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Para el matrimonio formado por los madrileños Félix García y Gema Colmenarejo –42 y 43 años– y sus tres hijas, Cristina María y Julia –de 14, 10 y 6 años–, Valverde de Campos se ha convertido en su lugar de vacaciones y, además, una segunda ... casa.
Todo comenzó hace una década, cuando el matrimonio encontró en un portal inmobiliario de Internet la venta de una casa en este pueblo, situado entre Tierra de Campos y Montes Torozos, que les gustó. Cuando visitaron la casa, a Félix y Gema les surgieron las dudas, ya que pensaron que estaba lejos de su residencia habitual en Colmenar Viejo y no sabían cómo les iban a recibir los vecinos, según recuerda Gema. Félix, que había nacido en Valladolid y vivido cuatro años en Laguna de Duero, «siempre había querido tener una casa en un pueblo». Fue en ese momento de incertidumbre cuando un vecino «nos animó, nos dijo que era una casa con muchas posibilidades, que era un pueblo muy familiar y cercano». Y así ha sido durante diez años, aseguran, «porque ha sido como estar en casa, como estar en familia».
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Los García Colmenarejo pasan sus vacaciones en Valverde de Campos desde inicios de julio hasta mediados de septiembre en una estancia en la que Félix tiene que regresar durante la semana a trabajar, con tiempo en sus vacaciones para hacer una escapada de fin de semana al norte, «por eso de tener playa». Gema reconoce que llegar a Valverde es «respirar, tener paz, dormir de un tirón, descansar, que nuestras hijas puedan jugar y salir con una gran tranquilidad, sin coches, sin el ruido de la ciudad», a lo que añade que «todo el mundo es cercano, es una gran familia». Algo de lo que también disfruta por unos días su padre, Manolo, para quien no faltan los paseos por los Montes Torozos y la partida diaria en el bar.
Las tres hijas de Félix y Gema, nada más terminar el colegio, cada año se apresuran a preguntar que «cuándo nos vamos al pueblo». Porque Valverde de Campos ya es el pueblo de esta familia madrileña, un emotivo lugar en el que tienen amigos con los que quedan en invierno para verse durante el año porque «son ya tu familia a la que hay que visitar». Una familia valverdina que, tras pandemia, estuvo muy cercana y atenta cuando Gema y sus hijas se tuvieron que confinar en la casa del pueblo por un positivo. Entonces, dice, «nos sentimos muy arropados por los vecinos, cuidaron de nosotros».
En el día a día, junto a las labores de la casa, no falta la reunión al atardecer en la Plaza Mayor con otros vecinos, tomar algo en el bar mientras sus hijas juegan con otros niños, con los que ya han hecho pandilla y participan en el campamento urbano. Tampoco falta cada domingo la misa y en agosto la diversión está asegurada en las fiestas de San Roque. Por eso, no dudan en señalar que «estamos encantados, este veraneo nos ayuda a cargar las pilas para el resto del año».
A la familia casi no le hace falta salir de Valverde. Todos los días pasa el panadero y una vez a la semana el frutero y el pescadero, para otras compras Rioseco está a cinco minutos.
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