Aún con el susto en el cuerpo muchos de los vecinos del barrio de La Rondilla tratan de asimilar el macabro triple crimen que el pasado 13 de agosto terminó con la muerte violenta de Eva María Asensio de 54 años, su madre María del ... Carmen González, de 78 y Juan Carlos Palomino Casado, de 72. Durante la huida, el presunto autor de los asesinatos, Aaziz El-Yazid, de 43 años agredió a dos parejas de ancianos al tratar de refugiarse en sus casas y evadir el dispositivo policial. Fue detenido horas más tarde y una vez en prisión se suicidó en una celda de Villanubla el pasado miércoles 17, apenas un día después de ingresar en prisión.
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Los vecinos de La Rondilla no solo tienen en mente el crimen que se ha cobrado la muerte de tres personas. El pasado 30 de junio, en la calle Siglo de Oro, un menor de 16 años degolló a su madre de 50 tras una fuerte discusión cuando la mujer trató de huir de la casa a la que ambos se habían mudado recientemente. También les costará tiempo olvidar aquel terrible matricido.
El sentimiento general del barrio tras estos sucesos es de inseguridad, sobre todo en las calles donde tuvieron lugar los asesinatos (Siglo de Oro, Linares y Marqués de Santillana) y donde se produjeron las agresiones a los ancianos, en Amor de Dios y Gutiérrez de Cetina.
Se debaten entre la perplejidad y el «se veía venir» por el trasfondo de menudeo de drogas y malos tratos que podría estar detrás de tres de las cuatro muertes violentas que han tenido lugar en su barrio. «No es solo en esos portales», dice una peluquera de la calle Linares, en referencia al número 32 de la citada vía y al bloque 2 de Marqués de Santillana donde se perpretaron los asesinatos. «Toda esta calle está igual, lo que pasa es que si no les pillan vendiendo droga poco más pueden hacer, pero este barrio ya no es lo que era», afirma tajante la trabajadora de Gloria Nacher.
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Desde la Asociación vecinal La Rondilla, con más de cincuenta años de historia y 600 socios, admiten que «hay preocupación por el tema de las drogas», pero hablan de «situación controlada». Son conscientes de que «es un tema complicado, en ese sentido estamos en contacto con el servicio de participación ciudadana de la Policía Nacional pero no hay que alarmarse en exceso por ello, en todos los lados siempre hay alguien que trapichea», explican.
El sentir de muchos de los residentes de este barrio es de falta de protección y necesidad de una mayor vigilancia en las calles. «Es cierto que siempre se puede mejorar en este aspecto tanto con más presencia de Policía Nacional como de agentes de la Local», comentan desde la asociación. A principios de año mantuvieron una reunión con el concejal de Seguridad Ciudadana, Alberto Palomino y con la jefa de la Policía Municipal de Valladolid, Julia González, «para pedir más presencia en nuestras calles y a partir de septiembre, con el nuevo modelo de policía de barrio, veremos los resultados».
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De momento, hacen un llamamiento a la tranquilidad, aunque reconocen que la preocupación «es un sentimiento subjetivo» y que entre los dos sucesos «ha pasado tan poco tiempo y han sido tan espectaculares que la gente ahora está conmocionada, pero también sucedió lo mismo con varios robos en domicilios que hubo el año pasado, que fueron muy seguidos. Después de eso han sido pequeños hechos puntuales, nada preocupante», añaden.
Dos nuevos robos en apenas una semana no ayudan a despejar el cargado ambiente que se respira en el barrio. El primero tuvo lugar en torno a las cuatro de la madrugada del 7 de agosto, cuando D.V.D., un hombre de 48 años y de sobra conocido por la policía (cuenta con 48 antecedentes) reventó la ventana de un bar de La Rondilla con un adoquín para sustraer después varias botellas de alcohol. Siete días más tarde, el domingo 14 de agosto, D.A.P -de 35 años y con un historial de 9 antecedentes por distintos delitos- trató de robar en un negocio de alimentación del barrio.
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El empleado plantó cara al presunto ladrón que pretendía irse sin pagar y éste respondió con gran violencia lanzando una botella de cristal, propinando varios empujones y mordiendo en el brazo al comerciante, además de reventar una de las cristaleras del negocio. Aunque ambos fueron detenidos quedaron en libertad con cargos.
Desde la Asociación Vecinal La Rondilla aseguran que el barrio «siempre ha sido tranquilo, no es menos seguro que otros y el nivel de delincuencia tampoco es significativo». Opinión que comparte la Policía Nacional, «se trata de hechos aislados y muy puntuales en los que la respuesta policial ha sido inmediata, ya que los autores de los crímenes fueron detenidos de forma muy rápida».
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«No hay una percepción de que La Rondilla se haya convertido en un barrio inseguro, de hecho, está a la altura de otras zonas de Valladolid consideradas como seguras», pero entienden que estos hechos «por la cercanía en el tiempo y la naturaleza de los mismos perturben de forma temporal la armonía de la vida en el barrio que ha quedado conmocionado por cuatro de las nueve muertes violentas que se han registrado en lo que va de año.
Traspinedo: El 13 de enero Esther López desaparece de madrugada. Su cuerpo, con signos de violencia, fue hallado 24 días más tarde, el 5 de febrero, en una cuneta de la carretera N-122 que da acceso a la localidad, en un punto cercano a la entrada de la Urbanización El Romeral donde fue vista por última vez. El caso continúa sin resolver.
Medina del Campo: El 9 de febrero Borja Portillo de 37 años, murió tras recibir tres puñaladas en el lado izquierdo del tórax en la calle Zamora de la localidad. El sospechoso, un vecino del municipio de 30 años, José R. L. apodado como 'El Mancha', fue detenido al día siguiente y se encuentra en prisión a la espera de juicio.
La Rondilla: El 30 de junio un menor de 16 años degollaba a su madre, de 50, tras una fuerte discusión en el domicilio familiar de la calle Siglo de Oro. Tras cometer el crimen llamó a una amiga en Barcelona para confesar que había matado a su madre y ésta dio aviso a la Policía de un posible homicidio en el número 10 de la citada calle. Finalmente, se confirmaba el matricidio y el menor está internado en el Zambrana.
Santovenia: El 1 de julio Pablo A.S., alias 'El Chiqui' mataba a un a su vecino y amigo Dionisio Alonso de 45 años disparándole con un rifle. Tras atrincherarse acabó también con la vida del jefe de la Unidad Especial de Intervención de la Guardia Civil, Pedro Alfonso Casado, al que disparó desde el interior del domicilio y cuya bala atravesó al puerta y le alcanzó en la cabeza. Casado falleció días después por las graves heridas. El Chiqui se encuentra en prisión.
La Cistérniga: El 1 de agosto Brayan L. C., un joven vallisoletano de 27 años que residía en Aranda de Duero, fallecía la madrugada de ese lunes tras recibir un disparo en el tórax. Los hechos tuvieron lugar en las inmediaciones de un antiguo mesón de la localidad. El autor, que tras disparar el arma huyó en un coche, continúa en paradero desconocido.
La Rondilla: El sábado 13 de agosto Aaziz El-Yazid, de 43 años acabó con la vida de su amigo Juan Carlos Palomino Casado, de 72 al que acuchilló en su vivienda de Marqués de Santillana. Después, prendió fuego al inmueble y se dirigió a la casa que compartía desde hace años con su pareja, Eva María Asensio, de 54 años. Terminó con su vida y con la de la madre de Eva, María del Carmen González, de 78. También trató de incendiar la casa y en su huida agredió a dos parejas de ancianos al tratar de refugiarse en sus casas y evadir el dispositivo policial. Fue detenido esa misma noche, ingresó en prisión el 16 de agosto y un día más tarde se ahorcó en su celda.
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