Curioseando por Valladolid

El puente de Valladolid que nunca fue Colgante

Y es que el Puente Colgante ya cuenta con más de 150 años tras su inauguración oficial en Valladolid. Sin embargo, lo más curioso de esta construcción es que su nombre puede dar lugar a dudas ya que este no se encuentra, ni mucho menos, colgando de nada. Está muy bien anclado a ambos lados del Pisuerga y, para conocer la idea inicial que se tenía para su construcción, hay que ahondar en su historia. Antes de la llegada del puente, Valladolid estuvo sobreviviendo durante 800 años con un único paso sobre el río Pisuerga, el famoso Puente Mayor.

Fue entonces cuando un 20 de abril de 1865 se decidió dotar a este con otro compañero. El proyecto inicial que se tenía para la nueva construcción estaba redactado por el ingeniero de caminos Andrés Mendizábal Urdangarín trece años antes, en 1852. Son esos apuntes donde se recogía la idea de elaborar unos planos para construir un puente puramente colgante. Con la obra a medio empezar (hacía apenas dos años de su inicio), esta se paraliza por cuestiones logísticas y de presupuesto.

A pesar de que Valladolid tenía otros planes para este segundo puente, los vecinos de la ciudad nunca dejaron de referirse a este como Colgante. De lo que fue en su momento el primer proyecto solo se mantienen los pilares del puente, que se aprovecharon para servir de apoyo a lo que es el actual arco. Aún con su «proyecto truncado», Mendizábal cogió un segundo impulso y presentó otros diseños que se alejaban de la idea que tanto ansiaba, un puente colgante.

Había que dar una segunda vuelta a los planos, y esta vez sería misión de una cooperativa de arquitectos que tomaron las riendas del proyecto. Fueron ellos quienes introducirían en España el novedoso sistema 'bowstring', más conocido como técnica de arco tirante, que en ese momento acababa de presentarse en la Exposición Universal de París de 1855.

Así es como el Puente Colgante de Valladolid se convirtió en la primera estructura de arco tirante del país. Además, Valladolid era uno de los centros neurálgicos en cuanto a industria a nivel nacional, un estatus al que correspondió situándose a la cabeza de la arquitectura del hierro. Al decantarse por un material tan poco común para empezar la construcción, los arquitectos tuvieron que recurrir a los talleres John Hendersor Porter de Birmingham para forjar sus piezas. El actual Puente Colgante fue poco a poco trasladado hasta la ribera del Pisuerga, donde se concluyó el montaje en pocos meses. Hasta se llegó a celebrar una misa de inauguración, antes incluso de que se realizase la prueba de carga, el 11 de mayo del mismo año.

El puente gozaba de buena salud, llegaba a aguantar más de 170 toneladas de peso, pero su buen estado pronto comenzó a fallar. La primera reforma se acometió en 1869, solo cinco años después de su apertura. En esta pequeña reforma se retocó el piso, y a partir de ahí, se ha conseguido restaurar casi en su totalidad la estructura. Tanto que hasta ha cambiado su color marrón por el negro.

A modo de curiosidad, por si estas fueran pocas, las únicas piezas que mantienen de su estado original son los estribos y los arcos. Aunque ha experimentado numerosos cambios, el diseño original se mantiene intacto, recordando a los vecinos que el Puente Colgante marcó el inicio de la construcción con hierro en España.