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Muerte Esther López
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Las tres horas de Óscar S. en los juzgados: entrada tranquila y altercados a la salidaLlegó a las 9:15 horas y se fue a las 12:15 horas. Tres horas en dependencias judiciales, una de ellas ante la jueza que instruye el caso, para dejar la sede de Angustias entre los gritos lejanos de los familiares y amigos ... de Esther López. Así fueron las tres horas en los juzgados de Óscar S., el único sospechoso de la muerte de la vecina de Traspinedo.
Se notaba que iba a ser un día de movimientos en los juzgados de Valladolid. Desde las 8:30 horas, sesenta minutos antes de la hora prevista, la calle Torrecilla, la única que tiene acceso a los calabozos y los garajes del edificio, estaba ya copada por medios de comunicación y vecinos de Traspinedo. Portaban los carteles que desde la desaparición de Esther, hace ya casi dos años, se han visto por todos los rincones de Traspinedo, así como en sus concentraciones mensuales. Y siempre con el mensaje de 'Justicia para Esther'. Ese lema, acompañado de gritos, se escuchaban a primera hora de este viernes.
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Así que la mayoría de los medios de comunicación y familiares y amigos de la fallecida se citaron en la calle Torrecilla para ver cómo Óscar S. entraba a declarar. Cada furgón policial, tanto de la Policía Nacional como de la Guardia Civil, recibía improperios por los manifestantes, aunque en el interior, como después se pudo saber, no iba el sospechoso.
A la par que un vehículo del instituto armado bajaba la rampa de los calabozos, Óscar S. hacía acto de presencia por la puerta principal. Casi sin prensa y sin ningún vecino de Traspinedo alrededor de él. Le escoltaban en su acceso a dependencias judiciales en una entrada sin incidentes.
Esa tranquilidad del sospechoso contrastaba con la resignación en la calle Torrecilla. Se les había escapado la primera oportunidad de descargar la rabia ante la presencia de Óscar. Mientras tanto, uno de los abogados de la familia de Esther y su hermana ofrecían las primeras declaraciones de la jornada. Esperaban que hubiera «un cambio en la situación personal de Óscar, porque ya se tenía que haber producido hace tiempo». Y mandaban un mensaje a la Fiscalía. «Deberíamos haber tenido por parte de la Fiscalía una iniciativa que hasta ahora no ha existido y ver un cambio de situación», afirmó el letrado a su llegada.
A eso se sumaban las declaraciones de la hermana de Esther, Inés López de la Rosa, quien reconocía que estaban «nerviosos y agotados psicológica y físicamente».
Eran ya las 9:30 horas y el gentío se trasladaba a los accesos de la calle Angustias. Alrededor de sesenta personas empezaban de esta forma a gritar con la intención de que Óscar S. escuchara lo que sucedía en la calle. Desde «asesino» a todo tipo de insultos, entremezclados con el «justicia para Esther». Hacían un semicírculo, cuyo perímetro se completaba con una hilera de reporteros gráficos para inmortalizar los hechos.
Y desde ese momento, los juzgados se convirtieron en un edificio inexpugnable. No había forma de entrar a no ser que se llevara una citación judicial. En un principio, hasta ocho agentes de la UIP (Unidades de Intervención Policial) blindaban la puerta. Ni periodistas ni vecinos de Traspinedo podían entrar.
Fueron momentos de calma tensa. Los allí presentes sabían que Óscar S. estaba ya ante la instructora del caso. Los silencios eran eternos. Dolorosos para muchos de ellos, interrumpidos por arranques de «justicia para Esther», con momentos de lágrimas y peticiones de entrada en prisión.
Así fue la hora y poco en la que Óscar S. respondió a preguntas de la jueza, la fiscal y su letrada. Minutos antes de las 11:00 horas ya se sabía que su declaración había concluido. Se conocía que la fiscal jefe había solicitado el ingreso en la cárcel, pero la resolución de la instructora era la gran incógnita.
Eran momentos de tensión, por lo que el grupo de sesenta personas se dividió en dos para abarcar las dos posibles salidas. Si le decretaban libertad, abandonaría los juzgados por cualquiera de las dos puertas; si iba a prisión, solo estaba la opción de la calle Torrecilla. Fue una hora de angustia, hasta que se supo que Óscar S. seguiría como investigado, pero en libertad.
Con la decisión de la jueza a punto de plasmarse, los refuerzos de la Policía Nacional llegaron a la calle Torrecilla. Esperaban a la altura de la discoteca Asklepios. Miraban el tumulto de gente desde la distancia. Hasta que recibieron la orden de desalojar la calle.
Se apresuraron en montar un cordón policial mientras empujaban a los presentes hacia la calle Angustias. Fue una situación tensa mientras los carteles con el rostro de Esther los elevaban al cielo para que se vieran.
Mientras la Policía ganaba terreno, Óscar S. salía en un Audi A-3, con lunas traseras tintadas en un mar de cámaras y fotógrafos. Y el sospechoso se fue a la par que los agentes se retiraban con aplausos de los asistentes en la concentración.
Ese sentir de los manifestantes lo escenificó la prima de Esther, Sara Nieto, quien lamentó entre lágrimas que le pareció «una falta de respeto total» la imposibilidad de acercarse hasta la puerta lateral de los juzgados, por donde salió Óscar. «Llevamos dos años esperando esto y no nos han dejado ni acercarnos, ni siquiera se ha abierto la puerta del garaje y ya han puesto un cordón policial y nos han apartado como animales, es increíble», criticó.
Sobre la decisión de la jueza de mantenerle en libertad, Sara fue tajante: «Mi prima está enterrada y él está en la calle y va a pasar las Navidades feliz con su familia», sentenció.
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