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El radio patio de los años 50 de Valladolid era un periquitoPensar que un pájaro puede colarse cada mañana en tu casa a través de la radio y contarte todas las peripecias que han ocurrido en ... tu barrio en los últimos días, puede sonar extraño. Sin embargo, para aquella Valladolid de los años 50 era una parte más de la rutina diaria de un jueves cualquiera para sus ciudadanos. Cada mañana el Pajarito Azulín, un periquito en el interior de una lujosa jaula, realizaba una comparecencia semanal a modo de apertura de un programa infantil que creaba una gran expectación entre los más pequeños.
Se trataba de una de las creaciones más originales en la historia de la radio local. Y es que para tener en mente a este pequeño cronista de Valladolid en miniatura hay que haber pasado por lo menos la cincuentena, pues el programa radiofónico se ubica en la década de los 50 y primeros años de los 60 del siglo XX. Por aquellos años, los niños víctimas inconscientes de un régimen franquista, tomaban la figura de la radio como única alternativa de ocio, y a su vez como el medio de comunicación de masas en el que se había convertido debido a los conflictos bélicos de décadas anteriores.
En esos años, la banda sonora que se transmitía en los receptores vallisoletanos rondaba desde la mítica canción del Cola Cao hasta los teatrillos de «Matilde, Perico y Periquín». Todos ellos, incluído el show del Pájaro Azulín, era emitido desde los estudios de Radio Valladolid en la calle Calvo Sotelo, actual Doctrinos, en el edificio que hace semiesquina con la calle de Santiago. La emisora se instaló en 1954 a pocos metros del edificio que más adelante se convertiría en el centro comercial Las Francesas. El espacio contaba con todo tipo de detalles, un discreto salón de actos, con escenario y locutorio anexo, donde con frecuencia se realizaban emisiones en vivo, llegando a ser semanales los programas dedicados a los niños. Pero sin duda, el programa que más cariño y ansias recibía por parte del público infantil era el que tenía por protagonista a este periquito.
El pequeño pájaro acaparaba un gran protagonismo en el espacio en directo de cada jueves, en el que aseguraba haber pasado por las ventanas de todos los barrios, para después, dar ese valioso testimonio a modo de denuncia de todo lo que había observado y no le había gustado. En ocasiones, Azulín, se tomaba la libertad de regañar a los niños oyentes al relatar todos los detalles de los conflictos protagonizados por algunos de ellos. El periquito no tenía filtro, pues no le costaba dar el nombre y apellidos, su edad y la calle donde vivían. De esta forma, los niños se sentían descubiertos ante el público por este consejero que se atrevía a hacer una crítica semanal de su conducta. Y es que los comentarios del pájaro no solo se oían a través de la radio, sino también en las sesiones en directo para demostrar que el animal realmente existía a ojos de los pequeños.
Aunque en numerosas ocasiones al acercarle el micrófono el animal hablase, la realidad es que la voz que se escondía tras el pajarito pertenecía a una locutora ocultada por una mampara de cristal tras la cabina. Su trabajo consistía en resumir las numerosas cartas que enviaban los padres a la emisora contando las jugarretas de sus hijos. De hecho, por la popularidad que desencadenó el pajarito, los padres empezaron a acuñar la frase de «Pregúntaselo al Pajarito Azulín, que lo sabe todo», cuando sus hijos tenían alguna duda. No obstante, la voz del animal no se cerraba solo a una persona, sino que desde Radio Valladolid estuvieron entrañables locutoras como Rosita Martín, Rita Recio y Pilar García Santos.
El protagonista del programa voló sin dejar rastro de su paradero. No se volvió a saber nada de él desde que los estudios de Radio Valladolid se instalaron en 1964 en el número 7 de la calle Montero Calvo. En 1975, y tras la incorporación de la emisora a la Cadena Ser, la línea radiofónica adquirió un papel más nacional. Un cambio brusco de mentalidad llevó a sustituir las denuncias infantiles de Azulín por las del Señor Cipriano, que tomaban ya, un carácter más social que mantenían alerta a la censura.
En la década de los 70 cada distrito de Valladolid contaba con una sala de cine. Convertido en un auténtico pasatiempo de la época para los vallisoletanos, a día de hoy, son pocos en comparación con los que existían por entonces. Desde Curioseando por Valladolid hacemos un recorrido por los cines más míticos de la ciudad.
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