunque dice Ameth que no le resultó tan pesado. «He trabajado siempre en el mar (pesca sobre todo de pulpo); es muy duro, pero estoy acostumbrado», asegura Ameth, quien salió de Senegal para evitar situaciones de violencia y amenazas en la casa de su tío. Las peleas eran constantes. También él escribe un mensaje para este árbol de los deseos: «El mundo necesita más gente que ame lo que hace». Pero hay otras aspiraciones: «Quiero trabajar. De lo que sea, no tengo mucha opción. Me gustaría ser albañil, pero estoy haciendo un curso de cocinero».

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Este árbol plantado por Accem en el centro cívico Delicias forma parte de las actividades organizadas en Valladolid con motivo del Día Internacional del Refugiado, que se ha celebrado este jueves, con exposiciones, fiestas, charlas y concentraciones. Y además, con reivindicaciones. Por ejemplo, por las «grandes dificultades ante la imposibilidad de obtener cita para manifestar la voluntad de solicitar protección internacional y acceder de este modo al proceso de asilo y sistema de acogida», explican desde Accem, donde recuerda la necesidad de abordar el asilo y las migraciones forzosas «desde un enfoque de derechos humanos».

1.798 personas

solicitaron el año pasado protección internacional en Valladolid

El año pasado, 1.798 personas pidieron al Gobierno este tipo de amparo en la provincia. En 2022, fueron 1.217 (a los que habría que sumar 555 ciudadanos ucranianos que pidieron protección temporal por la guerra en su país). Cruz Roja atendió, durante 2023, a 131 personas refugiadas (la mayoría de Venezuela, Ucrania y Afganistán). Accem prestó apoyo y recursos a 2.783 (1.571 hombres y 1.212 mujeres). Por nacionalidades, también destaca Venezuela, seguida por Colombia, Senegal, Marruecos, Ucrania, Perú, Nicaragua, Gambia, Cuba y Mali.

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Carmen Mendoza, jhunto a varias de las fotos que se pueden ver en la exposición. Alberto Mingueza

Carmen Mendoza llegó en abril desde Honduras, el país número 13 con mayor tasa de homicidios del mundo, de acuerdo con los datos de la ONU. Dejó su trabajo en una fábrica textil para buscar en España seguridad para su familia. Aquí encontró no solo eso, sino una ciudad «bella» que acostumbra a fotografiar. Por ejemplo, la Fuente de la Fama, el paseo central del Campo Grande. Las fotos de Carmen forman parte de una exposición que, durante esta semana, puede visitarse en el vestíbulo del centro cívico Delicias. Allí, varias personas refugiadas y solicitantes de protección internacional muestran sus destrezas con los pinceles, las letras o la cámara fotográfica.

«La gente te sorprende», dice Diego Cebas, coordinador provincial de Accem Valladolid, entidad que promueve esta exposición, con piezas realizadas por usuarios de la entidad. «Muchos de ellos muestran talentos ocultos. Tenían en sus países aficiones artísticas que tuvieron que abandonar y ahora pueden recuperar». Yoinar, de Venezuela, colabora en la muestra con un pequeño lienzo al que se asoma una estampa montañosa de Mérida. María Ysabel, de Perú, ha dibujado el Machu Picchu. Cristina, de Colombia, ha plasmado en imágenes la 'Flor de la maravilla'.

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Jonny, junto a su cuadro, en la exposición de Delicias. Alberto Mingueza

Johnny Alain Robayo ha rendido un homenaje pictórico a su país. 'Esencia de Venezuela' es el nombre con el que ha bautizado su obra, donde puede verse una bandera, una botella de cerveza Polar y un paquete de harina pan, con el que se cocinan las arepas, plato estrella del país. «Es una forma de recordar a la familia, a los amigos, a las personas que has dejado allí, porque en todos los encuentros festivos hay comida y bebida para disfrutar con ellos», cuenta Jhonny, quien llegó a Valladolid hace cinco meses procedente de Ecuador, país en el que trabajaba, «en un restaurante». En España busca oportunidades de «crecimiento personal» que le permitan reagrupar a la familia.

Encontrar un trabajo es la principal aspiración de la mayoría. Por eso, durante este Día Internacional del Refugiado, Accem ha organizado una jornada de empleo (en el Santander Work Café de la calle Constitución) que ha conectado a empresas con solicitantes de protección en busca de trabajo. La ONG ha reunido también a sus usuarios en una jornada lúdica (con comida y partidillos interculturales) en las pistas de Ruiz Hernández.

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Cruz Roja ha conmemorado esta fecha con una conferencia sobre la realidad de los refugiados, en el centro cívico Bailarín Vicente Escudero, con la participación de técnicos de la entidad y beneficiarios de sus programas, procedentes de Ucrania y Siria.

Además, las calles de la capital iban a ser escenario de una marcha por la hospitalidad organizada por el sector social de la Compañía de Jesús. La comitiva tenía previsto salir a las 17:15 horas de la Plaza Mayor hasta llegar al Camino Viejo de Simancas (INEA), en una caminata de ocho kilómetros con la que se pretendría reivindicar que «se garantice el derecho a solicitar protección internacional en otro país para salvaguardar la vida, la dignidad y la seguridad». Pero el fuerte aguacero que cayó sobre la capital a esa hora ha obligado a suspender la marcha y los participantes se han desplazado directamente hasta el INEA.

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