El director del Colegio Mayor Menéndez Pelayo comprueba las mamparas de una sala común. Rodrigo Jiménez

Las residencias universitarias de Valladolid se blindan ante un curso «raro»

La convivencia en estos espacios, que rozan el completo, está sujeta a las medidas anti-covid; han reorganizado y limitado el aforo en zonas comunes

Eva Esteban

Valladolid

Viernes, 9 de octubre 2020, 06:56

Han blindado sus zonas comunes, comprado «litros y litros» de gel hidroalcohólico, señalizado el itinerario a seguir por sus pasillos y forrado las paredes con carteles informativos sobre el coronavirus. Los colegios mayores y residencias juveniles de Valladolid se han rearmado para «ofrecer las ... máximas garantías» a los estudiantes universitarios que han elegido sus instalaciones para vivir el curso «más raro y extraño», marcado por las medidas de seguridad e higiene para esquivar la covid-19. La «gran mayoría», de hecho, hace semanas que colgaron el cartel de «completo».

Publicidad

Todo, pese a la «incertidumbre» y las «dudas» de que los estudiantes, ante un posible contagio, se decantaran por pisos particulares en lugar de por estos espacios. Así lo aseguran los directores de algunos de los colegios y residencias más emblemáticas de la capital vallisoletana, quienes coinciden en que «ha quedado demostrada la confianza de las familias en el servicio que damos, y prueba de ello es que hables con quien hables te dice que están llenos o que les quedan muy pocas habitaciones», apostillan los representantes.

Asimismo, colegios mayores y residencias han puesto en marcha protocolos de actuación para que sus zonas sean las «más seguras posibles». En este sentido, cabe destacar que han reducido el aforo de sus espacios comunes, colocado dispensadores y termómetros en todos los accesos y, en algunos casos, establecido turnos de comidas y cenas para evitar aglomeraciones. No obstante, prefieren «esperar» a ver cómo evoluciona la situación para decidir si refuerzan o no personal, pues confiesan que están «un poco a ciegas, a expensas de cómo avance todo».

Es el caso del Colegio Mayor Menéndez Pelayo. Su director, Jorge Caballero, insiste en la implantación de «fuertes protocolos» pero reitera que «lo que haga cada uno fuera no depende de nosotros». El nivel de ocupación supera el 95%, aunque confía en completar todas las habitaciones conforme avance el curso. «Si lo llenamos, prácticamente lo haremos; sigue habiendo bastante demanda y hay familias que aún no se han decidido por esa preocupación de qué pasará en unas semanas», apostilla el dirigente.

Publicidad

Cartel que informa del uso obligatorio en el comedor, excepto sentados en la mesa, en el Menéndez Pelayo. Rodrigo Jiménez

En el Colegio Mayor Santa Cruz, su responsable, Carlos Moriyón, afirma que esta vez han tenido «más solicitudes que nunca». De hecho, ante la ingente cantidad de peticiones, la dirección del centro, dependiente de la Universidad de Valladolid, ha realizado la selección de sus 161 plazas (106 en el femenino y 55 en el masculino) teniendo en cuenta el expediente académico. «Al principio teníamos dudas sobre la acogida que íbamos a tener porque ha habido mucha incertidumbre, pero al haber tenido tantas hemos implantado ese sistema, que consideramos que es muy positivo», señala.

En cuanto a los horarios de comida y cena, comenta que la «idea inicial» era doblar los turnos, aunque han optado por limitar el aforo en el comedor y que cada estudiante, cuando concluya, «deje la silla colocada de forma que se sepa que no se pueden sentar ahí porque ya se ha utilizado». Además, este año, por instrucciones de la universidad, no han habilitado las habitaciones que compartían baño. «Tenemos un poquito menos de estudiantes por eso, pero creemos que es la mejor decisión», sostiene Moriyón.

Publicidad

Amplia lista de espera

Donde también tienen todas las plazas reservadas es en el Colegio Mayor Belardes. Su responsable, Jorge Olivares, apunta que llevan así desde mediados de mayo. «Es cierto que hemos notado bajas, sobre todo de alumnos más veteranos que dudaban si irse a un piso o quedarse un año más con nosotros, pero teníamos una lista de espera importante y nos ha permitido cubrir todas las plazas», indica.

Allí, cada estudiante tiene un sitio fijo para desayunar, comer y cenar y cada vez que se utilice una zona común han de firmar un documento para acreditar que han estado allí «por si hubiera cualquier cosa». Por otra parte, han reservado varias habitaciones con baño «completo» (ducha, lavabo e inodoro, pues algunas comparten este último) para que, si se registra un positivo entre internos que compartan baño, trasladarle allí. «Va a ser un año extraño, pero nos hemos preparado bien», concluye Jorge Olivares.

Publicidad

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad