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Lourdes y Noemí se despiden a la salida del centro de la fundación Adsis en la Rondilla. rodrigo ucero

Más solos en la calle que entre rejas

reinserción social ·

La fundación Adsis pone en marcha en la prisión de Valladolid un plan pionero con voluntarios que arropan a exreclusos en su salida de la cárcel

M. J. Pascual

Valladolid

Domingo, 27 de febrero 2022, 00:06

«A ella le cuento cosas de cómo me siento que ni a mi hija: la depresión, la soledad, el miedo», confiesa Noemí mirando arrobada a Lourdes, la voluntaria de Adsis que, más que ser su acompañante en su nueva libertad, se ha convertido en su mejor amiga. Noemí es el nombre supuesto que ha escogido para dar testimonio esta vallisoletana de 59 años que prácticamente acaba de estrenar su libertad condicional («he firmado por dos años», precisa) tras haber cumplido mes y medio en la prisión de Valladolid y otros siete meses «muy duros» en el Centro de Inserción Social (CIS). «Me he sentido muy mal al principio, sigues pensando que te van a marginar porque la gente sabe dónde has estado, pero mi experiencia es muy buena desde que conozco a Lourdes, me apoya muchísimo porque me escucha, para ella no soy un número. Es mi ayudante personal», bromea.

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Separada, con una hija y dos nietas, dice Noemí que ella al menos tiene a su familia y un techo, aunque muchos le hayan dado la espalda, pero que otras personas que ha conocido cumpliendo condena estarán completamente solos cuando salgan de nuevo al mundo. «Yo porque tengo una familia y estoy en este programa que te ayuda, pero hay gente que sale, está muy sola y vuelve a las andadas», señala.

«No todo se arregla con escuchar, pero es un plus para apoyar su proceso hacia una vida diferente »

carlos blanco

Director del centro penitenciario de Valladolid

Desde ayudarles a encontrar casa, abrir una cuenta bancaria o a manejarse con un móvil pero, sobre todo, ser una persona con quien hablar, a quien llamar y que les escucha sin juzgar, es el papel que tienen los voluntarios que participan en el programa 'Enlace' puesto en marcha desde hace un año por la fundación con el centro penitenciario. Se trata de un programa piloto auspiciado por el Ministerio del Interior que pretende extender a otras comunidades autónomas y que en Valladolid lleva en marcha un año con el respaldo de CaixaBank, explica la directora de Adsis en Castilla y León, Aurora Corona. La fundación sin ánimo de lucro tiene experiencia de años en este acompañamiento en los centros de menores que gestiona y sus resultados le han animado a extender la experiencia a los adultos que salen de la cárcel, en muchos casos, «completamente desubicados, porque la realidad que conocían cuando entraron no tiene nada que ver a la que se enfrentan cuando salen».

«A veces la red social en la que estaban les llevó a cometer ese delito y romper con ella cuando salen es difícil»

aurora corona

Directora de Adsis Castilla y León

Indica el director del centro penitenciario, Carlos Blanco que, efectivamente, uno de los problemas de los presos cuando abandonan el centro es la falta de apoyo exterior. «Hay personas que tienen una red social importante y posibilidades de incorporarse con éxito a la sociedad y otras no. En muchas ocasiones, la falta de ese apoyo, sin vínculos familiares ni amigos, fue el motivo por el que terminaron en la prisión», explica. Por mucho que las instituciones que trabajan en el centro (funcionarios, trabajadores sociales) faciliten los contactos entre las personas que van a salir en tercer grado o en libertad condicional con entidades del tercer sector, subraya Blanco, cuando salen «les falta el apoyo afectivo». Coincide Aurora Corona en que los profesionales de los servicios sociales «van y vienen» pero el voluntario adquiere un compromiso de permanencia porque el vínculo con la persona que le han asignado es para toda la vida.

Hay cinco candidatos a participar en el programa entre los que están a punto de la libertad condicional o el tercer grado penitenciario

Para Carlos Blanco, «esta experiencia aporta un plus para estas personas que necesitan que se les apoye no solo en las gestiones cotidianas del día a día, sino en el plano afectivo».

El perfil de los candidatos a ser seleccionados para participar en el programa entre los presos que estén cerca del tercer grado (65 internos) o de la libertad condicional (52 en el CIS) es variopinto y siempre complejo, aunque el denominador común es la falta de arraigo. la media de edad está en torno a los cuarenta años, aunque también hay jóvenes. En este programa no se incluye a personas con adicciones porque precisan de tratamiento y, subraya la directora de Adsis, «los voluntarios no están para eso». Por el momento se está trabajando con cinco personas que carecen de esos recursos familiares y sociales y que precisan de un respaldo para enfrentarse a su segunda oportunidad en el exterior. «Hay casos de personas que llevan 12 o 13 años de prisión y una operación como abrirse una cuenta corriente se les hace un mundo; o también personas de condenas cortas pero que han terminado en el centro penitenciario precisamente por faltarles esa red de apoyo. Necesitan acompañamiento para esa inserción».

Enfrentar el desarraigo

Hay situaciones verdaderamente dramáticas, como la de las mujeres presas que tienen hijos tutelados por la Junta y quieren recuperarlos cuando salen, pero tienen que superar una situación de desarraigo y falta de recursos personales para poder volver a vivir con ellos, conseguir un empleo, una vivienda... En ese duro camino, contar con una persona de referencia, el voluntario, es inestimable. Pero no cualquier persona vale. «Buscamos en el voluntario a personas no profesionalmente ligadas a lo social, porque ellos ya están rodeados de profesionales; buscamos personas sensibles a esta realidad, de una cierta edad, con estabilidad emocional y madurez», precisa la responsable de la fundación en Castilla y León. Tras una serie de entrevistas personales se realiza la selección de las personas idóneas para acompañar a los reclusos, que corren a cargo de una psicóloga, y luego se les forma. Se requiere un «mínimo de permanencia» de un año porque «se produce una ligazón emocional muy fuerte entre ambos y por eso se requiere una continuidad, ya tienen bastantes frustraciones, no se les puede fallar».

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En el Centro de Inserción Social (CIS) llevan un año trabajando en el programa. «Allí hemos entrevistado a una docena de personas y hemos empezado poco a poco, con el acompañamiento de tres voluntarios a tres personas, una mujer y dos hombres». Uno de ellos, septuagenario, que estaba totalmente desubicado a la salida, sufría «un estigma tal, que salía con visera, mascarilla, para que nadie le reconociera, pero hoy se ha abierto, acude a un centro de mayores, sale al parque donde se encuentra a gente jugando a la petanca y se apunta... Es que se encuentran con una realidad que no tiene que ver con la que tenían cuando entraron en prisión», resume Aurora Corona.

Potenciales beneficiarios

  • 65 presos están en trámite del tercer grado en la prisión de Valladolid.

  • 53 están en el CIS.

La voluntaria Lourdes Fernández se felicita porque le haya «tocado» acompañar a Noelia en su camino hacia una nueva vida y recalca que le sirve de «autoayuda». La define como «una bomba de energía y de amor» y considera que «son las etiquetas» el mayor escollo a superar. «Es esencial ir un paso más allá y que la gente entienda que estas personas han pagado su condena y que merecen ser escuchadas y atendidas».

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