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Era una «comida informal de amigos», como tantas otras que cada día recibe Marco Antonio García Hernando en Mannix, el restaurante que desde 1981 regenta junto con su familia en la localidad vallisoletana de Campaspero. Pero en esta ocasión, entre la clientela que el martes acudió a una de las mecas del asado en Valladolid para disfrutar de un buen lechazo había dos comensales que, por más que lo intentaran, no pasaban desapercibidos.
Se trató del expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero y del actual secretario de Organización del Partido Socialista, Santos Cerdán, que junto a una «cuadrilla» disfrutaron de uno de los manjares por excelencia de la gastronomía vallisoletana: el lechazo. De hecho, degustaron un menú prácticamente 'made in' Valladolid, con el cordero lechal y la ensalada como grandes protagonistas, acompañados de un vino de la Ribera del Duero. Y, para rematar, otra de las especialidades de la casa: flan de huevo de pata. «Salieron encantados, me dijeron que era el mejor lechazo que habían comido en la vida», dice Marco Antonio García, visiblemente entusiasmado y orgulloso de que se marcharan del restaurante «tan contentos».
Confía, a raíz de sus testimonios y del buen sabor de boca que les dejó su paso por Mannix, en que regresen para volver a degustar uno de los platos más típicos de la cocina vallisoletana. «Les dije que hay que mirar más allá de Madrid, que en Valladolid se come muy bien si se escoge el asador adecuado», recuerda García, uno de los grandes referentes del asado en la zona.
Asimismo, considera que una de las razones por las que se sintieron «como en casa» fue el hecho de tratarles, precisamente, como a cualquier otro comensal. «Era una comida de amigos, nada de política ni de empresa ni nada; no hubo despligue especial y estuvieron como cualquier otro cliente. Únicamente les pusimos en una mesa un poco más apartada porque el salón es grande», explica.
Fue un cliente «habitual» de Mannix, vallisoletano de La Rondilla y que formaba parte de ese grupo de amigos, el que recomendó el restaurante de Campaspero y se encargó de organizarlo todo. «Me llamó el día de antes para reservar y me informó de quiénes venían, pero me dijo que todo con naturalidad y normalidad», sentencia Marco Antonio García Hernando, minutos antes de afrontar un nuevo servicio en su negocio.
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