

Valladolid
Los santuarios gastronómicos para las noches de fiestaNumerosos locales mantienen viva la gastronomía nocturna a base de pizzas, baguettes, bocatas y hamburguesas que satisfacen los antojos más intempestivos
Cuando el reloj pasa la medianoche y el estómago ruge, a veces es complicado encontrar lugares donde calmar el hambre. Sólo hay que saber buscar, ... porque en Valladolid la oferta es tan variada como deliciosa, con establecimientos que abren sus puertas hasta altas horas de la madrugada -algunos hasta el amanecer- para alimentar a los noctámbulos más hambrientos. Bocaterías, bagueterías y hamburgueserías se convierten en verdaderos santuarios gastronómicos a los que acudir durante una noche de fiesta a tomar un tentempié. Aquí incluimos algunos de los más destacados. No están todos los que son, pero si son todos los que están.
En la zona centro, hay una calle que cobra vida cuando cae la noche. Macías Picavea. Es la meca gastronómica para aquellos que buscan deleitar sus paladares durante o después de una buena jornada de diversión. La oferta culinaria es diversa, desde bocadillos con originales mezclas de ingredientes, hasta kebabs que despiertan el apetito con sus aromas tentadores. Sus hosteleros han sabido capitalizar la vida nocturna pucelana. Mientras otras calles parecen languidecer a medida que transcurren las horas, en esta histórica vía la actividad crece al mismo que los antojos gastronómicos de los más fiesteros. Estos establecimientos no hacen mucho alarde de decoración. Saben que lo que el cliente quiere es rapidez en el servicio y sobre todo, buenos precios. De lo que si presume la mayoría es de unas buenas cámaras con vitrinas donde los productos están expuestos. A esas horas, se come con los ojos.
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La Baguetería de Película es uno de los locales míticos de Macías Picavea. Lleva casi tres décadas calmando la sed y el hambre de los más fiesteros. Su gerente es Petya Macheva, de origen búlgaro. Ella llevaba 7 años trabajando allí, cuando cogió el traspaso en marzo de 2020, justo antes de la pandemia. «Hace años, el movimiento que había en esta calle era impresionante. Sigue siendo la calle gastronómica nocturna por excelencia, pero lo cierto es que la afluencia ha bajado», comenta. Su trabajo le gusta tanto y el horario también, que ha decidido volver a emprender y esta semana abrirá un nuevo establecimiento 'Baguetería de Película 2' en la zona de Poniente. «Creo que es un sector en auge, aunque es difícil encontrar empleados que quieran trabajar en este horario. Yo aguanto hasta que los últimos se van a casa», dice mientras prepara una bandeja de baguettes 'James Bond' de pollo al alioli, la estrella de su carta. Allí todos sus productos tienen nombre de personajes de la meca del cine. «Tan sólo en dos ocasiones me ha tocado llamar a la policía. Estando de cara al público, y más a estas horas, lo importante es atender con mucha paciencia y una gran sonrisa. El hecho de que haya mucha oferta es beneficioso para los clientes y también para nosotros, ya que tienen esta calle como referencia», subraya.

A pocos metros de allí, los amantes de la comida internacional encuentran su paraíso en Estambul Doner Kebab. Su propietario es el paquistaní Ali Hamza, quien a partir de la medianoche, no de abasto para hacer durums, su especialidad. «El local lleva 28 años en activo. Yo soy su tercer dueño. Éste fue el primer kebab de Valladolid y si lleva tanto tiempo, es porque la gente aprecia que lo que cocinamos es bueno», dice este hostelero que abre su establecimiento de lunes a domingo. «Solemos cerrar a las 01:00 horas de la madrugada, excepto los viernes y sábados que cerramos a las 03:00 horas y si hay clientela, aguantamos más. A última hora, es cuando nos piden más carne. Se ve que a medida que se acumula el alcohol, aumenta el apetito. La rotación de clientes es muy alta. En un restaurante la gente se queda de sobremesa. Aquí vienen, piden, comen y se van para seguir la fiesta. Muchos también se lo llevan y lo comen en la calle», añade mientras corta un gran pincho de carne certificada halal.

Nuevos establecimientos se suman a la ecléctica oferta gastronómica de Macías Picavea, lo que ayuda a mantener viva la tradición de la calle como un destino gastronómico nocturno. Es el caso de Macías Burguer, una hamburguesería que ha abierto sus puertas hace tan sólo unas noches. De hecho, todavía no dispone de cartelería ni ninguna decoración, sin embargo, sus clientes no dejan de entrar a probar sus hamburguesas. Tras la barra y la plancha están los socios Charles Zambrano y Daniel Choya, quienes vieron en este sector una oportunidad de negocio. «He trabajado durante mucho tiempo en la hostelería haciendo de todo, pero nunca de noche. A mi me encantan las hamburguesas y los perritos y me di cuenta de que en este horario nadie lo ofrecía, así que me lancé a cubrir esa necesidad», explica Zambrano. Abren de miércoles a sábado a las 20:00 horas y cierran entre las 04:00 y las 05:00 de la mañana. «Llevamos poco tiempo, pero la experiencia está siendo muy positiva. Nuestro producto estrella son las 'Salchicarnipapas' que vendemos por 4 euros y a la gente le encantan. La mayoría de nuestros clientes tienen entre 16 y 25 años. Nos sentimos muy bien acogidos en esta calle. Muchos de los trabajadores de otros locales terminan aquí la noche tomándose algo. Nuestro aforo es de 16 personas, pero es más que suficiente porque aquí los clientes están el tiempo justo para comer y enseguida se van», subrayan.

Fuera de esta calle, hay otras más opciones para dar por finalizada una gran noche de fiesta con una buena recena. Entre ellas, destaca Food Stop, en la calle Paraíso. Los hermanos Dragos y Stefan Ioan, naturales de Rumanía, han tomado el testigo del mítico Carpanta, que fue durante décadas el gran templo de los bocadillos nocturnos. Con otro nombre pero con la misma filosofía y sabores, estos hermanos calman las ansias de los últimos en irse a casa. «Yo trabajo en el bar Grisú y cuando me enteré de que el Carpanta cerraba en 2018, cogí el traspaso para seguir dando servicio a los clientes de la calle. Mi hermano vino poco después. Tenemos bocadillos de lomo, bacon, pollo, jijas o tortilla por 3,5 euros y también pizzas por raciones o completas que nos quitan de las manos», explica Dragos, quien reconoce que esta zona de fiesta «ya no es lo que era».
«Tenemos un público joven, que viene a comer algo rápido que cubra el alcohol que han bebido. Buscan algo de calidad, pero también miran mucho el precio», continúa Stefan. En su caso, los clientes hacen el pedido a través de una ventanilla y lo toman en la calle. «Les acostumbramos en la pandemia y nosotros nos sentimos más seguros, porque trabajando de noche, nunca sabes quién te puede entrar al local. Anteriormente, más de una vez algún cliente se ha quedado dormido encima de una de las cámaras y no había quien les despertara», dicen entre risas. Su horario es hasta las 04:00 horas de la madrugada, pero son flexibles y cierran en función de la clientela que haya. La climatología, las épocas de exámenes y de vacaciones, marcan mucho la demanda. Casi todos sus clientes son estudiantes.

El Ipan es otro de los que lo está haciendo muy bien en el sector de la noche. Tiene dos locales estratégicamente situados en la Plaza Martí y Monsó y la calle Pasión, junto a los garitos más de moda, lo que hace que se conviertan en el destino de aquellos que buscan una solución rápida y deliciosa para el hambre post-fiesta. Esta empresa vallisoletana, tiene una variada oferta gastronómica, que va desde los clásicos bocadillos de tortilla hasta opciones más innovadoras para satisfacer todos los antojos. «La gente busca sabores diferentes y por eso, nuestro bocata más vendido es el de lechuga de roble, pollo asado, queso de cabra y salsa césar. Está buenísimo. Aunque sea de noche y una recena rápida, buscan calidad. Cada cierto tiempo vamos cambiando la oferta para que no se cansen», explica Rodrigo Fuentes, su responsable, que abre de miércoles a domingo hasta las 06:30 horas de la mañana.

«Durante la noche es un goteo constante de clientes. A primera hora vienen las familias con niños que se llevan bocatas para cenar en casa. Luego los más adolescentes, que tienen hora de llegar a casa y vienen a por un bocadillo antes de tomar el bus. Cuando cierran las discotecas, todos acaban aquí tomando algo», remata Fuentes.
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