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Más optimista se presenta el administrador de la propiedad sobre los plazos para rehabilitar por completo el edificio explosionado de Goya el 1 de agosto del año pasado y en el que falleció la vecina del 1º C. Se atreve a asegurar que será ... para el mes de diciembre, si bien esa fecha les chirría a los propietarios que, con los pies en el suelo, prefieren no hacerse ilusiones de esa posible vuelta por Navidad. Pensamiento que les viene a la cabeza ante el estado de unas obras de rehabilitación que en la mañana de este miércoles trabajaban unos cinco operarios, escafandra en la cabeza mediante, en el forjado de los pilares del edificio.
Poco o nada ha cambiado la imagen de Goya, 32 en los últimos meses, una vez que el desescombro, la primera fase del nuevo proyecto de remodelación, concluyó. Hace pocas semanas, incide el administrador, arrancó la segunda fase, consistente en el cerramiento de fachadas, el mencionado forjado y la construcción de los muros de separación con el garaje de al lado del portal.
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Y esas serán las principales labores en las próximas semanas para solaparse, en un principio, con la tercera fase de la rehabilitación, que abordará la creación desde cero de las instalaciones eléctricas, ascensor y fontanería. «La idea es que esa tercera parte se solape con las reparaciones privativas del interior de las viviendas. Habrá un proyecto técnico de los arquitectos que están interviniendo, en el que se incluirán todas las viviendas y la reparación de su interior con unas valoraciones económicas, pero tendrá que llegar a una acuerdo la aseguradora de la comunidad con los propietarios. Si no se da esa posibilidad, lo tendrán que hacer las aseguradoras con sus clientes», añade el administrador, que ha detallado todos esos avances a los vecinos en una reunión extraordinaria reciente.
Afectado
A pesar de esos detalles, con unas fechas más o menos determinadas, el escepticismo impera entre los afectados, los mismos que desde hace un año vieron volar su casa y les obligaba a empezar de cero en otros puntos de la ciudad con problemas de alquiler y con la incertidumbre de cuándo y cómo podrán volver a lo que un día llamaron hogar. Todo ello con el poso psicológico de esa fatídica noche en la que presenciaron su bloque en llamas. «Son fechas complicadas porque volvemos la mirada a lo que pasó hace un año. Ha sido un año complicado, pero por lo menos lo podemos contar», relata uno de los afectados sin querer desvelar su identidad.
Precisamente ese aspecto es el que más cicatrices les ha dejado, al ver cómo las obras de rehabilitación no arrancaban y se demoraban mientras el desescombro se alargaba en semanas. Ha sido un año duro y muchos de ellos prefieren evitar hacer declaraciones para no revivir la pesadilla. Perdieron la casa y muchos objetos de valor, económico y sentimental, en la explosión, pero también durante el año con robos continuados para desvalijarles lo poco que les quedaba entre unas paredes inexistentes.
Sea antes o después de Navidad, lo que se maneja desde la propia administración de fincas es que Goya, 32 deje una imagen similar a la que ofrecía antes del 1 de agosto de 2023. «Será una construcción con materiales modernos y con otro tipo de arquitectura. La idea es mantener la esencia de la calle y de la fachada como estaba antes», recalca el administrador ante un año complicado.
Quebraderos de cabeza que no han concluido y que continuarán en las próximas semanas, pues los alquileres, que actualmente abonan con las cláusulas de los seguros privativos, finalizan el 1 de septiembre. A partir de ahí, otra vez la nada o buscar nuevas opciones. De momento, la Concejalía de Servicios Sociales ya ha analizado la situación de las casi 20 familias que residían en ese momento en Goya. El edil, Rodrigo Nieto, ya ha avanzado que no dejará a nadie de lado y ha avanzado que aquellos que lo necesiten tendrán opciones de ayudas al alquiler o a la dependencia. «Nos hemos reunido desde junio con los afectados para estudiar la situación. Sin centrarnos en casos, hemos tenido unos criterios. Evidentemente, las familias que tengan una segunda residencia no podrán optar a esas ayudas. Se ha evaluado y se ha dado solución», ha destacado Nieto este miércoles en rueda de prensa.
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Una ayuda a través de la concejalía que quizás no hace falta que se materialice, pues el propio administrador de fincas ha adelantado que hasta la fecha, para pagar los nuevos alquileres, se ha echado mano de los seguros privativos, sin utilizar una condición similar en la asegurada de la comunidad. «Tenemos también sin ejecutar esa misma cláusula, en el mismo concepto de inhabitabilidad y pérdida de alquileres del seguro de la comunidad, que todavía no ha intervenido y que intervendrá ahora el 1 de septiembre», añade.
Será desde el 1 de septiembre, porque durante el mes de agosto fue el Ayuntamiento quien asumió los gastos de los afectados al ser trasladados de urgencia a hoteles de la ciudad. Sufragaron las pensiones completas de los vecinos durante más de un mes en unos hechos que ha recordado este miércoles el concejal. «Desde el primer momento intervino Servicios Sociales para que nadie se quedara en la calle», ha continuado Nieto.
Asimismo, el edil ha anticipado, aunque ya se lo había comunicado a los propietarios, que compensará el pago de los recibos del agua y del IBI desde el día de la explosión hasta que se les entreguen las llaves para volver a su casa (según el administrador a finales de año). «Respecto al agua no se ha cobrado nada desde el primer día y con el IBI se hará un cálculo desde el primer día hasta diciembre para devolver esas cantidades», ha añadido.
La vida de estas familias cambió por completo hace un año. La explosión, en la que falleció la vecina donde tuvo lugar el epicentro de la deflagración, les obligó a ser rescatados por bomberos y policías. Fueron atendidos, algunos estuvieron ingresados en la UCI, para iniciar una recuperación lejos de sus viviendas. Con el dolor de perder todo, tuvieron que completar mudanzas exprés para rescatar lo poco que les quedaba. Furgonetas repletas de enseres y recuerdos abandonaban Goya, 32 antes de encarar el invierno, mientras en el interior se completaban labores de desescombro.
Con incertidumbre han pasado el primer año de su vida después de la explosión a la espera de que la pesadilla dé una tregua.
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