Valladolid
Seiscientas personas claman por el empleo a Bimbo y piden a la empresa que negocieValladolid
Seiscientas personas claman por el empleo a Bimbo y piden a la empresa que negocieHay niños. Siempre hay niños. Juegan despreocupados con las banderas, si son más mayorcitos, o van en la silla, sin son pequeñajos. A simple vista es fácil contar más de 20 entre los casi seiscientos manifestantes que este viernes claman por las calles de Valladolid ... contra el cierre de Bimbo. Ahora, hoy, esos niños quizá no son conscientes del drama que se avecina si la amenaza de cierre se cumple. Pero serán las primeras víctimas colaterales.
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Sus padres, arropados por los concejales del PP, del PSOE y de Toma la Palabra, por los sindicalistas de UGT, CCOO y CNT, por la Coordinadora de Mujeres de Valladolid, por algunos procuradores autonómicos socialistas, salen a la calle. «¡Si esto no se arregla, guerra, guerra, guerra!», anuncian a gritos. ¿Y cuál sería el arreglo? La vía Mondelez. Es decir, que Bimbo, empresa con beneficios y con una planta viable en Valladolid que quiere cerrar para aglutinar centros de producción y ganar más, se aviniera a un traspaso. A dejar que otro continúe con la actividad industrial. Lo que hizo Mondelez con la venta de la planta de Dulciora a Damel.
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Pero. La otra vía es Lactalis. «Lauki se cierra». Y punto. La cerrazón ante cualquier opción alternativa. Y en ese punto parece estar Bimbo. «Hasta ahora la empresa se ha cerrado y no quiere ni oír hablar. Creemos que comete un gran error y que la primera ventana que debería abrir es dejarnos explicar los posibles planes de grupos interesados en continuar», explicaba Gonzalo Díez, secretario general de Industria de Castilla y León del sindicato CCOO.
El presidente del comité de empresa, Félix Fernández, abundaba en ese problema de partida. «Tampoco conocemos cómo está la situación de posibles inversores, porque como es lógico el inversor no va a manifestarse, lo que quiere es quedarse con la empresa, poner sus condiciones y ver si ambas partes pueden ponerse de acuerdo. ¿Qué ha sucedido? Que ahora mismo la empresa ha declinado el sentarse en esa mesa que es la Fundación Anclaje, aunque se sigue insistiendo para que lo hagan», señalaba.
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Cuando la manifestación se lanza por Miguel Íscar, después de un pequeño parón de reagrupamiento al final de la Acera de Recoletos, son unas 600 personas las que componen una marcha que recibe las miradas de muchos vallisoletanos que a esta hora, en torno a las 11:45, empezaban a animar la calle. También una pareja de novios, ella con una cazadora prestada sobre los hombros y el vestido blanco, que refrescaba un poco, que regresaban del Campo Grande con el fotógrafo. ¿Esperaban más gente en la manifestación? Pues realmente confiaban en que «la ciudadanía, aunque no esté al principio de la manifestación, se sume al grito de ayuda». ¿Pesimismo? Los antecedentes de deslocalizaciones son malos, pero el pesimismo viene, sobre todo, porque los movimientos de Bimbo son cortantes. «El pesimismo lo transmite la empresa porque no avanza en las negociaciones, no es clara a la hora de explicar sus pretensiones en la negociación, solo ha anunciado el cierre, pero no ha puesto sobre la mesa las cartas de posibilidades que pueda hablar de reubicaciones y demás. La gente está cansada de esa posición que tiene la empresa», explica Gonzalo Díez.
El hecho de que Ayuntamiento, Junta y Ministerio de Industria vayan de la mano es la única fórmula que puede ablandar la rigidez que muestra Bimbo con su decisión de cierre. Por de pronto se ha hablado de un potencial inversor, lo que debería facilitar una interlocución con Bimbo. Félix Fernández insiste en que ese va a ser el gran objetivo a partir de ahora y hasta el final. «Vamos a recibir ese plan social que pretenden imponer, pero vamos a pedir un plan de reindustrialización, no queremos indemnizaciones ni traslados, sino seguir trabajando en Valladolid. Ese plan industrial nos lo está dando la Fundación Anclaje y en la próxima mesa de negociación lo volveremos a reiterar, que barajen esa posibilidad», señalaba.
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Lo mismo reiteraba Gonzalo Díez. «Esperamos una posición abierta y flexible de la empresa. Solo pedimos que seamos capaces de poner sobre la mesa el trabajo que se está haciendo en la Fundación Anclaje y con las administraciones, tanto el Ministerio de Industria como la Consejería, y desde ese punto de partida, que la empresa nos deje poner sobre la mesa las posibilidades que hay», decía.
La manifestación, pasito a pasito, lenta, avanzaba con sus camisetas, con un 'bimbo' armado con una guadaña, muy gráfico, sus cartones con 'Bimbo se lleva nuestro pan' y otras consignas parecidas. Entre los adultos preocupados, esos que en la tabla de Excel de una multinacional que decide un cierre se convierten en números en rojo o en verde, en indemnizaciones y costes y en aumento de beneficios futuros, avanzan también esa veintena larga de niños. Niños que juguetean con las mismas pancartas, con las banderitas de plástico, despreocupados y, sin saberlo, víctimas.
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