

Secciones
Servicios
Destacamos
«Al principio, yo no hablaba mucho», dice Pedro Cid, 32 años. «Me lo guardaba todo. Las palabras no hacían justicia a mis pensamientos. No ... me sabía explicar». Pero encontró la música. Empezó a rapear. «El rap se convirtió en el sonido de mis sueños, en la banda sonora de mi esquizofrenia». Sus versos, cuenta, están escritos «desde el malestar psíquico». Sus canciones lanzan rimas contra el estigma de la enfermedad mental. Grabó una maqueta ('Poesía moderna sobre la psicosis') y ha publicado un disco ('Pensares') que puede escucharse en Spotify.
Firma como Pedradas («así me llamaban cuando jugaba al baloncesto y lanzaba fuerte a canasta») y su tema principal es una canción contra el suicidio. «Quiero ayudar a gente que lo esté pasando mal», asegura Pedro, quien tuvo que cabalgar también por días sin armonía, fuera de clave, donde no era sencillo dar con la nota afinada. «Uno de los versos dice: 'No voy a rendirme, todo va mejor desde que empiezo a escucharme'». Y el rap ha sido clave para encontrar su voz.
Insiste en ello su padre, Eugenio Cid. «La música es para Pedro no solo una vía de expresión artística. También es terapia». Lo dicen junto a una pantalla que en el centro cívico José Luis Mosquera (en Huerta del Rey) proyecta uno de los vídeos musicales de Pedradas. Sus canciones forman parte de la exposición 'Las ballenas siempre salen a flote', un conjunto de obras y expresiones artísticas (pintura, fotografía, literatura y otras técnicas) que puede verse hasta el 14 de febrero, con la participación de varios artistas que tienen que lidiar a menudo con el malestar psíquico.
La muestra está organizada por Sinestigma, una asociación que agrupa (desde el año 2019) a familiares de personas con problemas de salud mental y que quiere, con este conjunto de piezas, «visibilizar la estigmatización que sufren en varios ámbitos de la vida cotidiana». «Es, además, un medio para dar a conocer sus emociones y capacidades creativas a través de la expresión artística».
El título de la muestra parte de una obra de Mar Crespo, una de las artistas que con su obra contribuye a la exposición. La pieza en cuestión es un collage donde tres huesos de mango han sido reconvertidos en ballenas. «Mi hija decía: 'Las ballenas y los submarinos siempre salen a flote'. Ella, por desgracia, no pudo salir».
Mar falleció hace año y medio por suicidio. Su casa estaba llena de carpetas, libretas y cuadernos donde daba rienda suelta a su creatividad. «Pintó desde muy pequeña», cuentan José Luis Crespo y Obdulia Bustos, los padres de Mar. Con tanto material en sus manos, comprendieron que debía ver la luz. Se pusieron en contacto con otras familias de Sinestigma y animaron a otros artistas con malestar psíquico a mostrar su creatividad. El resultado es esta muestra.
También participa en ella Andy Sánchez, con varios caligramas, murales de escritura visual en los que reúne «versos, ocurrencias, rimas, letras de canciones. Son discursos inconexos, sin hilo conductor. Si tengo un caos en la cabeza, esto es una forma de volcarlo», afirma Sánchez. Si uno rastrea en las palabras aquí recogidas, hay frases de Oasis o Coldplay o una colección de las sentencias que Bart Simpson escribe en la pizarra al inicio de la serie de televisión. «Si tengo la sensación de que no he sabido qué hacer con mi día, hago alguno de estos trabajos. El proceso creativo sirve también como cauce de expresión», asegura Sánchez.
Esta vertiente terapéutica del arte, sanadora de la creatividad, es relevante, como explica Pablo Coca, colaborador de la asociación Sinestigma. Pablo es profesor de Didáctica de la Expresión Plástica en la Universidad y fue durante seis años coordinador del proyecto 'Arterias con locura', «una reflexión en torno a la salud mental y el arte» que se llevó a cabo en el Centro de Intervención Comunitaria (CIC), un proyecto piloto desarrollado desde 2013 a 2019 en el Servicio de Psiquiatría del Hospital Río Hortega. En el contexto de ese programa, que se llevaba a cabo en el Museo Patio Herreriano, invitaba a «explorar los procesos creativos de personas diagnosticadas con trastorno mental». Fruto de aquella colaboración es esta exposición. «En octubre se pusieron en contacto conmigo desde la asociación para organizar la muestra de una forma coherente, donde no solo se vea uan sucesión de obras, sino también la vertiente reivindicativa que hay detrás».
«El objetivo es sensibilizar a la población de lo que supone el malestar psíquico», asegura Puri Sobrino, una de las madres que forman parte de Sinestigma. «Parece que cuando reciben el diagnóstico, están con la etiqueta puesta. En el trabajo yo puedo decir que tengo cáncer, que soy diabético… pero no que tengo un trastorno bipolar, por ejemplo. Porque, posiblemente, si lo digo, no me vayan a contratar», lamenta Puri. «Y encima es que a veces eso se utiliza como insulto. 'No le hagas caso, que esta es bipolar', dicen. Pero a nadie le sueltan: 'Anda ya, diabética'». «También se incide mucho en ello desde los medios de comunicación, el cine, la literatura. Cuando una persona con problemas de salud mental comete un delito, se insiste mucho en ello. Y al final se generaliza, cuando estas personas se hacen más daño a sí mismas que a los demás», subraya Luis Álvarez, presidente de Sinestigma.
La asociación nació en 2019, cuando cerró aquel Centro de Intervención Comunitaria del Río Hortega y las familias se sintieron huérfanas. «Aquel programa, impulsado por Fernando Colina, iba más allá de lo hospitalario. Ofrecía acompañamiento, programaba cafés compartidos en el Penicilino, un programa de radio en RNE… Recordaba que no solo importa el tratamiento, que el trato es importante». Que frente a enfermedad mental es mejor hablar de malestar psíquico. Que mejor que rehabilitación es emancipación. Este es uno de los mensajes que puede leerse en la exposición. También hay una obra de Mar Crespo en la que habla de los primeros auxilios que hay que tener en cuenta ante una crisis vinculada con la salud mental.
«En caso de sufrimiento 'psi', hay que ofrecer acompañamiento (tranquilidad, apoyo, cariño), dormir en un hogar…». E insiste en una idea: 'Que no cunda el pánico'. «No alarmar, no difundir miedo, no agobiar principalmente a la persona en crisis». También «respetar la intimidad» y «fomentar los cuidados». Mar colaboró activamente en las actividades del CIC y allí conoció a una psiquiatra argentina que hacía una estancia formativa en Valladolid y con la que Mar salió (entre mayo y junio de 2019) a dibujar por la ciudad. El resultado es una libreta llena de estampas vallisoletanas (de La Antigua a Fuente Dorada y San Benito) que puede verse en la exposición: También una serie de inspiración japonesa, otra con Picasso como ejemplo y otra sección donde la familia recuerda los grandes compromisos y quereres de Mar. Está su amor por Granada, por el feminismo, la causa saharaui o el movimiento social de La Molinera.
«A veces me da por pensar que si el CIC siguiera existiendo, mi hija hoy seguiría viva», reflexiona Obdulia, vocal de una asociación que reclama de la sanidad pública programas que atiendan y cuiden a las personas con problemas de salud mental. «Tenemos la necesidad de contar con profesionales que centren su atención no solo en identificar trastornos y aplicar tratamientos, sino que prime la atención a la persona, que escuchen sus opiniones y sentimientos, que tengan en cuenta sus necesidades y la singularidad de cada uno», resumen desde Sinestigma.
Noticias relacionadas
La exposición puede visitarse hasta el 14 de febrero en el centro cívico José Luis Mosquera. Además, el día 12 (de 18:00 a 20:30 horas) se celebrará una jornada sobre salud mental y creatividad.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.