Hace ya 9 años que José Antonio Vilares y Belén San José tomaron una de las decisiones más importante de sus vidas, la de convertirse en padres de acogida. Un gesto solidario y una opción de vida que les ha reportado múltiples satisfacciones. En su ... caso, suman ya 7 acogimientos con 10 niños. Desde julio de 2021 tienen con ellos a dos hermanitos de 4 y 2 años «que son maravillosos» y «les hace muy felices»
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Él tiene 60 años y trabaja como encargado en una empresa de limpieza en el turno nocturno. Ella 58 y trabaja en Correos. Tienen dos hijos ya emancipados y tres nietas que son su alegría, igual que sus hijos de acogida. «Nos llena ser padres de acogida. Es una ilusión que tenemos», dice él con la voz entrecortada de la emoción.
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Laura Negro
La pasión de Belén son los niños pequeños y con sus hijos ya mayores, llevaba tiempo barruntando la idea de acoger algún bebé que careciera de lo más fundamental, el cariño y el calor de un hogar. Cariño que ella derrocha a espuertas. A través de la radio escuchó hablar del Programa de Acogimiento Familiar de la Junta de Castilla y León. No se lo pensó y llamó para informarse. Su marido era más reacio, sin embargo le convenció para acudir a una reunión informativa, de la que salió plenamente convencido de acoger. «Es lo mejor que he hecho», dice él. Para ambos, lo mejor de este programa «es que te ofreces a lo que tú puedes hacer. No te imponen nada», dice ella. «Se lo dijimos a nuestros hijos e hicimos el cursillo en Cruz Roja. Fue muy gratificante. Escuchamos el testimonio de otros padres de acogida y decidí que tenía que hacerlo. Recuerdo que salí llorando de la alegría, al ver lo que otras familias hacían», reconoce él.
Este matrimonio es muy consciente de que estos niños, por diversas circunstancias, no pueden estar con sus familias de origen y por ello están tutelados por la Junta de Castilla y León. Su principal objetivo es que estos pequeños, lleven una vida normal y reciban todo aquello que necesitan, tanto a nivel educativo, como alimentario, sanitario y emocional. «Nosotros siempre acogemos niños desde los 0 hasta los 3 ó 4 años, también con discapacidad. No pusimos ninguna traba en ese sentido».
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Todavía recuerdan aquella primera vez. Acogieron a una niña de tan sólo 19 días. No pudieron evitar sentir cierto vértigo ante lo desconocido, pero al ver su carita, se les pasó pronto. «Fue muy emocionante. A pesar de lo que opine mucha gente, da igual, adoptar, acoger o tener hijos biológicos, porque en cuanto llegan a tu casa, son tuyos», dicen ambos. «Era mi niña, dependía totalmente de mí. No estuvo mucho tiempo con nosotros, pero era nuestro bebé», dice ella. «Yo trabajo de noche, y ese turno, sin querer, te cambia el carácter. Cuando llegaba a casa y la veía, me daba la vida. Estaba encantado, y daba igual que me despertara. Yo estaba feliz de tenerla con nosotros. Los niños dan alegría a mi casa. Hasta huele de otra manera cuando están ellos. Hay más vida», completa él.
El momento más difícil y que por otro lado es inevitable, es el de la despedida. Es un momento doloroso y triste pero a la vez alegre porque saben que ese amor que han entregado a ese niño, durará para siempre. A ellos, lo que más les ayuda a superar esa despedida, es volver a acoger. «Desde el primer día sabes que los niños se van a ir. Pero no por eso, tienes que escatimar cariño. Mientras están conmigo son mis hijos y les trato como tales porque es importante para ellos que se sientan en una familia. De hecho, en esto participa toda nuestra gente, mi hermana, mi cuñado, mi madre, mis sobrinos… todos son parte importante de este proceso. Cuando llega su marcha, duele un poquito, pero ves cómo inician una vida nueva, tanto si vuelven con su familia de origen, como si son adoptados. Les ves una esperanza y te quedas con la tranquilidad de que tendrán un buen futuro. Intentamos seguir su evolución y vemos que están felices y que lo que hemos hecho por ellos, ha servido de mucho», cuenta Belén. «Desde el principio te preparas para que se vayan, pero lo mismo ocurre con los hijos biológicos, que llega un momento en el que dejan el nido. La primera vez es la más difícil, pero te llena por completo», añade él.
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En su caso la conciliación ha resultado sencilla por las facilidades ofrecidas por sus respectivas empresas. «Yo me cojo excedencia, sobre todo cuando hemos tenido dos niños en casa», comenta Belén. «Hay derecho a permisos de maternidad y paternidad, como si fuéramos padres biológicos. Yo sólo lo he cogido una vez», completa él.
Este matrimonio vallisoletano anima a otras familias a que den el paso de acoger. «Debería haber más gente que lo haga. Es muy gratificante ver cómo llegan siendo niños muy despegados y ver cómo se van, completamente integrados en un hogar. Compensa y mucho», dice Belén. «Yo a todo el mundo le animo a que por lo menos, se informe».
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