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En la gestión política, como en casi cualquier aspecto de la vida, los referentes se antojan fundamentales para intentar forjar un propio camino, no a imagen y semejanza, sino valiéndose de ese ejemplo. Por eso, aunque su convicción es total respecto al soterramiento, a, Jesús ... Julio Carnero, alcalde de Valladolid, se le vio tomar notas en más de una ocasión durante las intervenciones de sus compañeros de la mesa del foro 'El soterramiento, casos de éxito', organizado por El Norte de Castilla en Las Delicias, uno de los varios epicentros del debate, con la colaboración del Ayuntamiento de Valladolid.
El primer edil vallisoletano, así como el interesado público asistente, escuchó de primera mano las experiencias de Cádiz, ciudad cuyo soterramiento ha culminado, de la voz de Teófila Martínez, su exalcaldesa; de Murcia, donde el proyecto ya está avanzado, a través de su regidor, José Francisco Ballesta, y de Almería, donde se espera que en 2026 acaben las obras, como explicó su alcaldesa, Mar Vázquez. «Cada uno de estos proyectos se encuentra en una fase distinta. El nuestro comenzó con los desvíos de los talleres de Renfe fuera de la ciudad y con la llegada del AVE, pero queda la obra medular al paso por la ciudad», les advertía Carnero en la jornada, en la que recordó la voluntad de la Junta de Castilla y León, «compartida por los ayuntamientos de Palencia y León», de que el soterramiento se lleve a cabo en las tres ciudades.
Jesús Julio Carnero
Alcalde de Valladolid
Los cuatro alcaldes mostraron el convencimiento de que Valladolid está «ante una oportunidad única de acometer la obra más transformadora de la ciudad en toda su historia», una que Cádiz culminó hace dos décadas. «Yo llegué al Ayuntamiento en 1995, en mayo de 1996 empezó la lucha y en 2003 estaban la estación y el soterramiento terminados», explicó Teófila Martínez, que fue la primera en fijarse en otros, en su caso, Castellón, para insistir con un proyecto «de vida o muerte, en una ciudad donde algunos espacios son más densos que en Hong Kong y a la que entran todos los días 40.000 coches». En su caso, eran tres los kilómetros de terreno que dividían las vías, con complicaciones como que no tenía suelo de aprovechamiento urbanístico ni dinero. «Lo que tenía era un proyecto de alto calado social, económico y cultural, que integraba una ciudad dividida e incomunicada», explicó Martínez, que fue beligerante hasta que las negativas tornaron en un sí. «Con un proyecto y con el respaldo de los agentes sociales vas a donde sea. Yo no podía consentir un no», agregó.
En Almería, la «fractura», tal y como la definió su alcaldesa, Mar Vázquez, es de más de dos kilómetros y tiene un origen industrial. Después de tres décadas de pelea, una en la que «toda la ciudad luchó mucho», recibieron tres propuestas para soterrar, apostando por hacerlo con las vías y mantener la estación –de término, no de paso– en superficie. El montante total de 234 millones, fruto de un acuerdo con las administraciones superiores y que cuenta con fondos europeos para aminorar esta carga. «Los fondos propios invertidos ascenderían a 44 millones, pero, si se ejecuta a tiempo, habría una rebaja de alrededor de unos 14», expuso Vázquez.
Foro 'El soterramiento, casos de éxito'
El caso más similar a Valladolid de los expuestos fue el de Murcia, que cuenta también con dos barreras, «una, la natural, el río, y la otra, una artificial: las vías». José Francisco Ballesta definió su proyecto como «un éxito de la sociedad civil, no de la política», perseguido desde 2006 con el fin de llegar a soterrar siete kilómetros, junto a las estaciones de tren y de autobuses, por un montante que alcanza los 617 millones. «Más importante que el presupuesto son los espacios que se ganan; no lo que se soterra, sino lo que está arriba, que es el corazón de la ciudad», aseveró, una línea que mantuvo el alcalde de Logroño, Conrado Escobar, quien intervino a través de un ilustrativo vídeo donde se podían ver las edificaciones construidas durante el soterramiento de las vías férreas de la ciudad riojana. «Es un proyecto realizado gracias a la voluntad ciudadana y política, que permitirá liberar espacio para zonas verdes y residenciales y ser una ciudad más sostenible», explicaba Escobar.
Ese espacio que se gana, que Ballesta definió como «la biografía emocional» del núcleo urbano, fue destacado por los diferentes intervinientes al margen de la plusvalía económica que pueda generar el terreno ganado a las vías y es «una infraestructura que elimina barreras y desigualdades», en palabras de Jesús Julio Carnero, alcalde de Valladolid, opinión que concuerda con la de diferentes agentes sociales que asistieron al foro celebrado en el Centro Cívico Delicias, como Cecilio Vadillo, cabeza visible de la Plataforma por el Soterramiento de Valladolid, que recordó que es «un tercio de la población la que se encuentra marginada al otro lado de la vía» o como Alberto López Soto, presidente de la Asociación Vallisoletana de los Empresarios de la Construcción, que, valiéndose de la semántica del tema, afirmó que el soterramiento «es un tren que Valladolid no puede perder».
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