Valladolid
La semana negra de agosto en Valladolid: asfixias, asesinatos y crímenes machistasEl presunto homicidio de Mónica Álvarez a manos de su pareja este lunes eleva la crónica negra de la provincia durante los mismos días del año
Ocurrieron siempre a mediados de agosto, entre las semanas 32 y 34 de cada año. Enmudecieron a la sociedad vallisoletana con trágicos desenlaces en pleno ... verano y este lunes esa fatal casualidad se volvió a repetir en la capital. Concretamente en el barrio de Pajarillos, donde Juan Carlos San José acabó presuntamente con la vida de su pareja, Mónica Álvarez, tras asestar varias puñaladas y prender fuego a la vivienda que compartían en el número 4 de la calle Sisón. La instrucción pasará al Juzgado de Violencia sobre la Mujer para ver si se le imputa el delito de homicidio. Este crimen, investigado como violencia de género, se suma a una larga lista de sucesos en la misma época del año.
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Triple crimen en La Rondilla

La trágica y reciente muerte de Mónica Álvarez guarda muchas similitudes con lo sucedido hace dos años en La Rondilla, donde en la tarde del 13 de agosto los bomberos hallaron tres cuerpos calcinados, dos de ellos con signos de violencia, en dos viviendas separadas por escasos 200 metros: en las calles Marqués de Santillana, 2 y Linares, 32. Encontraron en primer lugar el cadáver de Juan Carlos Palomino, de 72 años, y cinco minutos más tarde, en la calle Linares, los de Eva María Asensio (54 años) y su madre María del Carmen González (78 años). Desde el primer momento, la Policía Nacional buscó una conexión entre las dos escenas del crimen hasta que siete horas después a tres manzanas detuvieron a Aaziz El-Yazid, pareja de Eva María, como presunto autor del triple crimen.
Durante ese tiempo, El-Yazid se intentó esconder en viviendas de personas de avanzada edad, pero su huida no fructificó tras ser detenido entre los contenedores de la calle Góngora. Entre sus intenciones, al parecer, no se encontraba acabar con la vida de la madre de Eva María al ser la única que no presentaba signos de violencia. La progenitora acudió al domicilio de su hija tras no tener noticias de ella. Se debió encontrar el incendio y no pudo salir de la vivienda.
Tras ser detenido en una amplia búsqueda por el barrio, el único investigado por las tres muertes se suicidó en la prisión de Villanubla a los pocos días. La causa se archivó, aunque desde el primer momento se investigó como un posible delito de violencia de género.
Venganza a tiros en Castrillo-Tejeriego

Los hechos se desencadenaron la noche del 19 de agosto de 2018 en el bar Mirabel de Castrillo-Tejeriego, el único establecimiento de la localidad, donde Manuel, quien pasaba unos días en casa de sus padres, la emprendió a tiros con la clientela por motivos que nunca fueron desvelados. Esa noche, sobre las 00.00 horas, el asesino se presentó en el bar acompañado de un amigo y coincidió allí, unas dos horas más tarde, con un grupo de unas nueve o diez personas entre las que, a la postre, se hallaban sus víctimas.
A lo largo de la noche los clientes fueron abandonando el local, donde Manuel permaneció en la barra hasta que en un momento dado y sin razón aparente salió de forma precipitada, se subió a su coche y regresó a casa de sus padres, donde al grito de «¡lo mato, lo mato!», cogió una escopeta y regresó al escenario donde minutos después se desató la tragedia.
Fue al entrar en el local cuando levantó el arma y descerrajó dos disparos que impactaron de lleno en Félix Carrión (46 años), que murió en el acto. Otros dos de los clientes del bar, Damián y Normando, resultaron heridos como consecuencia de la dispersión de los perdigones de los cartuchos que segundos antes habían segado la vida de su amigo.
Acto seguido, el asesino se giró a la derecha y apuntó a un tercero, Rubén, quien milagrosamente salvó su vida al suplicar que no le matara. El autor del tiroteo eligió entonces otro objetivo, esta vez el propietario del bar, Jesús, quien se encontraba tras la barra y que se arrojó al suelo y consiguió evitar el impacto de lleno de un nuevo disparo que, sin embargo, sí le alcanzó en el hombro izquierdo.
Tras el tiroteo, Manuel se subió a su coche y se desplazó hasta Valladolid, en cuyo trayecto se deshizo del teléfono móvil y del arma del crimen, que nunca fue hallada, y una vez en la capital se detuvo para retirar dinero de un cajero automático y se presentó en una casa de citas en la calle Luna donde, pese a lo que había ocurrido en el pueblo de sus padres, mantuvo relaciones sexuales. La detención se produjo a la mañana siguiente.
Manuel llegó a un acuerdo para pactar casi treinta años de cárcel.
Tres niños asfixiados en Boecillo por su monitora

Infanticidio en Boecillo en el agosto de 2011 con un nuevo triple crimen. Todos ellos niños de edades comprendidas entre los 3 y los 14 años. Sucedió el 15 de agosto, cuando Gabriela, cuidadora uruguaya del centro regional Los Pinos de Mensajeros de la Paz, mató a tres menores, que padecían discapacidad física y psíquica y que se encontraban dormidos en sus respectivas camas y cunas. Cogió entonces de la cocina del centro un rollo de film transparente y una bolsa de basura y asfixió a los pequeños, quienes no pudieron defenderse.
La mujer que estaba al cuidado de los niños fue hallada esa misma noche en una bañera con el grifo abierto y con heridas en la cabeza, muñecas y cuello por la compañera que le iba a dar el relevo. Pensó que era un intento de suicidio sin saber la tragedia de los niños. No fue su único incidente autolítico.
El drama alcanzó todos los niveles, pues, entro otros aspectos, a varias familias les quedaban escasos trámites para conseguir la adopción de los niños como era el caso del menor de 3 años. Un años después de los hechos, Gabriela aceptó una condena de 45 años por el infanticidio.
Una niñera mata a una bebé de seis meses

Rosario llevaba dos meses trabajando como niñera cuando sucedieron los hechos, el 9 de agosto de 2007. Fue contratada por la madre soltera (tuvo a su hija por inseminación artificial) como cuidadora de una recién nacida que residía en la calle Salud. Ese 9 de agosto, Rosario perdió los nervios al no conseguir que la bebé comiera por lo que la dio tortazos y la arrojó contra una superficie acolchada, provocando heridas compatibles con el síndrome del zarandeo. La recién nacida fue trasladada de urgencia a un hospital de Burgos donde fue bautizada ante su inminente fallecimiento (11 de agosto).
Rosario nunca reconoció los hechos y en su versión inicial reiteró que la menor se había atragantado y que «solo le di unos golpecitos en la espalda y le hice el boca a boca». Durante el juicio, su declaración la modificó para insistir en que la bebé se le había caído. «No soy una asesina», imploró.
Los forenses, durante la prueba pericial, aclararon que la niña «sufrió un movimiento más intenso que si hubiese estado dentro de un coche durante un accidente de tráfico, y que el zarandeo supuso al cerebro más velocidad que el reingreso del Apolo 16 en la atmósfera». Fue condenada por la Audiencia de Valladolid a 20 años de prisión, rebajados a 15 por el Tribunal Superior de Justicia al eliminar el agravante de ensañamiento.
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