A partir de julio el escaparate de su tienda -a doscientos metros de la Plaza Mayor- ya no mostrará más esos zapatitos tiernos e infantiles de charol que recuerdan a la infancia, tampoco esas las botas forradas de borreguillo que abrigan el pie en invierno ... o esa ristra de coloridas playeras para estrenar en el patio del colegio y que durante años han completado su expositor. «Lo pasé fatal cuando en enero coloqué los carteles que anuncian el cierre, fue una sensación de muchísima tristeza, pero no me queda otra, esta es la única solución. Al final han sido 21 años trabajando en la zapatería, los seis últimos como propietaria», dice con tristeza Silvia Escudero, al otro lado del mostrador de su zapatería infantil, un negocio «de los de toda la vida» ubicado en los soportales de la Plaza Ochavo.
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Ha hecho lo posible por evitar echar la reja de forma permanente a finales de este mes pero no ha visto otra forma. «La manera de comprar de la gente ha cambiado muchísimo de la pandemia hasta ahora y no se ha vuelto a la compra de toda la vida. El año 2020 y el 2021 lo fuimos salvando, pero 2022 fue un auténtico desastre. Ya la campaña de primavera-verano fue mala y la vuelta al cole que era una época del año que servía para afrontar parte del invierno fue… No recuerdo un año peor de ventas que 2022, ni siquiera el de plena pandemia, facturamos menos que en 2020», lamenta.
Escudero ha notado que en los últimos años a los niños no se les calza igual. «Se mira mucho más el precio y nosotros tenemos género de mucha calidad que la gente no paga y si a eso le sumas que el centro cada vez está más vacío, el acceso es más complicado y a la gente le cuesta más venir pues te ves obligado a cerrar y mi caso tristemente no será el último de esta zona», advierte esta experimentada dependienta que llegó a trabajar junto a otras tres personas en tienda.
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Sergio García
Ha calzado con cariño a sus clientes durante casi dos décadas, «les he visto desde bebés hasta que se han hecho mayores, ese trato, esa cercanía el conocer en este caso el pie de cada uno y saber lo que es mejor para ellos no te lo da otro tipo de comercio, al final vamos a perder ese trato especial», augura Escudero, quien ha notado un cambio en las prioridades que repercute de forma directa en las ventas.
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«El ocio y las vacaciones están por delante en la forma de comprar y el del sector infantil ha sido uno de los grandes damnificados», dice Silvia, quien pone como ejemplo el cierre de Benetton, Prenatal o Neck&Neck. El alquiler de 2.000 euros mensuales se les hacía ya demasiado cuesta arriba «y si a eso le sumas las dos inversiones que hacemos al año de 80.000 a 100.000 euros con el cambio de temporada es inviable y al final pasará como en Platerías y otras calles del centro, que se quedará todo en hostelería y se perderá el comercio de toda la vida», puntualiza Escudero, quien aún no sabe a qué sector se dedicará en un futuro, pero algo tiene claro «no volveré a ser autónoma».
El de Silvia no es el único caso de cierre que dejará un local vacío, próximo su tienda hay otra dedicada a la moda infantil y aunque no quieren hacerlo oficial y prefieren mantenerse en el anonimato, este establecimiento colgará próximamente el cartel de 'Cierre' y se sumará a la lista de negocios que bajan su reja para siempre en el centro de Valladolid. «No sé a qué me dedicaré, pero esto no es rentable de ninguna de las maneras y es una pena porque le pones tanto esfuerzo y toda tu ilusión para tener que decir adiós a todo esto después de seis años», finaliza la dependienta rodeada de precioso conjuntos de bebé.
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