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El arquitecto Óscar Casado observa el proceso de restauración de la fachada del palacio de Santa Cruz. Rodrigo Jiménez

Valladolid

La restauración de Santa Cruz encara su recta final con técnicas láser y de bisturí

El delicado estado del tramo central de la fachada obliga a «labores de orfebrería» para recuperar la piedra más dañada por la humedad y el paso del tiempo

Víctor Vela

Valladolid

Lunes, 18 de noviembre 2024, 06:52

«Esto es una auténtica labor de orfebrería», dice Óscar Luis Casado, arquitecto director (por la Universidad de Valladolid) de la restauración del Palacio de Santa Cruz. Habla a varios metros sobre el suelo, a tan solo unos centímetros de la fachada, encaramado a ... una estructura metálica que permite a los técnicos y restauradores acercarse a las partes más delicadas de la fachada renacentista.

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La obra -que cumple justo ahora un año- encara su fase definitiva. Ha llegado el momento de intervenir en el tramo más sensible del inmueble. Durante las próximas semanas, los trabajos serán especialmente minuciosos, cuidadosos, «de orfebrería», porque el material con el que se trabaja es extremadamente frágil.

Un andamio de diez plantas, en el tramo central de la fachada, da cuenta de dónde se concentran ahora todos los esfuerzos. El pasado mes de octubre concluyó la restauración de los laterales del edificio y la retirada del armazón metálico permite -desde hace semanas- comprobar los resultados de la restauración.

«Estamos muy contentos», concluye Eduardo González Fraile, arquitecto redactor del proyecto y director de la obra. «Hay intervenciones en las que parece que los edificios se han sometido a blanqueantes. Aquí hemos conseguido un tono dorado que concuerda con las pátinas que se dieron en la época», indica González Fraile, quien desvela que durante las labores de restauración indagaron en las sucesivas capas que a lo largo de los siglos se han aplicado sobre la piedra hasta hallar la tonalidad original.

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«Además, las juntas se han igualado muy bien. Mantienen un color similar, pero dejan claro que este es un edificio de piedra, con una superficie bastante homogénea». Y otro detalle más, la volumetría (de cornisas, balconadas, molduras) «luce con plástica y espectacularidad».

Avances de los trabajos de restauración del Palacio de Santa Cruz. R. J.

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Los responsables de la obra están satisfechos con esta intervención en las zonas laterales de la fachada. Ha ayudado la naturaleza de los materiales. Aquí, la mayor parte de la construcción se hizo (en el siglo XV) con piedra caliza del páramo, seguramente de Villanubla. Sin embargo, para el cuerpo central se empleó piedra dolomita, de Torrelaguna, una localidad del norte de Madrid (cerca ya de Guadalajara) donde el cardenal Mendoza -impulsor del edificio- tenía sus canteras. Se eligió esta piedra por ser mucho más blanda, lo que permitía tallas más detallistas, que son las que decoran esta franja central de la fachada. Allí hay varios escudos (como el de los Reyes Católicos), motivos heráldicos, el busto de un león, decoraciones vegetales, relieves de un delfín. Un sinfín de filigranas que requerían una piedra en la que se pudiera esculpir con facilidad. Pero eso tiene una contrapartida: no es un material muy resistente. Y eso se nota después de siglos. No solo porque este era el tramo de fachada más dañado. Sino porque, a la hora de trabajar sobre él, ahora que hay que recuperarlo, hay que ir con pasos de plomo. Por eso, no se pueden emplear técnicas directas (como silicato de aluminio) y hay que apostar por otras más meticulosas. Como los disparos de láser (que permiten graduar la frecuencia e intensidad) e incluso el bisturí.

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Así es como, palmo a palmo, milímetro a milímetro, se está limpiando la piedra de este cuerpo central, con especial cuidado en el almohadillado renacentista, que en los últimos días se ha sometido a un tratamiento especial, con papeta, un masa de celulosa que se extiende sobre la piedra para extraer las sales que pueda tener dentro y minimizar así el efecto de la humedad. Además, se están retirando los morteros de cemento que se emplearon en intervenciones anteriores y se sustituyen por otros de reintegración que favorezcan la «respiración». «Es una labor que hay que hacer con cuidado y sin prisa», cuenta Casado, quien recuerda que el plazo definitivo para el fin de la obra es el 4 de febrero, aunque los trabajos seguramente hayan finalizado con anterioridad.

Hay tramos ya muy avanzados. Se nota especialmente en la franja superior de la fachada, donde se ha recuperado la balaustrada, incluidos los flameros de la cornisa. Ya están a punto también los seis pináculos, en los que ha habido que colocar de nuevo unas bolas decorativas que se habían perdido con el tiempo. En alguno, tan solo quedaban dos de 32. Y muy avanzados están muchos de los capiteles (limpiados y recuperados), así como los escudos del cardenal Mendoza (con su lema 'Ave Maria Gratia Plena').

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La filosofía de restauración apuesta por recuperar todo lo que sea posible, pero sin añadidos contemporáneos que reinventen cómo pudo ser el edificio en su origen. Por eso, habrá partes que no se reconstruyan por completo. «No vamos a inventarnos nada que no esté documentado», dicen los responsables de la obra, en relación, por ejemplo, con el escudo de los Reyes Católicos, el de los Figueroa (arriba justo está el busto de un león) o el entablamento de la portada, donde está representado el Cardenal Mendoza, promotor del edificio, arrodillado ante Santa Elena de Constantinopla, la mujer que según la historia católica halló la santa cruz en su peregrinación a Jerusalén.

La Universidad ha destinado una partida de 700.000 euros para restaurar «el buque insignia» de su patrimonio arquitectónico. El Palacio de Santa Cruz es el primer edificio que adoptó en España las líneas del Renacimiento. A lo largo de la historia se ha sometido a numerosas intervenciones. La última, entre 1995 y 1997. La más importante, en el siglo XVIII, cuando Ventura Rodríguez introdujo líneas neoclásicas en los balcones y ventanas. Para esas partes se empleó una piedra de mejor calidad, más resistente, y eso ha influido en esta restauración, ya que la recuperación ahí ha sido mucho más sencilla, como reconocen los arquitectos.

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