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Reclaman al Ayuntamiento que asuma la limpieza de unos soportales privados de paso públicoLa hora punta de tráfico, tanto de coches como de peatones, son las dos de la tarde, coincidiendo con la salida de los alumnos de ... un colegio cercano, el San José. Pero hacia la 13:30 horas el bullicio de los motores y el tranqueteo de viandantes con carros y bolsas de la compra ya hacen prever el elevado tránsito que se concentra en una acera estrecha y desnivelada en las horas puntas, especialmente en un punto concreto. Se trata de la céntrica calle Pedro Barruecos, a la altura de los bloques dos y cuatro, donde un muro que separa los garajes de ambas comunidades, interrumpe la circulación de los paseantes por el interior del pasaje, de propiedad privada, pero de uso público.
Desde que se levantaran los edificios en 1980 y con ellos el muro que cosecha los lamentos del vecindario y paseantes habituales, son incontables las caídas de peatones que ha registrado ese punto ciego, especialmente de ancianos o personas con movilidad reducida, con dificultad para pasar por la estrechez de la vereda. Así lo atestiguan vecinos de ambos bloques, que, tras un largo tiempo sopesando su eliminación para mejorar el tránsito bajo el pasaje y la visibilidad de los vehículos que acceden a la calzada desde ambos garajes, comenzaron hace un año y medio con los trámites para su supresión.
Ello supone atajar «un problema ciudadano», asegura José Fernando Morala, que preside la comunidad del bloque número dos y que, a cambio, pide al Consistorio que se comprometan a contribuir al mantenimiento y limpieza de los soportales, por los que transitan cientos de personas a diario.
Morala confiesa que cuando tomó la iniciativa junto al que fue su homólogo en el edificio vecino, pensó que «al ser una obra que implica cierto presupuesto a lo mejor había alguna ayuda» por parte del Consistorio para «poder amortiguar el coste». No ha sido así, por lo que lamentan que el Ayuntamiento, que no se ha opuesto a que la obra se acometa, se ha «lavado las manos» ante la petición de contribuir a sufragarlo, ante lo que consideran que va a ser «un bien común» pero que sufragarán íntegramente los vecinos.
«Los padres de los niños del colegio cercano se han quejado mucho y ahora nos agradecen que vayan a poder pasar por aquí con los niños, por la acera no va a pasar nadie», agrega. El coste, aseguran, asciende a 10.000 euros entre el pago de las tasas municipales, autorizaciones de la compañía eléctrica -el derribo supondrá mover un cuadro de luz y los cables que proporcionan el suministro a uno de los bloques-, así como el abono de los honorarios de arquitecto y constructor.
De un lado el muro ya ha perdido parcialmente las placas que cubrían el amasijo de ladrillos, cemento y cableado. También parte de los 'grafitis' que ensuciaban la estructura, que a su vez decoran la puerta de acceso al sotano, fachadas y columnas, en las que se acumulan chicles acimentados. En el suelo, el orín hace mella en algunos baldosines, sobre los que también descansan varias colillas de tabaco.
«Ya sabemos que el pago no es posible que lo asuman, pero que al menos se hagan cargo del mantenimiento mínimo tanto del suelo como de la limpieza». Las reivindicaciones de Morala las hace suyas Alfonso Vela, vecino del cuatro, que considera inadmisible que desde el Consistorio se permita tener en mal estado «una zona tan céntrica».
«No se hacen cargo ni de la limpieza ni del mantenimiento y lo mínimo que pedimos es que pasen con las máquinas de limpieza como en cualquier otra calle de Valladolid», reivindica Vela, que precisa que los soportales son zona de paso de quienes se trasladan desde los bares del centro hacia los barrios situados más al sur, como Delicias o Pajarillos, y que habitualmente encuentran al resguardo del muro en extinción, -aunque se conservará una parte del mismo-, una especie de urinario público. «Nosotros nos hacemos cargo, pero no podemos estar todos los días limpiando un soportal tan sumamente grande como este. Que por lo menos hagan una limpieza básica y que vengan a recoger colillas, esta es una zona de mucho paso que atraviesan a diario cientos de niños», puntualiza.
El Consistorio no se ha pronunciado a fecha de publicación de esta información sobre las obligaciones municipales respecto a este tipo de actuaciones en suelo privado pero de disfrute público. Sobre el mantenimiento en la zona, alegan que el servicio de limpieza «no limpia por defecto los soportales», con la única excepción de los de la Plaza Mayor, sin dar más detalles al respecto.
La petición de los vecinos de la calle Padre Barruecos se asemeja a las reclamaciones hechas por las comunidades de propietarios del Pasaje Gutiérrez, dada su condición de espacio privado de uso público, aunque este último goza de la consideración de monumento catalogado como Bien de Interés Cultural. Sus residentes han solicitado el respaldo municipal ante el deterioro de varios elementos de la centenaria la galería, sometida a un «uso intenso» por el turismo y la hostelería. Los vecinos costearon en 2010 un primer lavado de cara de la galería comercial. Pero 15 años después, las comunidades de la finca se han plantado.
Tanto es así que el pasado mes de marzo solicitaron a la Corporación que se implique en su mantenimiento, ante la necesidad de acometer una limpieza de las columnas, entre otros elementos, así como la reposición de baldosas en mal estado, el arreglo de la pintura en una paredes que lucen desconchadas o una actuación urgente en el lucernario de la cúpula central, que según denuncian los vecinos, se encuentra desprendido. A mayores el gobierno municipal les había requerido acometer la reducción de un escalón a raíz de recibir varias denuncias por problemas de accesibilidad.
Sobre esta problemática si se pronunció el concejal de Urbanismo, Ignacio Zarandona, que avanzó la intención del equipo de Gobierno de sentarse con los representantes de las comunidades de propietarios del Pasaje para analizar la situación.
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