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El secreto para llegar a los 100 años: «No beber vino, leer y ser positiva»Secciones
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El secreto para llegar a los 100 años: «No beber vino, leer y ser positiva»Podría ser uno de los secretos mejor guardados de la historia de la humanidad. Cómo llegar a los 100 años «con buena memoria y excelente ... salud». Aunque no hay nada escrito al respecto y, como es habitual, cada persona es un mundo, cinco centenarias de la Residencia Hermanas Angélicas de Valladolid desgranan los detalles más relevantes de su vida en un ejercicio por conseguir el tan anhelado secreto. Un siglo de vida, cinco historias y grandes dosis de vitalidad se dan la mano para elaborar el elixir que promete alcanzar el siglo de vida. «No beber vino, leer y ser positiva», son algunos de los más repetidos por las centenarias que tienen ganas de seguir viviendo «hasta que Dios quiera».
Rosa Gómez, Juana Nava, Julia Recio, Dominica Calvo y Eudoxia García, todas ellas residentes de la Residencia Hermanas Angélicas de Valladolid, reciben a El Norte de Castilla en la entrada de la capilla. «Sácanos guapas y sin arrugas, por favor», puntualiza Julia Recio, que sujeta uno de los globos con forma de cero para inmortalizar el momento con un gran 100 plateado. Las anécdotas se suceden mientras el flash se dispara y la sonrisa de las centenarias se instaura en sus rostros. «¿Esto cuando sale en el periódico? Que yo me quiero ver», confiesa Julia Recio.
«El secreto para llegar a los 100 años reside en no beber vino y no fumar», resuelve Juana Nava con ímpetu. Su vida ha estado ligado a las agujas, los hilos y las telas. «Fui modista y con el dinero que ganaba pude pagar el colegio de mis hijos y su formación académica. Para mi siempre ha sido muy importante eso», explica la centenaria, quien puntualiza: «Tengo nietos en Estados Unidos y París con matriculas de honor y becas. Me llamaron hará quince días para hablar conmigo y me da mucho alegría».
La mente y la manera de afrontar la vida también son claves para alcanzar el siglo de vida. «Lo más importante es ser positiva y no negar nada de lo que la vida te pone en tu camino», explica Rosa Gómez. «A mi por ejemplo me encantar leer. Coger un libro y subirme a la habitación. Con un libro soy la mujer más feliz del mundo», explica, con cierta timidez. «El mundo de ahora no se parece en nada al mundo en el que yo viví cuando era joven. Antes todo era mejor», esboza la centenaria.
Julia Recio, la centenaria más habladora de las cinco, desgrana paso a paso su historia de vida y con una excelente memoria enumera uno por uno a sus cuatro nietos y seis bisnietos. «No me ha faltado de nada, he vivido pobremente pero muy feliz. He trabajado mucho en el campo y con 18 años me vine a Valladolid a servir. Antes no había lavadora ni nada de eso así que tocaba ponerse de rodillas y lavar con lejía en un cubo», recuerda la centenaria, quien confiesa: «A mi también me gusta mucho leer pero la novela de la televisión no me la pierdo».
«Tener una vida normal y tranquila», es el secreto que Eudoxia García añade a la lista para completar el elixir. «He tenido una vida muy normal y he sido muy feliz en todo momento. Me casé con un militar y estuve 10 años viviendo en Cuatro Vientos. Después nos independizamos y hemos sido muy felices», explica Eudoxia García que confiesa «estar un poco sorda pero me apaño bien».
Hay un factor determinante en el camino al éxito de superar el siglo de vida: la genética. Dominica Calvo es la menor de seis hermanos y «todos ellos han sido muy longevos y han llegado a los 100 años y más». La centenaria, que ha sido ama de casa durante toda su vida, bromea que «ojalá saber cuál es el secreto para alcanzar el siglo vida pero yo no lo tengo. Si que puedo decir que en mi caso tener carácter y ser positiva me ha traído hasta donde estoy ahora».
Ahora, las cinco centenarias, disfrutan de sus 100 años en la Residencia Hermanas Angélicas de Valladolid donde asisten juntas a misa. «Nos encanta ir a misa a las 12, que ya casi son», apunta Julia Recio. Dicho y hecho, las cinco centenarias algunas andando y otras en sillas de ruedas ponen rumbo a la capilla de la residencia. «Yo siempre le pido a Dios que no me deje en silla de ruedas», confiesa Julia Recio, «yo que me voy con él cuando él quiera», apunta Rosa Gómez. Quizá «otro de los secretos para alcanzar el siglo de vida sea la fe en Dios», finaliza Juana Nava.
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