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El reto de rejuvenecer la plantilla docente de la UVA: la edad media es de 53 añosEs uno de los grandes retos a los que se enfrenta la Universidad de Valladolid, que también se extrapola a la mayoría de las empresas: la renovación de la plantilla. Reducir la edad media de los profesionales, para que las jubilaciones no mermen el total ... de trabajadores que hay en la institución. En el último año, la UVA dijo adiós a 55 profesores que se jubilaron después de años de carrera en la institución. La plantilla total de la universidad congrega ahora a 1.540 docentes que tienen una media de edad de 53 años. «Son 55 plazas que se quedan vacías, pero que con el tiempo se renuevan en su totalidad con puestos indefinidos», asegura Javier de Frutos, vicerrector de Profesorado de la Universidad de Valladolid. Sobre el papel, los catedráticos de la UVA tienen una edad media de 60 años y suponen el 18% de toda la plantilla. «Con esa edad ya se pueden jubilar. Si imaginas un escenario en el que se van todos, la universidad se queda sin fuerza de trabajo».
Pero después viene el mayor grueso, el de los profesores titulares de la universidad, que supone el 43% de toda la plantilla de la UVA, según los datos facilitados por la entidad y actualizados a mayo de 2024. Aquí, la edad media es de 56 años, no mucho menos que la de los catedráticos, que es el escalón más alto de la carrera universitaria. «Es algo menos, pero aquí también es demasiado elevada». Esto significa que más de la mitad de la plantilla de la UVA tiene una edad media de 58 años, pero el problema, o al menos la preocupación de la universidad, radica en la categoría de profesor ayudante doctor, que es la figura de entrada al sistema universitario. «Lo grave está aquí. La edad ha bajado -apenas medio año desde 2018- pero ahora mismo está en 41 años», explica el vicerrector.
¿Esto qué significa? Pues que hay profesores e investigadores con contrato laboral de entre tres y cinco años -con dedicación a tiempo completo- que de media tienen 41 años. «Hemos anticipado todo lo que podemos la estabilización de estos profesores y si en el primer año como ayudante doctor están acreditados, ya les estabilizamos». Estar acreditado significa que los profesores tienen un documento que se les exige para acceder a puestos de una categoría superior dentro de la universidad. ¿Y esto por qué se hace? «Porque si no perdemos a gente más joven y más válida, que es donde estamos apostando. Necesitamos investigadores jóvenes y que se quedan», responde. Ahora, los puestos PPL (Profesorado Permanente Laboral), ya tienen una edad media de 40 años.
De momento, la UVA tiene en su plantilla a 45 profesores menores de 30 años a tiempo completo, que contrasta con la situación en 2018, cuando eran 27; es decir, hasta ahora se ha conseguido doblar el número de los docentes más jóvenes. Por debajo de 40, la cifra crece hasta los 193, que ya suponen más del 10% del personal. De vuelta a la estabilización de la plantilla, cuando se consigue esa acreditación, cabe destacar que las plazas se otorgan a través de un concurso público, no de manera automática, como se podría hacer en cualquier empresa. «Puede venir alguien de fuera y llevársela. El concurso público se hace en cada paso que se da, por eso también la carrera universitaria es tan difícil», explica el vicerrector.
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Además, para conseguir esa plaza se tienen en cuenta una serie de requisitos que facilitan conseguirla, como es el propio currículum del profesor. En rasgos generales, sucede que los docentes más veteranos tienen más fácil acceder que quienes acaban de defender su tesis, simplemente por la labor durante los años de carrera. «Hay un tapón. Porque hay investigadores con experiencia y contratos temporales que pasan por delante de quienes acaban de leer la tesis, simplemente porque tienen más currículo. Entonces el resto sigue formando el tapón por debajo». Esto también se traduce en que sean los profesores de mayor edad los que, a priori, puedan estabilizar antes su plaza. La UVA tampoco puede ampliar su plantilla hasta el infinito por el techo de gasto aprobado en los presupuestos. Según el documento, el coste del personal docente de la universidad asciende a los 112 millones de euros. Esto es que el número de la plantilla no puede crecer a pasos agigantados, si bien desde 2018 ha aumentado en 27 profesionales más. «La única manera de ampliar la plantilla es ampliando el presupuesto».
En los últimos meses también han aparecido tapones administrativos con las acreditaciones, después de que los criterios cambiaran en diciembre, pero se dejara abierta la solicitud con los antiguos hasta abril. «Desde entonces ha habido una avalancha y hay comisiones de acreditación con al menos un año de espera hasta que se resuelva. Está empezando a ser un problema, porque cortan las expectativas de los profesores. Además se resuelven de manera cronológica, de manera que cuando se llegue a las de los nuevos criterios, se va a tardar», lamenta el vicerrector, quien destaca que habrá personal que con los antiguos criterios no tendrá acreditación y con los nuevos sí y a la inversa. «Es un cambio que no está sentando muy bien, ya que es una situación insegura». Antes, los plazos eran más seguros y eso permitía organizar a futuro cuándo se resolverían las solicitudes. Ahora, la media es de entre cuatro y cinco meses.
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El origen de todo esto está cuando se paró la entrada de nuevo profesorado a tiempo completo a causa de la crisis de 2008, cuando se recurrió a aumentar el número de profesores asociados. «Una figura que se ha usado masivamente al no haber entrado personal a tiempo completo durante mucho tiempo. En su momento no quedó más remedio que ampliar la plantilla de asociados, reduciendo la fuerza de trabajo. Esto se ha mantenido hasta 2018, cuando se ha comenzado con el 100% de renovación -quien entra por quien sale-. Te quedas igual, no recuperas fuerza de trabajo, pero desde hace poco el Gobierno aplicó el 120%, donde ya puedes recuperar porcentaje de la plantilla», explica.
El fin último es que la plantilla se renueve y con ello la capacidad investigadora de los catedráticos, quienes casi en su totalidad tienen el sexenio -son activos en investigación- vivo, el 94%. Para los docentes en la categoría de ayudante de doctor, lo tienen el 35%, aunque también se debe tener en cuenta que algunos de ellos también acaban de comenzar su carrera universitaria. «Aquí, la política es estabilizar a los investigadores», zanja el vicerrector.
Junto con la reorganización de la plantilla, otro de los objetivos de la universidad es buscar la paridad de la misma, con el foco puesto en los catedráticos, donde están las diferencias más grandes entre hombres y mujeres. Ahora mismo, el 70% son varones y el 30% mujeres. Todavía una gran diferencia pero que se reduce desde 2018, cuando era del 74% y del 26% respectivamente. Es decir, se ha avanzado en cuatro puntos. En los primeros niveles de la escala universitaria, la paridad ya es total y en el caso de los profesores ayudante doctor hay 87 mujeres y 88 hombres.
De los datos contrasta que en el paso inmediatamente anterior al de catedrático, el de profesor técnico universitario, el 54% de los docentes son hombres y el 46% mujeres. Contrasta porque luego, a la hora de acceder a la categoría de catedrático, apenas el 30% de quienes tienen esta categoría son mujeres y donde los hombres son aún más del doble. Con el paso del tiempo y el avance de los docentes a través de las diferentes categorías, la UVA confía en que la paridad también termine por alcanzar a los catedráticos de la institución.
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