La Rondilla reclama la legalización de medio millar de inmigrantes sin papeles que viven en el barrio
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La asociación vecinal vallisoletana se suma al movimiento nacional que solicita al Parlamento la regularización extraordinaria de extranjeros radicados en España para que puedan ser contratados
El barrio de La Rondilla es el cuarto de Valladolid en cifras de población, con 20.609 habitantes, según refleja el Ayuntamiento en los últimos datos censales de julio de 2022, y el que más vecinos inmigrantes alberga, 2.143 personas, de forma que ... más del 10% de la población de este barrio del norte de la capital delimitado por el Pisuerga, el Esgueva, la Ronda de Santa Teresa y la Avenida de Palencia es de procedencia extranjera. Pero, aunque la mayoría de ellos están censados en Valladolid, se calcula que algo más de medio millar sobreviven desde hace años en situación ilegal. Esta situación preocupa a la Asociación Vecinal Rondilla y a la Fundación del mismo nombre, que han decidido unirse al movimiento popular que pide la regularización extraordinaria de extranjeros que residen hace tiempo en España para que se les pueda contratar. De momento, es la única asociación vecinal de la capital que lo ha hecho, aunque también organizaciones no gubernamentales que trabajan con el colectivo migrante están en la iniciativa, como la Red Íncola. La iniciativa legislativa popular lleva ya recogidas más de 400.000 firmas, aunque se necesitan 500.000 antes de diciembre para que el asunto de la modificación de la Ley de Extranjería se debata en el Parlamento, indica Carmen Quintero, portavoz de la asociación vecinal del barrio.
Para conseguir su objetivo, recogen firmas en las sedes de Portillo de Balboa y la calle Nebrija de los vecinos interesados en respaldar esta iniciativa dirigida, explica Quintero, «a regularizar a las personas que viven y trabajan aquí desde hace más de tres años». Y en un momento de crisis inminente, derivada de la guerra de Ucrania, que ya se empieza a sentir en los bolsillos, y especialmente de los más vulnerables, por los precios disparados de los alimentos y la energía. «A nosotros nos preocupa mucha, mucha gente del barrio que lleva aquí cinco, seis o siete años, que no tiene papeles. Con la actual Ley de Extranjería, sin una oferta de empleo no pueden conseguirlos y las empresas, por otro lado, no pueden contratar hasta cinco meses después. Es una tristeza para las personas pero también es un delito para la Seguridad Social pues al final estas personas tienen que trabajar en negro para poder comer y mantener a sus familias», señala la portavoz vecinal.
De los más de 2.000 inmigrantes que residen en Rondilla de Santa Teresa, se calcula que el 25% no tiene papeles, aunque dada la situación de semiclandestinidad en la que se mueven, es difícil hacer un cálculo exacto de cuántos son en realidad. A la Asociación llegan personas en situaciones límite. «Hace apenas unos días vino un chico joven, un senegalés sin papeles, sufriendo porque no podía pagar los 200 euros que le costaba la habitación y el dueño le dio un día para conseguir el dinero, o a la calle. Hay muchísima precariedad y con la subida de los precios muchas familias no llegan a fin de mes», indica Quintero. Por lo general, las mujeres se dedican a las tareas domésticas y el cuidado de personas, mientras que los hombres realizan chapuzas o trabajan bajo cuerda en empresas de construcción.
El precio del suelo
La población inmigrante de La Rondilla, mucho más joven que la autóctona (las primeras oleadas de emigrantes del campo a la ciudad durante la segunda mitad del siglo XX poblaron las primeras viviendas de protección oficial de este barrio obrero, así que los mayores de 65 años predominan, y de sexo femenino) la componen, por nacionalidades predominantes, marroquíes (20%), búlgaros, rumanos y ecuatorianos. En el 'Análisis socioeconómico y urbano del barrio de La Rondilla (2019)' de Jorge Sendín Velasco y el profesor Guillermo Calonge Cano publicado por la Universidad de Valladolid, se explican estas cifras de asentamiento, a partir del año 2000, en el precio del suelo pues «históricamente, ha sido un barrio obrero y, a causa de la tipología de las viviendas, en general mal ordenadas y de baja calidad, y la trama urbana en general, el precio de una vivienda es mucho menor que en otros barrios y espacios de la ciudad, tanto en régimen de alquiler como de propiedad». Esta situación es similar en otros barrios como Vadillos y Pajarillos bajos.
Otro factor que apuntan estos autores es el tipo de comercio que predomina en la zona. Como la mayoría de inmigrantes no están cualificados, las oportunidades de empleo son menores. «A medida que nos adentramos en el barrio, al igual que en Pajarillos y Delicias, las pequeñas tiendas de alimentación (locutorios) dirigidas por población extranjera comienzan a ser mucho más comunes y numerosas». Por ello, consideran necesario que «las siguientes generaciones de población de origen extranjero, al igual que la española, tengan mayor acceso a estudios para dinamizar la economía de este barrio, con empleos más cualificados que permitan un mayor nivel salarial, con todo lo que repercute esto en la propia sociedad del barrio».
Los ecuatorianos prefieren La Rondilla para vivir y es su área preferente desde 2016, según un estudio sobre el asentamiento de población extranjera en Valladolid del doctor en demografía Miguel González-Leonardo
Refiere el doctor en demografía Miguel González-Leonardo en su estudio 'Segregación espacial y condiciones habitacionales de la población extranjera en Valladolid' (2019) que existen notables diferencias entre los distintos países de procedencia analizados. Los latinoamericanos y europeos del este presentan niveles segregativos bajos y decrecientes (sobre todo los primeros), mientras que la segregación residencial de la población marroquí es más elevada, al igual que en la mayor parte de los ámbitos urbanos.
El estudio corrobora que existe «un nivel de rechazo importante entre la población autóctona a compartir espacios residenciales con los magrebíes, y también entre los propios inmigrantes de otras nacionalidades, mientras que el recelo hacia los latinoamericanos y europeos del este está menos extendido, pues la proximidad cultural es mayor». Los propietarios son más reticentes a la hora de alquilar su vivienda a la población marroquí respecto a otros colectivos de inmigrantes. El rechazo podría extrapolarse al mercado de trabajo y, por lo tanto, a la capacidad económica de acceso a la vivienda que, junto a las estrategias de agrupamiento para enfrentar la crisis, puede tener mucho que ver con el aumento de la segregación de los marroquíes en Valladolid.
Apunta que los latinoamericanos son un colectivo muy feminizado, con una tendencia significativa hacia la reagrupación familia, tienen ciertas facilidades para la obtención de la nacionalidad española y tienden mayoritariamente hacia el asentamiento, la asimilación cultural y los matrimonios mixtos. Búlgaros y rumanos manifiestan una fuerte segregación residencial al principio, pero decrece rápidamente. Dada su condición de ciudadanos comunitarios y que presentan tímidos porcentajes de propiedad, hay poco asentamiento definitivo y tienen mayor movilidad geográfica asociada a la oferta de empleo. Los marroquíes, además de ser los inmigrantes más segregados y presentar una clara tendencia hacia la concentración territorial, poseen peores condiciones habitacionales, aunque el peso de la propiedad es considerable. Por lo tanto, subraya González-Leonardo, «se puede deducir que se mueven en un primer momento por la oferta de trabajo en destino, pero, una vez efectuada la migración, tienen una menor probabilidad de movilidad geográfica».
La mayor parte de los inmigrantes de Valladolid ocupan los barrios construidos entre 1950 y 1970, como La Rondilla. La afluencia de extranjeros en la primera década de 2000 generó una importante demanda de vivienda con unos estándares de calidad no muy elevados, y favoreció que la población local vendiera o alquilara fácilmente sus propiedades en los barrios obreros y se marchara hacia promociones de reciente construcción dentro del municipio o en la periferia suburbana. A pesar de ello, se observa ascenso residencial de los extranjeros, aunque existen diferencias según la procedencia. La mayor parte de europeos del este y marroquíes se localizan en los polígonos de viviendas construidos en los años 50 y 60 en los barrios periféricos situados al este de la vía del tren (Delicias, Pajarillos Bajos y San Isidro). Muchos búlgaros y rumanos que residían en la parte oriental se han marchado de la ciudad, y los que permanecen en el municipio presentan una mayor dispersión territorial y más presencia al oeste de la línea del ferrocarril.
Los marroquíes, sin embargo, ocupan los sectores más degradados de Delicias y Pajarillos Bajos, donde también hay una proporción importante de población de etnia gitana, con la que comparten espacio. Los ecuatorianos tienen una marcada disposición a localizarse en los polígonos el barrio obrero de Rondilla, pero también cierta movilidad ascendente. Los colombianos son el colectivo más presente en áreas bien valoradas. Los dominicanos manifiestan «una llamativa polarización espacial»: por un lado, hay individuos que residen en barrios de baja renta per cápita y, por otro, en sectores de valor inmobiliario más bien elevado. Apostilla este especialista en demografia que los matrimonios mixtos y la empleabilidad en el servicio doméstico pueden tener mucho que ver en esta cuestión.
Concentración geográfica de la pobreza
La concentración de minorías en determinadas áreas de la ciudad y no en otras con características similares refleja las preferencias de los propios inmigrantes a vivir con sus homólogos, de forma que se trataría de una segregación residencial «escogida» por la cercanía a sus redes migratorias. Con el tiempo, los extranjeros que gozan de una mejor situación socioeconómica se instalan de manera definitiva y reproducen las pautas residenciales de la población autóctona. Los más precarios y estigmatizados se marchan o permanecen en el territorio y tienden a concentrarse en los barrios donde llegó la inmigración rural española durante el desarrollismo de mediados del siglo XX. Subraya el autor de este estudio demográfico, a modo de conclusión, que «la experiencia inmigratoria en países cuyos flujos de entrada fueron más tempranos advierte de las consecuencias negativas de la segregación espacial de los colectivos vulnerables y la concentración geográfica de la pobreza. Es importante prestar especial atención a los colectivos que manifiestan tendencias segregativas, pese a que estos niveles aún están lejos del aislamiento y la concentración espacial de determinadas minorías étnicas en países de Europa noroccidental y Estados Unidos», concluye el autor de este estudio demográfico.
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