![Elvira Prieto busca al hijo que sospecha que le robaron.](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202110/09/media/cortadas/elvira1-kiPC-U150789822615uaB-624x385@El%20Norte.jpg)
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La voz de Elvira Prieto se entrecorta al recordar el episodio «más desagradable» de su vida. A sus 76 años, esta vallisoletana nacida en Laguna de Duero busca al hijo al que dio a luz el 1 de septiembre de 1966 en la residencia Onésimo ... Redondo de Valladolid y al que nunca conoció. En su historia, todos los datos que le proporcionaron no acababan de convencerla y a su proceso de duelo se unieron las ganas de descubrir qué había ocurrido en ese paritorio.
«Cuando me puse de parto me durmieron completamente, no me enteré de nada. Pero me desperté y escuché a los médicos hablar alto, diría que era una discusión, y me volvieron a sedar», recuerda Elvira. A la mañana siguiente, un médico acudió a su habitación, la despertó «a bofetadas» y se dio cuenta de que, sentado a los pies de la cama, estaba su padre. «Me dijo que había visto al niño, precioso, que ya estaba criado y que tenía roscas en los brazos». Elvira pasó el día adormilada y en ningún momento le dieron a su hijo. Una enfermera pasó por su habitación para ponerle una inyección y ella sospechó que era para quitar la leche por su «amplia experiencia cuidando niños». Mientras recibía el pinchazo tuvo el valor de esconder en su cajón los papeles que la enfermera había dejado en la mesilla en los que ponía la medicación que le estaban suministrando. «Era para cortar la subida de leche», precisa.
Cerca de las ocho de la tarde, su ahora exmarido llegó al hospital y ella sospechó que algo no iba bien. «Él venía de noche, en zapatillas y fuera del horario de visitas, por lo que pensé que algo malo había pasado», cuenta. Y así fue. Su por entonces marido recibió la visita de un vecino y este le advirtió que le habían llamado del hospital para decirle que su bebé había fallecido porque «estaba malito». «Cuando me lo dijo no me lo podía creer y solicité ver a mi hijo, pero solo le enseñaron a él un bebé muerto tapado con una sabanita, le dijeron que fuese a la funeraria de Las Angustias y volviese con un féretro». Tras enterrar a un hijo «en una fosa común del Cementerio del Carmen», ambos volvieron a casa, pero la idea de que su hijo no estaba muerto no se iba de la cabeza de Elvira. «Lo primero que pensé es que mi hijo seguía vivo y que si de verdad estaba muerto era porque algo malo habían hecho los médicos durante el parto», añade. La vida de Elvira y su marido continuó en el barrio de La Farola, donde residían y poco después comenzaron a nacer sus hijos. Tres fueron los que tuvieron, pero ella explica que «el hueco en casa siempre ha estado». Ese bebé que falleció, según los médicos, no ha salido de la mente de Elvira y siempre ha albergado la esperanza de saber qué ocurrió ese fatídico 1 de septiembre de 1966 en el que ingresó embarazada y salió con los brazos vacíos y «una sensación de dolor y rabia indescriptible».
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Tiempo después y ya divorciada, comenzó a ver en los medios de comunicación que había personas que buscaban a sus hijos y sus historias eran muy similares a la suya. «Los datos y las explicaciones que me dieron cuando me dijeron que mi hijo había muerto eran los mismos que explicaban esas personas. Yo siempre he tenido la sospecha y siempre he sabido que mi hijo no murió, pero ahí comencé a investigar y a pedir documentos», afirma.
Con la suerte de su lado, al solicitar los papeles del hospital donde dio a luz no le negaron nada y pudo conseguir el informe de ingreso, la partida de nacimiento y también las hojas de medicación. Pero sus sospechas cogieron fuerza cuando descubrió que había una copia de cada papel en la que los datos no coincidían. «El número de habitación en algunos papeles es el 610 y en otros el 505, mi nombre lo cambian por Eloísa en otros y la causa de la muerte de mi hijo, del que no está escrito su nombre, es hemorragia cerebral y, en otros, asfixia», explica visiblemente emocionada. En una carpeta en la que guarda originales y fotocopias de los papeles, Elvira muestra las pruebas que la justicia ya ha rechazado y ahora, según explica, «la única forma de que mi historia llegue a más gente es a través del periódico porque está claro que hay muchos interesados en tapar esto».
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