De repartir paquetes en Valladolid a repartir colchones y somieres en Valencia

«Estoy muy orgulloso de mis trabajadores», dice emocionado Hakim Cherif, gerente de la empresa. «Muchos han estado varios días sin dormir. Nuestra idea es volver a la zona de la catástrofe este próximo fin de semana para seguir llevando ayuda, porque lo que hemos visto es horroroso», comenta.

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Estos repartidores profesionales (y solidarios) de Pucela Express iban con una misión clara, entregar la ayuda directamente a las personas que más lo necesitaban. Partieron el viernes por la noche y las dificultades no tardaron en aparecer ya que las autoridades les impedían el paso en algunas de las localidades afectadas. «Tuvimos que inventarnos algunas excusas para que nos dejaran entrar. Les dijimos que íbamos con un convoy de Protección Civil pero que nos habíamos perdido. Surtió efecto y nos dejaron pasar. La app AjudaDana también nos ha sido muy útil para localizar gente con necesidades específicas que podíamos satisfacer», relata Óscar Real, encargado de esta empresa que, junto con sus compañeros ha ido casa por casa ofreciendo su ayuda.

Es algo que hace a diario en su trabajo, pero este fin de semana con la diferencia de que los paquetes llevaba contenían alivio y esperanza y que los albaranes se firmaban con abrazos. «Lo que nos hemos encontrado en Valencia no es ni parecido a lo que cuentan en la tele. El caos es impresionante. Sabíamos que la situación era muy complicada, pero hemos regresado impactados», prosigue.

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La logística es el punto fuerte de estos profesionales, que han tenido que adaptarse a las dificultades el terreno y a las que imponían las autoridades para acceder. Se vieron obligados a aparcar su camión en las afueras de los municipios y moverse por las calles con las furgonetas. «Era más operativo y medida que las íbamos vaciando, volvíamos al camión y las cargábamos de nuevo. Hemos repartido unos 50 colchones nuevos y otros tantos usados, pero en muy buen estado. También canapés y somieres. Si no hubiéramos ido casa por casa la entrega hubiera sido inviable», comentan.

La DANA ha dejado a su paso destrucción y un rastro de necesidad en miles de hogares. Familias como la de Andrea Carolina Regalado, lo han perdido todo. Esta joven, que está embarazada de ocho meses, vive con su marido, sus padres y su suegra en un bajo en el municipio de Benetússer que ha quedado arrasado.

«El agua nos cogió de sorpresa y empezó a cubrirlo todo. Subimos como pudimos al primer piso. En cuestión de minutos habíamos perdido los muebles, los electrodomésticos y todos nuestros recuerdos», cuenta. Su hermano y su cuñada, que también está embarazada, viven en la casa de al lado y están en la misma situación. «Había comprado todo para la llegada de mi bebé y lo he perdido. Afortunadamente estos chicos de Pucela Express me han traído colchones, somieres, agua, comida y ropa para el bebé. Estamos muy agradecidos y nos reconforta en medio de tanta desgracia», dice esta joven al otro lado de la línea telefónica.

Con cada colchón y cada mueble que han entregado, los de Pucela Express han demostrado que su compromiso con el reparto, no es sólo profesional, sino también humano. Los destinatarios de esta ayuda no pueden estar más agradecidos. Es el caso de Analín Ágreda y su marido Rayman Castro, miembros de Ten Fe Corazón, una organización benéfica cuya sede está en un bajo de la pedanía La Torre, en la zona cero de la catástrofe. Ella ha sido una de las muchas destinatarias de la ayuda llegada desde Valladolid y ahora ellos lo repartirán entre los vecinos.

«El río llevaba casi dos metros de altura y se ha llevado todo. Nos dedicamos a la ayuda social, a repartir alimentos y asistencia a personas sin documentos. También impartimos la palabra de Dios y damos talleres. Este desastre ha multiplicado la demanda. Estos voluntarios de Valladolid nos han traído equipos de protección individual y productos de limpieza que repartiremos entre los vecinos porque hay mucha necesidad», añade.

Hakim y su equipo regresaron a Valladolid en la madrugada del domingo. Llegaron exhaustos pero felices por su labor. «Lo que hemos vivido no se nos va a olvidar nunca. A mí la boca todavía me sabe a barro. Lo que más se necesita son linternas, alargadoras eléctricas, mangueras, cubos, detergente, escobones y sillitas de bebé. Todo el que quiera donar, puede hacerlo en nuestras instalaciones de Zaratán. Lo llevaremos encantados», remata este empresario solidario, quien fletará otro convoy humanitario para el próximo fin de semana y a buen seguro, sus empleados le seguirán sin dudarlo.