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E. E.
Miércoles, 20 de marzo 2024
Lo que en un principio iba a ser un día cualquiera de captura de carpas en el río Ebro, el tercero y último después de tres «intensas» jornadas de pesca, se acabó convirtiendo en uno de los «mejores» de la vida de Enrique Sanz Merlo. Era mediados de septiembre del año pasado. A última hora, cuando estaban a punto de recoger los anzuelos y señuelos para regresar a Mojados, notó que «el tipo de arrancada» era el de una especie «mucho más grande y pesada» que las carpas, por lo general con un peso máximo de 14 kilogramos. «Metí el sedal 380 metros y me sacó trescientos metros de hilo, no me lo esperaba», acota este joven de 27 años, aficionado a la pesca desde hace más de una década.
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Fue cuando el pez empezó a sacar la cabeza cuando se dieron cuenta de que lo que estaban a punto de sacar de las aguas dulces del Ebro «no era normal»: se trató de un siluro albino (también llamado 'mandarino', más difícil de capturar que uno estándar, puesto que son menos comunes) de 2,53 metros de longitud «y más de cien kilos de peso», según estimaron allí mismo. «Es impresionante, no hay palabras», cuenta Enrique, que no quiso dejar pasar la oportunidad de inmortalizar el momento y fotografiarse junto a este singular ejemplar.
No porque no lo vaya a volver a intentar -revela que lo está «deseando»-, sino porque «esos momentos hay que recordarlos para siempre». Anticipa que tienen la intención, él y su hermano, de volver a pescar en el Ebro a mediados del mes de junio. «Les había sacado más pequeños, pero de este tamaño... no había por dónde cogerle», bromea este mojadense, al tiempo que admite que es «difícil» que se repita una captura de esas características, tanto por el tamaño del depredador como por su pigmentación.
Añade Enrique Sanz que él no es experto en la pesca, solo es «muy aficionado». Comenzó capturando cangrejos cuando era un adolescente, con 15 años, y poco a poco fue ampliando el 'abanico' de presas. El último, el siluro. Por eso, aconseja que si alguien está interesado en capturar peces de gran tamaño, han de irse a las zonas bajas de los ríos, donde confluyen los afluentes. «En el Pisuerga, por ejemplo, les han metido y alguno se ha capturado, pero no tan grandes como los de la zona del Ebro, que son gigantes», sentencia.
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