Valladolid
La ropa de segunda mano se abre paso en los escaparatesValladolid
La ropa de segunda mano se abre paso en los escaparatesSaray Horcajada
Sábado, 14 de septiembre 2024, 19:32
Las tiendas y negocios de segunda mano son ya una realidad en Valladolid, aunque todavía poco visible si se compara con ciudades como Madrid, donde ya hay más de treinta establecimientos Humana, el comercio por excelencia de ropa de segunda mano. Sin embargo, poco a ... poco, el regreso de la moda vintage y los productos más exclusivos a precios asequibles ha impulsado que esta tendencia se extienda al resto de capitales.
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Deborah Cachón decidió abrir una tienda de ropa vintage, Hippyssidy, en el epicentro de Valladolid hace aproximadamente un año, dada la poca oferta que había en la ciudad. «Siempre me han encantado las tiendas de Madrid y Barcelona, pero aquí en Valladolid no había nada similar. Primero empecé a vender en Vinted y luego decidí abrir la tienda física porque veía que aquí había mercado para ello», comenta Deborah. Pese a que le decían que el «público de Valladolid era difícil y reacio a la segunda mano», cuando «entran en la tienda y ven que la ropa está bien, repiten».
Quienes no tienen prejuicios y están acostumbrados a la compra-venta de ropa de segunda mano son los jóvenes, que son «cero reacios y están deseando comprar», señala Cachón. Además, muchos de ellos van directos a por prendas concretas, muchas veces influenciados por las tendencias de moda que corren por las redes sociales. «Las track jackets –sudaderas deportivas de marca– o las camisetas de fútbol vintage son las que más se llevan», explica esta empresaria, quien indica que «las nuevas cuestan más de 100 euros, pero las vendemos a 35 y auténticas». Para el público de mediana edad, por ejemplo, los Levis 501 «de toda la vida» siguen siendo un clásico. «Es el producto estrella porque son los que usábamos en nuestra época».
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Pero la tienda de Deborah Cachón no es íntegramente de segunda mano; algunas joyas y complementos prefiere adquirirlos nuevos para así dar cabida a todo tipo de público. «Los bolsos de segunda mano suelen estar bastante destrozados, por lo que bolsos de piel y cinturones suelen ser de primera mano», afirma la propietaria de este negocio, que compra parte de la ropa «a mayoristas, sobre todo en la zona del Levante». Pero las verdaderas 'joyas', dice, las encuentra en «gente particular que tiene ropa más vintage».
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Cada vez más, el consumidor busca productos más exclusivos para diferenciarse de los que venden multinacionales como Inditex o Shein. «Se buscan prendas más especiales, incluso de Inditex, pero de temporadas pasadas. Por ejemplo, un bolso que sea un poco diferente», señala Deborah, quien también es diseñadora y customiza algunas de las prendas que le traen.
Aunque, a priori, platafomas como Shein o Temu supondrían su principal competencia al disponer de ropa por precios muy similares a los de su tienda y con una mayor facilidad de compra. Cachón asegura que sucede todo lo contrario: «Yo lo noto poco, tenemos camisetas y pantalones a dos y tres euros; lo pueden ver, probárselo. Es más bien competencia buena, porque marcan tendencias que luego intento traer aquí», asegura la propietaria de Hippyssidy, quien resume la clave de su negocio en «tener buenos precios». Ahora mismo, la competencia en Valladolid es casi inexistente, pero cree que «va a haber más al ser un mercado que está presente y funciona».
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La moda circular es uno de los objetivos de este tipo de tiendas. Por eso, Deborah incide en su importancia. «No se fabrican prendas nuevas, todo es reciclado, y si en vez de tirar la ropa se puede darle otra vida, mejor». Además, añade, «hay que compensar las fabricaciones de ropa tan baratas para generar una menor contaminación, algo de lo que la gente joven está más concienciada».
A las numerosas maneras de vender ropa de segunda mano se ha sumado, también en Valladolid, una nueva: los espacios pop-up. Se trata de alquilar, de forma temporal, un espacio de unos 9-10 metros cuadrados en una tienda, a alguien externo. Una fórmula que Amaya Mediavilla implantó, hace solo tres meses, en su tienda de segunda mano, Reviva, debido a que numerosos clientes le ofrecían ropa. «Todo empezó porque mucha gente entraba a la tienda a ofrecerme que le comprara ropa, pero yo ya tenía mis clientas. Por ello, este espacio surge para dar a las personas interesadas la oportunidad de vender dentro de la tienda», comenta Mediavilla. Por ahora, solo lo ha alquilado a una persona, «que se interesó y convocó a sus amigos para que se animaran a comprar. Vendió toda la ropa a dos euros».
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Son muchos los que le pregunta que durante cuánto tiempo se puede alquilar el espacio, a lo que Amaya responde que es «decisión propia, se puede alquilar por medios días, días o semanas, pero tiene que estar la persona presente en la tienda, como una especie de Wallapop en físico».
Reviva es un local en el que todos los productos son de segunda mano. Combina la venta de ropa con la de muebles y otro tipo de productos, que compra a su lista de clientas. «Compro tanto a clientas como lotes y los productos que no tienen tanta salida, como el sillón secador que tengo en estos momentos, los tengo en un depósito y si se vende, me llevo una comisión», explica Mediavilla, quien añade que «la gente viene en busca de algo descatalogado y diferente».
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Mónica Sáez es una de las clientas que vende ropa al local de Amaya, tanto lotes como prendas sueltas. «Pasé un día por su escaparate y me llamó la atención el inmobiliario que tenía. Luego me explicó cómo funcionaba el negocio y comencé a comprar y vender productos», afirma, para añadir que está muy concienciada con la economía circular. «Soy muy partidaria de la segunda mano y del reciclaje, especialmente cuando apoyas a los pequeños comercios y tienes un trato más humano, cara a cara».
Al igual que Miriam Martín, que conoció la tienda porque estaba cerca de su casa. «Antes vendía la ropa a través de plataformas, ahora llevarlas a Reviva me parece más cómodo». Respecto a la incorporación del espacio pop-up a la tienda, lo considera «una idea estupenda, especialmente para la gente que hace pequeñas producciones de ropa y joyería». Para Miriam, la segunda mano en Valladolid «es complicada al haber pocos locales», en comparación con lo que ha visto en otras ciudades, tanto de España como de otros países.
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El establecimiento de Amaya Mediavilla surgió en 2020, un año difícil por la pandemia, Desde entonces, todos los años ha ido creciendo. «Cada vez más, la gente más mayor se está animando con las compras de segunda mano», explica la propietaria de esta tienda, que tiene su principal clientela «en la franja de edad de 30 a 50 años». No obstante, su clientela es muy variada, al igual que sus productos, aunque lo que más vende son prendas de ropa, por su exclusividad y calidad. «Una vez vendí un abrigo verde de Balenciaga por 80 euros; también alguno de los años 70, en perfectas condiciones, por menos de 100 euros». Amaya recalca que intenta no vender caro «por la competencia que hay tanto en Wallapop como en Vinted».
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